De Faulkner y su condado de Yoknapatawpha a García Márquez y su ya universal Macondo, de Juan Benet y su mítica Región a Muñoz Molina y la transmutación de Úbeda en Mágina, son muchos los grandes escritores que han inventado un espacio geográfico donde ambientar sus narraciones. De una manera más modesta pero con unos resultados literarios bastante atractivos, el escritor aragonés José María Morales Berbegal ha inventado el pueblo pirenaico de Tellerda para situar en él los veinte relatos breves que componen su libro Historias de Tellerda.
Tellerda se sitúa en las proximidades del macizo de Cotiella y de la Peña Montañesa, muy cerca de las verdes praderas de Collibert, en un rincón escondido del Sobrarbe próximo a la Ribagorza. Tellerda es “un pueblo desconocido, pequeño, sin ostentosa iglesia, sin torre fuerte ni castillo”, donde se habla tellerdano, una mezcla de chistavín y fuevano. Un lugar del que desde tiempos medievales han salido personajes en busca de una fortuna que su propia tierra, dura y hostil casi siempre con los suyos, les ha negado por causas diversas. Por la pobreza del pasado, por las guerras contra invasores de distintos pelajes o por el cacique local que quita y da a su antojo el pan y el trabajo. Tellerda deviene por tanto en una especie de símbolo y prototipo del Pirineo aragonés, tal vez de todo el Alto Aragón. En una visión históricamente diacrónica, con pinceladas de épocas diversas ordenadas de manera aleatoria.
Hay tellerdanos en la armada supuestamente invencible que Felipe II mandó contra la pérfida Albión, en las huestes cristianas que luchan contra los musulmanes en la Edad Media, en la 43 División que quedó embolsada en Bielsa durante la Guerra Civil, en las tropas napoleónicas que lucharon en la lejana Dinamarca, en el Madrid tertuliano y duelista de principios del siglo XX, en los tercios españoles que camparon largo tiempo por Europa defendiendo a Dios y al Imperio, en la guerra contra el francés de mediados del siglo XVII. En la propia Tellerda conocemos historias de explotación caciquil y de venganza, de amistad que sólo la muerte es capaz de destruir, de supervivencia en condiciones extremas. Sabemos por qué tiene un sabor especial el guirlache de Jánovas, de dónde viene el nombre del pueblo llamado Triste, por qué las gaitas tellerdanas van vestidas con un traje floreado de volantes y no se cogen sino que se abrazan, de dónde viene la cruz de San Jorge en el escudo de Aragón.
Historias de Tellerda es un libro de narraciones aragonesas que evita tópicos manidos y resulta, en la adecuada y contenida brevedad de sus relatos, entretenido y ameno al lector. Porque, como escribe mi compañero de está página Luis Borrás en el prólogo de la obra, Tellerda existe, y miente quien afirme lo contrario.
Carlos Bravo Suárez
1 comentario:
Gracias, Carlos.
Abrazos.
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