Calle de las Tiendas Oscuras, Patrick Modiano, Anagrama, 2009, 233 páginas
Varios libros de Patrick Modiano han sido publicados recientemente en nuestro país. Tras el éxito obtenido en 2008 por Un pedigrí, Anagrama ha editado en este año que termina su última novela En el café de la juventud perdida -reseñada en esta sección el pasado verano- y uno de los títulos más famosos del magnífico escritor francés: Calle de las Tiendas Oscuras, que obtuvo el premio Goncourt en 1978 cuando el novelista contaba con tan solo 33 años y que permanecía todavía inédito en España.
Calle de las Tiendas Oscuras contiene ya muchos de los temas preferidos por Modiano y desarrollados en sus obras posteriores: la preocupación por el pasado y su conocimiento siempre fragmentario, la visión poliédrica y plural de los individuos a través de la mirada de los otros, el marasmo urbano de la gran ciudad (siempre París) con personajes solitarios entre miles de vidas insignificantes que se cruzan cada día sin encontrarse, y, aquí también, como en otros textos suyos, la época de la ocupación nazi y el colaboracionismo francés con los alemanes. Una cuestión del pasado reciente de su país que Modiano nunca ha esquivado y ha tratado con valentía y rigor. Ya en sus inicios literarios encontramos su estilo elegante y medido, con su habitual economía de lenguaje y una sobriedad que resulta literariamente eficaz y atractiva.
“No soy nada. Sólo una silueta clara, aquella noche, en la terraza de un café”. Con estas dos frases se inicia Calle de las Tiendas Oscuras, historia narrada en primera persona por un personaje que desconoce su pasado porque sufre amnesia y ha perdido la memoria. Durante años ha trabajado de ayudante de un detective que se apiadó de él y le proporcionó una falsa identidad y una ocupación, y que ahora cierra el negocio y se jubila. El narrador sin memoria se dedica entonces a investigar su pasado a partir de unas escasas pistas. Es una situación paradójica y extraña: la identidad del investigador será el objeto de su propia investigación.
Así el narrador va visitando, primero en París y luego en otros lugares, a diferentes personajes que puedan ayudarlo en su desesperada búsqueda. Y poco a poco va reconstruyendo fragmentos de ese pasado hasta recuperar una parte del mismo y revivir el momento en que sus recuerdos se quebraron.
Una novela magnífica de un autor con un estilo y un mundo propios. Esperemos que, ahora que comienza a ser más conocido y apreciado por los lectores, sus obras sigan editándose con regularidad en nuestro país.
Carlos Bravo Suárez
Varios libros de Patrick Modiano han sido publicados recientemente en nuestro país. Tras el éxito obtenido en 2008 por Un pedigrí, Anagrama ha editado en este año que termina su última novela En el café de la juventud perdida -reseñada en esta sección el pasado verano- y uno de los títulos más famosos del magnífico escritor francés: Calle de las Tiendas Oscuras, que obtuvo el premio Goncourt en 1978 cuando el novelista contaba con tan solo 33 años y que permanecía todavía inédito en España.
Calle de las Tiendas Oscuras contiene ya muchos de los temas preferidos por Modiano y desarrollados en sus obras posteriores: la preocupación por el pasado y su conocimiento siempre fragmentario, la visión poliédrica y plural de los individuos a través de la mirada de los otros, el marasmo urbano de la gran ciudad (siempre París) con personajes solitarios entre miles de vidas insignificantes que se cruzan cada día sin encontrarse, y, aquí también, como en otros textos suyos, la época de la ocupación nazi y el colaboracionismo francés con los alemanes. Una cuestión del pasado reciente de su país que Modiano nunca ha esquivado y ha tratado con valentía y rigor. Ya en sus inicios literarios encontramos su estilo elegante y medido, con su habitual economía de lenguaje y una sobriedad que resulta literariamente eficaz y atractiva.
“No soy nada. Sólo una silueta clara, aquella noche, en la terraza de un café”. Con estas dos frases se inicia Calle de las Tiendas Oscuras, historia narrada en primera persona por un personaje que desconoce su pasado porque sufre amnesia y ha perdido la memoria. Durante años ha trabajado de ayudante de un detective que se apiadó de él y le proporcionó una falsa identidad y una ocupación, y que ahora cierra el negocio y se jubila. El narrador sin memoria se dedica entonces a investigar su pasado a partir de unas escasas pistas. Es una situación paradójica y extraña: la identidad del investigador será el objeto de su propia investigación.
Así el narrador va visitando, primero en París y luego en otros lugares, a diferentes personajes que puedan ayudarlo en su desesperada búsqueda. Y poco a poco va reconstruyendo fragmentos de ese pasado hasta recuperar una parte del mismo y revivir el momento en que sus recuerdos se quebraron.
Una novela magnífica de un autor con un estilo y un mundo propios. Esperemos que, ahora que comienza a ser más conocido y apreciado por los lectores, sus obras sigan editándose con regularidad en nuestro país.
Carlos Bravo Suárez
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