Raymond Carver (1939-1988) es uno de los grandes maestros del relato breve norteamericano moderno. Uno de los mejores libros de su desgraciadamente corta carrera literaria fue De qué hablamos cuando hablamos del amor, publicado en Estados Unidos en 1981 y en España en 1987. Para aquella edición, su entonces editor Gordon Lish cercenó más de la mitad del texto original que Carver le había entregado para su publicación en 1980. Gracias al trabajo realizado sobre el documento conservado en la Universidad de Indiana con las tachaduras y modificaciones de Lish sobre el texto mecanografiado de Carver, los relatos completos del libro, tal y como fueron concebidos por su autor, han podido ser reconstruidos y editados en su integridad. El resultado es Principiantes, una obra que también recupera su título originario que, como siempre en el escritor estadounidense, corresponde al de la penúltima narración del libro.
Principiantes es una colección de diecisiete relatos que contienen los temas habituales de la narrativa de Carver. Son diecisiete fragmentos de instantes cotidianos de unos personajes que por algún motivo han visto alteradas sus vidas y son víctimas de males tan frecuentes como la soledad, el alcoholismo, la violencia o los celos. Historias de un realismo apabullante, que muestran la otra cara del sueño americano, de unas sociedades modernas que detrás de las sonrisas de los supuestos triunfadores esconden dramas cotidianos que corroen las entrañas de quienes no han logrado alcanzar o han perdido la felicidad . No se trata, sin embargo, de historias de pobreza o de marginación social. En absoluto. Los personajes de Carver pertenecen casi siempre a una clase media más o menos acomodada y sus derrotas no son económicas sino vitales. Seres que han perdido el amor, que se han separado de las personas a las que querían, que no asumen el desamor y el abandono que les ha tocado en desgracia o que ellos mismos se han buscado, que se refugian en el alcohol causante de nuevos males, que en algunos casos se convierten en destructivos y violentos con los demás o con ellos mismos.
Carver construye unos relatos magníficos, fotografías aparentemente fieles de una parte de la sociedad estadounidense y, por extensión, de las sociedades occidentales modernas. Historias cotidianas de un realismo descarnado y crudo que en su momento, en la década de los ochenta, fue calificado como sucio por la crítica literaria. Si Aquí empieza nuestra historia, de Tobias Wolf, fue uno de los mejores libros del pasado año, la publicación de Principiantes es, sin duda, uno de los acontecimientos literarios del actual. Carver y Wolf, amigos hasta la prematura muerte del primero, son dos grandes maestros del relato breve, dos magníficos cronistas de la cara menos dulce de las sociedades de nuestro tiempo.
Principiantes es una colección de diecisiete relatos que contienen los temas habituales de la narrativa de Carver. Son diecisiete fragmentos de instantes cotidianos de unos personajes que por algún motivo han visto alteradas sus vidas y son víctimas de males tan frecuentes como la soledad, el alcoholismo, la violencia o los celos. Historias de un realismo apabullante, que muestran la otra cara del sueño americano, de unas sociedades modernas que detrás de las sonrisas de los supuestos triunfadores esconden dramas cotidianos que corroen las entrañas de quienes no han logrado alcanzar o han perdido la felicidad . No se trata, sin embargo, de historias de pobreza o de marginación social. En absoluto. Los personajes de Carver pertenecen casi siempre a una clase media más o menos acomodada y sus derrotas no son económicas sino vitales. Seres que han perdido el amor, que se han separado de las personas a las que querían, que no asumen el desamor y el abandono que les ha tocado en desgracia o que ellos mismos se han buscado, que se refugian en el alcohol causante de nuevos males, que en algunos casos se convierten en destructivos y violentos con los demás o con ellos mismos.
Carver construye unos relatos magníficos, fotografías aparentemente fieles de una parte de la sociedad estadounidense y, por extensión, de las sociedades occidentales modernas. Historias cotidianas de un realismo descarnado y crudo que en su momento, en la década de los ochenta, fue calificado como sucio por la crítica literaria. Si Aquí empieza nuestra historia, de Tobias Wolf, fue uno de los mejores libros del pasado año, la publicación de Principiantes es, sin duda, uno de los acontecimientos literarios del actual. Carver y Wolf, amigos hasta la prematura muerte del primero, son dos grandes maestros del relato breve, dos magníficos cronistas de la cara menos dulce de las sociedades de nuestro tiempo.
Carlos Bravo Suárez
2 comentarios:
¿Qué tal si, de vez en cuando, dijera algo de las traducciones? No sé, mencionar siquiera el nombre del traductor, decir que la traducción es vital para el flujo universal de la cultura, algo...
Jesús Zulaika
(traductor de Principiantes)
Tiene toda la razón. La verdad es que nos olvidamos con frecuencia del papel del traductor y, como bien dice,éste es fundamental para la transmisión de la cultura. En el caso de "Principiantes", la traducción del libro es sin duda magnífica.
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