Perarrúa es una pequeña localidad ribagorzana situada diez kilómetros al norte de Graus por la carretera A-139. Su caserío se extiende en paralelo al curso del río Ésera por su orilla derecha. En su término municipal quedan varias muestras de un rico pasado histórico que permiten aventurar algunas hipótesis sobre los cambios experimentados por la localidad a lo largo de los tiempos.
Tanto Perarrúa como la vecina Besians, con la que comparte municipio, tuvieron su origen en la parte alta de la margen derecha del río Ésera. En época algo más tardía, ambas localidades irían asentando su población en la parte baja de esa escarpada ladera, situándose en los terrenos más próximos a las aguas del río. En el caso de Perarrúa, es muy probable que el núcleo primigenio de la actual localidad estuviera ubicado donde hoy se encuentran las abundantes y diseminadas ruinas de un antiguo poblado del que sólo permanece en pie una parte de la denominada ermita de San Martín, en una partida conocida con este mismo nombre.
Estas ruinas se encuentran en el morrón meridional del barranco del Mon o del Cabo de la Villa, en el lado izquierdo de la pista que desde Perarrúa asciende en paralelo a dicho barranco. En el morrón norte, se hallan los restos de la ermita de San Clemente y del viejo castillo del Mon. Este castillo, del que sólo queda una parte de su antigua torre troncocónica de cuatro plantas, habría sido primero musulmán, el llamado Qsar Muns, y más tarde cristiano, quizás ya desde los tiempos del rey navarro Sancho el Mayor. Fue una de las fortalezas más importantes de la línea fronteriza establecida en el siglo XI, a mediados del cual está documentada su pertenencia al rey Ramiro I, y tuvo posiblemente, casi al final de esa centuria, un papel fundamental en la toma de Graus por las huestes de Sancho Ramírez.
Para llegar a las ruinas de San Martín hay que tomar la citada pista, asfaltada en su primer tramo, que lleva al castillo y al despoblado del Mon de Perarrúa, núcleo disperso que llegó a contar con trece casas habitadas. Al castillo se puede subir también andando y de manera más directa por el PR-HU49, en cuyo último tramo, y yendo desde la pista en sentido contrario a las ruinas de la fortaleza, se pasa por un hermoso puente de un sólo ojo a través de un bonito sendero que nos llevaría también en dirección a los restos de San Martín. Si decidimos subir por la pista, llegaremos al Mon al cabo de unos tres kilómetros. Dejaremos a nuestra derecha el desvío al castillo y, poco después, la antigua calle que lleva a las ruinas de la vieja escuela y a la casa Sancerni. Encontraremos enseguida un cruce de caminos frente a la casa Molí, con frecuencia habitada por sus dueños. La pista de la derecha nos llevaría a Caballera, nosotros tomaremos la de la izquierda, en dirección al también despoblado Arrués y al todavía habitado Ejep. Tras dejar sucesivamente a nuestra izquierda las casas Cera y Castán, llegaremos a otro cruce de caminos. Seguiremos de nuevo la pista de la izquierda, dejando a nuestra derecha la que lleva hacia Arrués por la que discurre el citado PR-HU49. Llegaremos enseguida a un pequeño claro, a cuya izquierda queda la casa Collada, y seguiremos una vieja pista, algo borrada en sus primeros momentos, que se adentra en un amplio y tupido carrascal. Al final de ese camino, a unos veinte minutos andando desde la casa Collada, iremos encontrando sucesivos montones de piedras diseminados por la zona. Al final de ellos, muy cerca del acantilado que cae en vertical sobre el río Ésera, se encuentran las ruinas de la vieja ermita de San Martín.
San Martín sería un antiguo poblado medieval con funciones de baluarte defensivo. Es muy probable que éste fuera el núcleo originario de la actual Perarrúa y corresponda a la Petra Rubea citada en varios documentos medievales. Manuel Iglesias Costa, en su famoso libro sobre el arte románico en el Alto Aragón oriental, cita tres documentos de principios del siglo XII, durante los reinados de Alfonso I y Ramiro II, en los que aparece San Martín de Perarrúa. El propio Iglesias destaca la presencia de varios escribanos y notarios procedentes de Perarrúa en las cancillerías reales aragonesas a lo largo de buena parte de esa centuria.
De la antigua ermita de San Martín sólo ha quedado una parte de los muros de la nave rectangular y el tramo más oriental de la bóveda de cañón más próximo al ábside. Éste, tras su desplome, fue sustituido por un tabique de piedra, probablemente para aprovechar como refugio o abrigo el espacio que quedaba cubierto. Sin embargo, aún pueden distinguirse en el suelo las piedras que constituían la base del antiguo ábside semicircular. Los muros de la ermita que todavía se conservan son bastante gruesos, de sillares grandes y perfectamente alineados. El mejor conservado es el lienzo de poniente. En el meridional se abría la puerta de la ermita, cuyo interior está hoy invadido por las ruinas y la vegetación.
San Martín y el castillo del Mon serían dos antiguos enclaves defensivos sobre el río Ésera, situados en dos morrones sucesivos del escarpado acantilado de su margen derecha. El castillo del Mon tendría posiblemente a la ermita de San Clemente como iglesia castrense de la fortaleza. La ermita actual sería el resultado de las reformas y ampliaciones realizadas posteriormente en el siglo XVI. Entre San Martín y el castillo irían surgiendo más tarde una serie de casas diseminadas que constituyeron la población conocida como el Mon de Perarrúa.
Para atravesar el río Ésera y poder acceder a estos enclaves defensivos existiría algún tipo de puente o paso sobre las aguas desde tiempos muy antiguos. El magnífico puente románico actual parece datar en su mayor parte del siglo XII. Desde entonces, o incluso antes, habría algunas casas en el lado derecho del río, seguramente relacionadas con el cobro de algún impuesto de paso o pontazgo. Se trataría de un pequeño barrio denominado del Pont o del Puente.
De ese mismo siglo XII parece datar la magnífica ermita o iglesia románica de la Virgen de la Ribera, situada en la actualidad en el interior del cementerio de Perarrúa, a las afueras de la población en dirección al sur. Es casi seguro que en este lugar hubiera también desde época medieval un pequeño poblado que respondiera ya entonces a la denominación de la Ribera.
El grueso del caserío del pueblo actual, situado algo más aguas arriba de los núcleos antiguos del Puente y de la Ribera, iría surgiendo en tiempos algo posteriores. La hoy iglesia parroquial, también dedicada a San Martín como la originaria en ruinas, fue construida en el siglo XVIII, aunque parece muy probable que ya hubiera allí algún templo anteriormente. En todo caso, su origen sería bastante posterior a las que actuarían como parroquiales en el periodo románico, es decir, San Martín de Petra Rubea, San Clemente del castillo del Mon y la Virgen de la Ribera.
Quiero terminar este artículo dando las gracias a mosén Joaquín Rivera, cura párroco de Perarrúa, cuyas precisas y amables indicaciones me permitieron encontrar las viejas ruinas de San Martín, a partir de las cuales he podido redactar estas líneas.
Carlos Bravo Suárez
Artículo publicado en Diario del Alto Aragón
Fotografías: Ruinas de San Martín de Perarrúa -cinco fotos-, puente en el PR-HU49, casa Collada del Mon de Perarrúa, castillo del Mon -cuatro fotos-, ermita de laVirgen de la Ribera, puente románico de Perarrúa y dos panorámicas de Perarrúa -desde el puente y desde el camino del Mon.
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