domingo, 17 de febrero de 2019

LAS RUINAS DE LA ERMITA DE SAN JULIÁN DE VILEGA EN SERRADUY

RUINAS DE LA ERMITA DE SAN JULIÁN DE VILEGA



SERRADUY Y SUS NÚCLEOS DESDE EL COLL DE VENT
 SIERRA DE SIS: TOZAL DE LOS MOROS Y BRÓCOLO O BROCOLO
 COLL DE VENT
 INICIO DEL CAMINO DESDE COLL DE VENT
FARALLONES ROCOSOS A LA IZQUIERDA DEL CAMINO
 CAMINO ENTRE BOJES
 SUBIDA ESCALONADA
 LA ERMITA AL FINAL DEL CERRO. CRISTIAN YA HUELE LAS RUINAS
 NIEBLA EN LA SIERRA DE SIS
 BRÓCOLO O BROCOLO ENTRE NIEBLAS
Hemos publicado recientemente en estas páginas varios artículos sobre algunas ruinas de ermitas románicas ribagorzanas hasta ahora muy poco conocidas y apenas documentadas. A los restos de San Andrés en Aguilar, San Miguel, cerca de la Casa Badía de Güel, o Santa María en Cornudella, añadimos en estas líneas los de la ermita de San Julián de Vilega, en plena sierra de Sis, en el término de Serraduy, hoy perteneciente al municipio de Isábena.

Hace unas semanas, en un día en que la niebla y la fina lluvia nos pusieron las cosas algo más difíciles de lo esperado, logramos dar con las exiguas ruinas de esta ignorada y enigmática ermita. Accedimos a los restos de San Julián de Vilega desde el Coll de Vent, situado a 1304 m. de altitud, en la divisoria de las cuencas de los ríos Isábena y Noguera Ribagorzana, justo a los pies de la impresionante mole pétrea que constituyen el Tozal de los Moros y el espectacular mallo conocido como Brócolo o Brocolo. Al Coll de Vent llegamos por la pista que, procedente de Cajigar, sigue el trazado de la antigua cabañera del ganado que se dirige a Bonansa, hoy señalizada como GR-18. También se accede desde Serraduy, por pista y por el PR-HU46, pasando por la aldea de Riguala que, a 947 m. de altitud, es el caserío más próximo al Coll. En Riguala quedan en la actualidad las casas Espuña, Chulián, Vilega y Nicolau o Micolau. En esta última, también denominada al parecer Casa Pago o del Pago, se hallan los restos de una capilla dedicada a San Blas. Por la coincidencia de nombre, pensamos que tal vez la ermita de San Julián de Vilega tuviera relación con la casa homónima de Riguala. Sus descendientes actuales desconocen tal vínculo y nos dicen que el terreno donde se encuentran las ruinas, bastante alejado de la casa y a mucha mayor altitud, no es de su propiedad. Tal vez en tiempos más antiguos hubiera algún tipo de nexo entre la casa y la ermita, tal como hacen pensar sus topónimos.

Las ruinas de la vieja ermita se esconden en lo alto del tozal de los Moros, a  1538 m. de altitud, entre los farallones rocosos por los que transcurría la vieja cabañera que atraviesa la sierra de Sis por su parte más elevada. Desde el Coll de Vent, y siguiendo las marcas del GR-18, el sendero discurre bajo las impresionantes paredes verticales del lado oriental de la sierra. El camino gira a la izquierda, por zona escalonada en algún tramo, y acentúa su subida. Hay que abandonar luego el sendero marcado, que continúa hacia el norte, y retroceder campo a través en dirección contraria, hacia el extremo del tozal de los Moros. Allí, muy cerca del abismo, en el costado más oriental de una pequeña planicie con escasa vegetación, se hallan los restos del viejo templo. A ritmo tranquilo y sin prisas, anduvimos alrededor de una hora desde el Coll de Vent, donde se levanta un pequeño refugio y hay un cercado para el ganado.

De la ermita de San Julián perduran los arranques de sus paramentos, que no levantan más de tres o cuatro hiladas en sus zonas mejor conservadas. A pesar de lo escaso de los restos, se advierte con nitidez que se trataba de un edificio de una sola nave, encabezada por un ábside semicircular perfectamente orientado al sol naciente. La cabecera es la zona más conservada y en ella se aprecia el encaje de la nave con el cilindro absidal, ejecutado con sillarejos de mayor calibre de los que encontramos en el resto de la construcción. La puerta abriría posiblemente al muro meridional, algo descentrada hacia el oeste. Menos probable parece que lo hiciera a los pies del templo. Las medidas del edificio son 10.80 metros de largo –nave y cabecera- por 5.40 de ancho. A esto habría que sumar el grosor de los muros, que oscila entre los 0.70 y los 0.90 metros.

Sobre la ermita de San Julián de Villega hay escasas referencias. Entre las obras más conocidas sobre el románico aragonés solo aparece, que nosotros sepamos, en el libro “Arte religioso del Alto Aragón oriental de los siglos X, XI, XII y XIII”, de Manuel Iglesias Costa, en la edición revisada y aumentada por José Luis Acín y Enrique Calvera de 2004, donde se le dedica una página con un escueto texto y una foto en color en que la nieve apenas permite distinguir los contornos de la ermita. También encontramos una breve alusión en el pie de una foto en blanco y negro en el tomo 2 del “Inventari d’esglésias”, dedicado a Baixa Ribagorça, Alta Ribagorça y Vall d’Arán, publicado en 1978 por el archivero y fotógrafo catalán Josep María Gavín.

En el artículo “San Martín de Serraduy”, publicado en este diario el 11 de junio de 1989, el recientemente fallecido Francisco Castillón Cortada escribe que Serraduy “en la actualidad consta de tres núcleos de población habitados: Pont de Serraduy, Vileta y Riguala; los despoblados son Vilega, La Feja y Mammusons”. Más adelante cita las siguientes ermitas: “San Martin, parroquia (derruida), San Sebastián (ruinas), San Lorenzo (puente), San Julián en Vilega (ruinas), San Martín, hoy parroquial (Vileta), San Blas (Vileta), de casa Nicolau”. También escribe el siguiente párrafo que copiamos literalmente: “Durante el siglo XV tres fueron los carlanes de la población: Gombald de Benavent, Mir Arizal de Caserras y Ramón de Fantova. Dentro de la localidad el prior de Obarra poseía diezmos de varias heredades y el comendador sanjuanista de Monzón los tenía en la Vilega”.

No hemos conseguido averiguar nada sobre la existencia de ese posible despoblado al que hace referencia Castillón Cortada. Ya hemos dicho que la casa Vilega de Riguala está mucho más abajo que las ruinas de la ermita y que sus actuales propietarios y descendientes desconocen que existiera algún  vínculo entre ellas. No parece probable, aunque tampoco es del todo descartable, que hubiera antes un poblado, del que no vimos indicios, donde hoy están las ruinas, situadas, como se ha indicado, a 1538 m. de altitud.

En cualquier caso, de lo que no hay ninguna duda es de que en lo alto de la Sierra de Sis, sobre las pétreas paredes rocosas del llamado Tozal de los Moros, hubo una ermita románica que data de tiempos medievales. Una prueba más de la inagotable riqueza patrimonial de la comarca de Ribagorza.

Carlos Bravo Suárez y Cristian Laglera Bailo.



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