"Kentukis" es la
segunda novela de Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978), una emergente escritora
argentina muy cosmopolita que, mediante diversas becas literarias, ha vivido en
un buen número de países repartidos por todo el mundo, muchos de los cuales
aparecen en esta nueva narración. De ella leí, y reseñé en esta sección hace ya
tres años, el magnífico libro de relatos "Siete casas vacías" (Páginas
de espuma, 2015), aunque tengo pendiente de lectura su novela "Distancia
de rescate" (publicada en Argentina en 2013 y en España en 2015 por
Literatura Random House), aclamada por la crítica y muy premiada, de la que se
está preparando una próxima adaptación al cine.
"Kentukis"
podría aparentemente inscribirse dentro de la narrativa de ciencia-ficción y
ser considerada una distopía, aunque, dados los trepidantes avances
tecnológicos recientes, ambas consideraciones podrían ponerse claramente en
duda, pues la ficción ideada en la novela sería hoy técnicamente realizable.
Los "kentukis" son unos peluches o mascotas tecnológicas con formas
de animales (conejito, cuervo, dragón, topo o lechuza) que ponen en
relación, de manera caprichosa y no elegible, a dos personas ubicadas en
diferentes lugares del planeta. Una es el “amo”, dueño del kentuki que ha
comprado en una tienda, y la otra es el “ser”, administrador a distancia del
aparatejo, que posee una cámara en sus ojos desde la que el remoto usuario
puede invadir la intimidad del propietario de la mascota. Se establece así una
conexión, que solo se rompe si el kentuki se queda sin batería, entre dos
personas que viven en diferentes lugares del mundo. Esos dos individuos, que en
principio no se conocen, van estableciendo el tipo de relación que quieren
mantener. Los kentukis están en el mercado y se van poniendo de moda y extendiéndose
cada vez más por una sociedad que parece necesitarlos para combatir la soledad,
incluso alguno de los protagonistas intenta especular y hacer negocio acaparando
un buen número de estos peluches.
Con
este punto de partida, Samanta Schweblin construye un relato ágil, muy bien
escrito y entretenido, que se lee con interés y agrado. Por la novela desfilan
personajes de variada condición que se reparten por todos los rincones del
planeta, estableciendo una aleatoria relación de vidas cruzadas. Son más de
veinte las localizaciones geográficas que aparecen en el relato. Lugares como South Bend, en Estados Unidos; Mendoza, en
Argentina; Oaxaca, en Méjico; Trinidad; Dubai; Umbertide, en Italia; Erfurt, en
Alemania; Lima; Barcelona; Cuba; Ciudad del Cabo; Aukland; o Honningsvag,
situada en “lo más al norte de Europa”. Incluso hasta la remota localidad de Surumo,
invadida por las cabras en la frontera entre Brasil y Venezuela, llega la
presencia de un kentuki.
Los
personajes, hombres y mujeres, nos presentan muchas situaciones propias de la
modernidad: la soledad, las prisas, la falta de comunicación o las difíciles
relaciones de pareja o entre padres e hijos. Son cinco historias que van
reapareciendo de manera alternante, a modo de sucesivos flashes o momentos, y
que podrían constituir breves relatos autónomos. El vínculo común es la
existencia del kentuki, artilugio que nos hace reflexionar sobre las ventajas e
inconvenientes de las nuevas tecnologías y la relación de estas con los
humanos, con los límites y retos morales y éticos a los que nos obligan a
enfrentarnos. También sobre muchas de las vergüenzas y debilidades que encubren:
la pedofilia, el maltrato, la extorsión, el voyerismo, los celos, la
agresividad, el sexo, la prostitución o la extorsión y el chantaje. Y la lucha
por establecer una cierta situación de dominio entre los dos polos del kentuki,
la de quien elige mirar y la del que escoge ser mirado. La tecnología en sí
misma, y eso aleja al relato del género de la ciencia-ficción, apenas tiene
protagonismo en la novela, en la que importan sobre todo las relaciones entre
los humanos y de estos, eso sí, con la tecnología.
Samanta
Schweblin ha construido una fábula atractiva y amena en la que nos pone frente
al espejo de la modernidad tecnológica y logra un equilibrio literario y humano
entre la crítica y la crónica, entre la dureza y la ternura, entre la emoción,
el sentimiento y la dependencia. Una novela que, aunque pueda parecer por
momentos algo inverosímil, nos coloca frente a la realidad insoslayable de la
presencia de unos avances tecnológicos que están revolucionando las relaciones entre
los humanos, cuyas vidas han invadido de manera similar en prácticamente todos
los rincones del planeta.
“Kentukis”.
Samanta Schweblin. Literatura Random House. 2018. 224 páginas.
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