Mis
dos últimos artículos en este suplemento han tratado sobre Betesa y las ruinas
de la iglesia de San Pedro de Cornudella, en la zona más oriental de la comarca
de la Ribagorza ,
casi en el límite con la comunidad catalana. Muy cerca de ambos lugares se
encuentra Santorens, otra pequeña población ribagorzana, situada a 1.041 m . de altitud, entre
las estribaciones orientales de la sierra de Sis y el río Noguera Ribagorzana
por su margen derecha.
A
diferencia de Betesa y Cornudella, que pertenecen al extenso municipio de Arén,
Santorens se incluye en el más reducido de Sopeira, lugar donde se encuentra el
importante monasterio medieval de Alaón. Santorens es un pueblo de atractivo
caserío y bellas calles, que hoy tiene poca población pero que sin duda tuvo su
importancia en el pasado. Parece evidente que su nombre procede de San Orencio
(Sant Orenç), al que está dedicada su iglesia parroquial, que sólo conserva el
ábside semicircular orientado al este de sus primitivos orígenes románicos. El
resto, incluida su gran torre prismática, parece corresponder al siglo XVIII.
La
primera cita documental de Santorens es de finales del siglo X y ya desde
mediados de esa centuria se acredita su pertenencia al incipiente condado de
Ribagorza. Durante los siglos XII y XIII, el lugar estuvo vinculado a la
poderosa familia ribagorzana de los Erill. Desde el siglo XVI, Santorens fue
cabeza de una bailía a la que pertenecían Iscles, Torm, Buira, Cirés y Gabarret.
En el siglo XVIII, la familia Ardanuy fue la más influyente de la localidad.
Las
muestras más importantes del románico dentro del término de Santorens son las ermitas
de San Pedro (o Sant Pere) de Iscles y de Santa María de Torm. A la primera es
muy fácil llegar; a la segunda, no tanto. Ambas pertenecían a dos despoblados
que dejaron de existir hace ya mucho tiempo.
San
Pedro de Iscles está a escasamente media hora andando desde Santores, por un
sendero recientemente acondicionado dentro del programa Ribagorza Románica. Se
encuentra a 1.385 m .
de altitud, entre el destacado tozal de San Salvador y una roca alta y
puntiaguda conocida como el castell (castillo) de Pey, muy cerca del collado de
Santa Bárbara. La iglesia pertenecía al antiguo pueblo de Iscles (o Isdes), que
no hay que confundir con otro del mismo nombre situado en la misma sierra de
Sis a no mucha distancia de éste.
Del
antiguo pueblo de Iscles o Isdes, donde al parecer también hubo un castillo, no
queda ningún rastro. Se cita, siempre vinculado al cercano monasterio de Alaón,
en documentos de los siglos XI y XII, pero posteriormente se va perdiendo toda
referencia al mismo.
Según
nos contaron la pasada primavera, cuando realicé con unos amigos una excursión
por los lugares que aquí cito, la ermita de San Pedro de Iscles ha sido
restaurada en los últimos años por un grupo de franceses procedentes de Bretaña,
que han llevado a cabo sus trabajos sin ninguna ayuda oficial, y que este
verano, con la colocación de las baldosas del suelo, van a dar por concluidas
sus meritorias tareas de recuperación de un templo que amenazaba ruina.
La
iglesia de San Pedro de Iscles es un edificio de una sola nave rectangular con
un ábside poligonal orientado al este y una pequeña espadaña en el muro de
poniente. La nave está cubierta por bóveda de cañón y tiene su puerta de
entrada, de arco de medio punto, en la pared meridional. Dos ventanas iluminan
el templo, que está construido con sillares de roca calcárea de color
blanquecino y bastante bien alineados; siendo los de las esquinas más grandes
que el resto. Actualmente está cubierto por un tejado de tejas rojas alineadas a
dos aguas.
San
Pedro de Iscles parece ser el resultado de dos momentos diferentes en su
construcción. De origen románico, probablemente de finales del siglo XII, habría
sufrido transformaciones en el siglo XVI, destacando la sustitución del ábside
semicircular por el actual poligonal.
Llegar
a la ermita de Nuestra Señora de Torm entraña cierta dificultad, al menos si
uno va por primera vez y sin alguien que haya estado antes en ella. Nosotros
fuimos andando desde Sant Pere de Iscles hasta el collado de Santa Bárbara,
donde hay un “pilaret” dedicado a la patrona de las tormentas, que aquel día
nos libró de una por bien poco. En este punto hay una tablilla de madera que
indica el camino a la ermita. Éste se dirige hacia el barranco de Ingllada o de
Solá, que nosotros bordeamos con bastante dificultad por su cabecera, sin
sendero visible en su última parte. Por aquí transitaba, al parecer, el antiguo
camino que llevaba de Santorens a la
Torre de Buira. A la vuelta descubrimos un sendero más
visible que desemboca en la llamada “pista de las bordas”. Para ir a Santa
María de Torm es por tanto más recomendable seguir por ella y desviarse luego
hacia la derecha. Se pasa junto a unas oquedades en la roca que sirven de
abrigo al ganado y se llega más fácilmente a la ermita, que se encuentra algo
escondida en medio de un bosque de robles.
Del
pueblo de Torm, que al parecer dependía del antiguo castillo de Iscles, tenemos
noticias desde el siglo XI. En el siglo XII la poderosa familia Erill tenía
derechos y bienes en él. En los fogajes de 1385 y 1549 aparecen los nombres de
los trece vecinos que entonces lo habitaban. En el siglo XIX el lugar ya ha
desaparecido por completo. Hoy sólo queda su iglesia en proceso de ruina y un
pajar próximo a ella que parece recientemente arreglado.
La
ermita de Santa María de Torm, datada posiblemente en el siglo XII, es una
bonita construcción románica de planta rectangular, cubierta con bóveda de
cañón y ábside semicircular canónicamente oriento al este en cuyo centro se
abre una ventana. La puerta de acceso al
templo se halla en el muro meridional y es de arco de medio punto. Sobre ella
había un crismón trinitario que desapareció no hace mucho tiempo. En la primera
edición del libro de Manuel Iglesias Costa sobre el arte románico en el Alto
Aragón oriental, del año 1987, todavía puede verse este crismón en alguna
fotografía.
Lamentablemente,
el estado de ruina de la ermita está avanzando de manera que parece inexorable.
En el tramo más occidental de la bóveda de su techumbre se ha abierto un
boquete que, como puede comprobarse en fotos relativamente recientes, se ha ido
agrandando en los últimos años. Por otro lado, la cubierta del ábside también
amenaza ruina, pues sobre ella caen deslizamientos de las tierras colindantes.
Sabemos que los vecinos de Santorens están intentando por todos los medios su restauración, pero sin haber logrado hasta ahora resultados positivos. Ojalá
lo consigan antes de que la ruina se apodere por completo de esta pequeña joya
del románico ribagorzano.
También
está muy vinculada a Santorens, aunque casi siempre se incluya en el término
del hoy despoblado Aulet, la arruinada ermita de San Saturnino, que aquí todos
conocen como San Cerni. Se encuentra a pocos metros del cruce entre la N-230 y la carretera que
lleva a Betesa y Santorens, a unos cinco minutos andando desde este punto. Su
estado es muy ruinoso y su antigua techumbre se ha desmoronado por completo. Un
par de vigas de madera que han quedado al descubierto en la pared de poniente
indican la existencia anterior de un porche sobre la puerta de acceso al
templo. Esta ermita aparece ya documentada en el siglo X y es probablemente la
más antigua de todas las que se citan en estas líneas.
En
el término de Aulet, hay otras dos ermitas románicas: la muy arruinada de Santa
Justa o San Clemente y la recientemente restaurada de la Virgen de Rocamora, ambas
situadas a la derecha de la carretera N-230 si vamos en dirección norte y muy
cerca de la orilla derecha del pantano de Escales.
Estas
tierras de la Ribagorza
oriental, próximas al monasterio de Alaón, albergan un rico patrimonio románico
que merece la pena descubrir y, en su caso, proteger de la ruina y el olvido
que desgraciadamente lo amenazan.
Carlos Bravo Suárez
Artículo publicado hoy en el suplemento
Domingo del Diario del Alto Aragón.
Imágenes: Santorens (cinco fotos: panorámica,
iglesia de frente, iglesia de espaldas, ábside románico e interior), San Pedro
de Iscles (cuatro fotos), pilaret de Santa Bárbara (una foto), ermita de Santa
María de Torm (nueve fotos: exterior, ábside, interior, derrumbe de la bóveda,
puerta sin crismón, ventana del ábside, pila bautismal, pila del agua bendita y
ubicación en el robledal), vista del pantano de Escales desde el camino de
Torm (una foto), ermita de San Saturnino o San Cerni (dos fotos de sus
ruinas) y ermita de la Virgen
de Rocamora (tres últimas fotos)
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