Otro año más, el Centro Excursionista de la Ribagorza acude fiel a
su cita con este Llibré de Fiestas. Y de nuevo lo hacemos con la satisfacción
de una temporada llena de éxitos y de buenos momentos vividos, con un amplio programa
de excursiones realizadas y con un incremento continuo en el número de socios del
club y en el de participantes en nuestras actividades.
Ha sido, además, un año con un balance
económico favorable, que desmiente a quienes argumentaron en su momento lo
contrario para dejar de prestarnos su apoyo. Queremos agradecer la ayuda
indispensable recibida desde el Patronato Municipal de Deportes y la permanente
atención ofrecida por sus trabajadores y técnicos. Y, por descontado, debemos
dar las gracias a quienes nos han acompañado domingo tras domingo en nuestras
excursiones porque ellos constituyen la base esencial de los éxitos de nuestro
club.
Como en años
anteriores, queremos contribuir con una modesta colaboración a enriquecer, en
la medida de lo posible, las páginas de este querido y tradicional Llibré. Lo
haremos esta vez con algunas notas sobre los puertos y pasos fronterizos que
unen el valle de Benasque con el de Luchón, poniendo así en contacto las dos
vertientes de la cordillera pirenaica.
Las relaciones entre España y Francia a
través de los valles de Benasque y Luchón se han producido de forma más o menos
fluida desde tiempos muy antiguos. Por los pasos fronterizos que separan ambos
valles han transitado a lo largo de los siglos peregrinos, montañeros,
contrabandistas, mulateros, exiliados, comerciantes, refugiados, emigrantes,
maquis y viajeros de todo tipo y condición.
Cuatro han sido los pasos fronterizos
utilizados históricamente en el alto valle de Benasque. El Puerto Viejo o Paso
de los Caballos, al parecer usado ya por los romanos, fue el más antiguo. En la Edad Media , el más
transitado fue el Puerto de la
Glera o de Gorgutes. Posteriormente, el protagonismo pasó al
llamado Puerto Nuevo, también denominado Portillón o Puerto de Benasque. Algo
más al este, y ya acondicionado desde el siglo XIV, se encuentra el Puerto de la Picada , que conecta el
valle de Benasque con el vecino valle de Arán a través de la Artiga de Lin, por lo que
es también conocido como Puerto de los Araneses. Desde él se puede acceder al
Hospital de Bañeras de Luchón por el llamado paso de la Escaleta.
El Puerto de la Glera fue acondicionado por
los Caballeros Hospitalarios de la
Orden de San Juan de Jerusalén en el siglo XII. Esta misma orden
religioso-militar se hizo cargo de los dos hospitales construidos para acoger a
los viajeros a ambos lados de la frontera. La palabra “hospital” tenía entonces
un significado diferente del que tiene en nuestros días. Los hospitales no sólo
servían para acoger a enfermos sino, sobre todo, a los peregrinos y viajeros de
todo tipo que se atrevían a cruzar los difíciles y siempre peligrosos puertos
pirenaicos. Con ellos, las órdenes religiosas encargadas de su custodia ponían
en práctica la virtud de la hospitalidad a la que por su condición estaban
obligadas. Del viejo hospital medieval español del Puerto de la Glera sólo han quedado
algunas ruinas. Las excavaciones realizadas recientemente han permitido sacar a la luz los restos de una
antigua capilla románica construida junto al albergue. En el año 1200 está documentado
el Hospital de Saint-Jean-de-Jouéou, equivalente francés del hospital español
ubicado al otro lado de la frontera. En el mismo lugar donde se hallaba
antiguamente este refugio hospitalario, existe hoy un edificio usado por la Universidad de Toulouse como laboratorio
científico de investigación.
Por motivos que desconocemos -tal vez
fuera destruido por un alud-, el viejo hospital benasqués de Gorgutes o de la Glera fue abandonado y
sustituido por otro al que se llamó Hospital Nuevo en contraposición al
anterior. Este nuevo edificio hospitalario, ya propiedad del Ayuntamiento de
Benasque que lo ponía en régimen de arriendo, sería construido a finales del
siglo XVI y estaría al servicio del también reciente, y cada vez más transitado,
paso fronterizo que se había abierto entre los picos Salvaguardia y de la Mina , entonces aún con la
denominación francesa de pico de la Fraiche. Las ruinas de la planta rectangular de
este edificio pueden verse en la actualidad en un extremo del llano del
Hospital, casi al pie de la ladera que queda a la derecha del curso descendente
del río Ésera. .En esa misma época fue también construido el llamado Hospice de
France, situado al otro lado de la frontera, a unos once kilómetros de la villa
de Bagnères de Luchon.
Sabemos que el nuevo hospital de Benasque
fue destruido por un devastador alud el día de Reyes del año 1826. En el
terrible suceso murieron cinco mujeres: la esposa y las tres hijas del
hospitalero y una criada que trabajaba en el lugar. El hospitalero pudo
salvarse porque en el momento de la tragedia se hallaba fuera del edificio.
Este trágico suceso obligó a construir un nuevo hospital, que ya estaba
terminado en 1840, en una ubicación más protegida que el anterior. Se trata ya
del hospital actual que, tras abandonos, ampliaciones y distintas peripecias,
es desde hace unos años un moderno hotel de montaña, punto de partida de un
circuito invernal de esquí de fondo. La primera foto conocida de este edificio
fue realizada en 1875 por el gran pirineísta francés Maurice Gourdon.
En el lado español, a pocos metros del
paso del Portillón y en su confluencia con el camino de la Picada , existió en la
segunda mitad del siglo XIX y hasta los años treinta del pasado siglo XX un
pequeño refugio albergue conocido como Casa Cabellud. Estuvo regentado por
Francisco Cabellud, bodeguero y comerciante de Benasque que quiso aprovechar
económicamente el auge del pirineísmo y el creciente tránsito de viajeros por
el Puerto de Benasque. Se conservan algunas fotos de la casa, de la que aún
quedan algunas ruinas, y al menos una del propio Cabellud, un hombre alto y
encorvado, tuerto, de nariz aguileña y larga barba blanca. Al parecer tenía un
gran sentido comercial. Tal vez algo excesivo, pues en aquellos tiempos llegaba
a cobrar una peseta a cada montañero que ascendía al pico Salvaguardia, aduciendo
que disponía de autorización real para efectuar dicho cobro y que el dinero
recaudado era para acondicionar el camino de subida a la cumbre del pico, que
algunos comenzaron a llamar tuca Cabellud. La Casa Cabellud fue
lugar de parada de muchos excursionistas franceses en su paso por la frontera.
Con algunos de ellos, su propietario mantuvo buenas relaciones de amistad.
Sobre todo con Henri Russell, de quien se conserva una postal que el excéntrico
conde franco-irlandés envió al avispado comerciante ribagorzano en 1903.
Para saber más sobre el tema aquí tratado
es muy recomendable la lectura del libro “Los hospitales de Benasque y Bañeras de
Luchón”, de José Luis Ona González y Carine Calastrenc Carrére, editado en
español y en francés por la Fundación Hospital de Benasque en 2009.
Sólo nos queda despedirnos deseando a
todos los grausinos y ribagorzanos unas muy felices Fiestas Mayores.
Centro Excursionista de la Ribagorza.
(Artículo publicado en El Llibré de las Fiestas de Graus de 2012)
Imágenes: Hospital de Benasque (dos fotos antiguas -la primera de Maurice Gourdon- y otra actual), Hospice de France en Luchon (una foto de finales del siglo XIX y otra actual), Casa Cabellud (tres fotos antiguas) y el Puerto Nuevo de Benasque o Portillón por el lado español y por el lado francés.
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