domingo, 14 de octubre de 2018

LAS RUINAS DE LA ERMITA DE SANTA MARÍA DEL CASTILLO DE CORNUDELLA

Ábside de la ermita de Santa María de Cornudella
Muro del ábside de la ermita de Santa María
Muro septentrional de la ermita de Santa María de Cornudella.
Con Cristian Laglera en la ermita de Santa María
La torre de la iglesia de San Pedro desde Santa María
Iglesia de San Pedro de Cornudella
Ajedrezado jaqués (único tramo en el que sobrevive)
La torre de la iglesia de San Pedro

San Pedro


Con Cristian en San Pedro
Vista del valle de Cornudella desde San Pedro
Cerro donde se encuentran la iglesia de San Pedro y la ermita de Santa María. 
Portada de la iglesia de San Miguel de Ribera de Vall
Iglesia de Ribera de Vall
Artículo en Diario del Alto Aragón

Si hace unas semanas escribimos aquí sobre los restos de la ermita de San Miguel, cercanos a la casa Badía de Güel, en el actual municipio de Graus, hoy vamos a hacerlo sobre las ruinas, también románicas y bastante desconocidas, de la ermita de Santa María, en Cornudella de Baliera, en el municipio de Arén. Se trata de los restos de la que sería la ermita castrense del importante castillo medieval de Cornudella, situado algo más arriba de las mejor conservadas ruinas de la impresionante iglesia de San Pedro o San Pere, sobre la que publicamos un artículo en esta misma sección hace unos años (“San Pedro de Cornudella”, Diario del Alto Aragón, 22 de julio de 2012).

En aquella ocasión no pudimos alcanzar las escasos ruinas de Santa María, cuya existencia conocíamos por la alusión que a ellas hace Manuel Iglesias Costa en su obra “Arte religioso del Alto Aragón oriental de los siglos X, XI, XII y XIII”, en su edición original de 1985 y, con una referencia más amplia y una foto en color, en la posterior, revisada y aumentada por José Luis Acín y Enrique Calvera, de 2004. Así que, hace unas semanas, los firmantes de este artículo decidimos ir en busca de los escondidos vestigios de Santa María y, esta vez, aunque no sin dificultad, llegamos hasta ellos.

Iniciamos nuestra excursión andando en Ribera de Vall, uno de los muchos núcleos del disperso Cornudella de Baliera. Destaca su iglesia de San Miguel, cuya portada, con un bonito crismón trinitario en su piedra clave, fue trasladada íntegramente hasta aquí desde la vieja iglesia de San Pedro durante el siglo XIX, seguramente poco después de la desamortización eclesiástica. Desde Ribera de Vall, descendimos hasta el barranco, lo cruzamos y, siguiendo las actuales marcas blancas y amarillas del PR-HU46, ascendimos por un bosque de carrascas y, tras una hora de camino por sendero ahora bien señalizado, alcanzamos, a 1059 m. de altitud, los impresionantes restos de la iglesia de San Pedro o San Pere, una construcción que los especialistas en románico suelen datar en la primera mitad del siglo XII.

En San Pedro se acaba el camino y para llegar hasta las ruinas de la ermita de Santa María hay que adentrarse por un espeso bosque de carrascas, por el que no es fácil moverse sin recibir arañazos o verse trabado por las ramas. La ermita de Santa María se localiza a unos 400 metros a poniente de la iglesia de San Pedro, a 1154 m. de altitud, siguiendo la cresta rocosa de la misma sierra sobre la que se asienta ésta. Según Iglesias Costa, fue la antigua capilla del castillo que allí hubo y que estaba situado en el punto más elevado de la cresta, en un lugar de gran valor estratégico desde el que se domina un extenso territorio y ofrece excelentes vistas de Sobrecastell y del valle del Baliera, por donde se diseminan los pequeños caseríos que constituyen Cornudella.

Los restos de la ermita son bastante exiguos, aunque conserva varias hiladas de la cabecera y de los muros septentrional y occidental. Se trata de una pequeña nave rectangular encabezada por el característico ábside semicircular orientado canónicamente al este. Dado que el muro oeste no se interrumpe, parece obvio que la puerta debía de abrir al sur, posiblemente descentrada hacia los pies. Se alzó con escogida piedra de calibre medio, formando hiladas uniformes. Es una construcción de dimensiones modestas; mide 4.80 metros de ancho y algo más de 6 metros de largo. El grueso paramental alcanza los 0.90 metros en algunas zonas. Parece que se trata de un edificio anterior a la iglesia de San Pedro, posiblemente levantado en algún momento del siglo XI.

El Castro Cornudella se encuentra documentado desde el siglo X y, además de su gran valor en la defensa y protección ante las posibles incursiones musulmanas procedentes del sur, fue una de las avanzadillas ribagorzanas y aragonesas que, según Manuel Iglesias Costa, pudo desempeñar durante el siglo XI un importante papel en la conquista de Benabarre y en la fallida toma de Graus por parte del rey Ramiro I. En los siglos XII y XIII fueron sus tenentes las importantes familias ribagorzanas de los Gauzpert y los Aguinalíu, y en el año 1313 el rey Jaime II firmó varios documentos en este castillo. Durante los siglos XVI y XVII aún permanecía activo y pertenecía a la familia de los Calasanz.

Sobre la ermita de Santa María, en la edición original de 1984 de su libro antes citado, Iglesias Costa, que toma el dato de la “Colección diplomática de Obarra”, publicada por Ángel Martín Duque en 1965, aporta esta información que trascribimos: “Por un documento fechado el 10 de octubre de 1061, sabemos que un presbítero, Varón de nombre, edificó allí una iglesia de su propiedad en honor de Santa María; quien al morir, a la vuelta de una peregrinación a Roma en compañía de Adulina, su mujer, la testó en favor del monasterio de Santa María de Obarra a través de un sobrino suyo, Guitardo, monje de este monasterio. Podría muy bien tratarse de una pequeña iglesia románica, cuya planta completa se encuentra en lo más alto de la sierra, siguiendo la línea de los restos de la muralla”.

Aparte de las referencias en las dos ediciones del libro de Manuel Iglesias Costa, creemos que la ermita de Santa María de Cornudella no figuraba hasta ahora en ninguno de los principales inventarios altoaragoneses dedicados al arte románico. Por eso, su reciente hallazgo supuso para nosotros un motivo de gran satisfacción que queremos compartir y dar a conocer a través de estas páginas dominicales.

Carlos Bravo Suárez y Cristian Laglera Bailo

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