Se cumplen ahora treinta años desde que Luis Landero (Alburquerque, Badajoz, 1958) se diera a conocer con su primer y magnífico libro “Juegos del amor tardío”. Desde entonces, el escritor extremeño ha publicado una docena de novelas que lo sitúan como uno de los nombres más destacados de la literatura española actual. Aunque su libro “El balcón en invierno” (2014), que posiblemente pueda considerarse más una autobiografía que una novela, se iniciaba con el capítulo titulado “No más novelas”, Landero regresó a la ficción en 2017 con “La vida negociable” que, como otros libros suyos, también fue reseñada en esta sección. Ahora, con “Lluvia fina”, editado como siempre por Tusquets, continúa brillantemente por la senda de la narración con un relato algo diferente de los anteriores, que tiene como tema central las agrias disputas en el seno de un núcleo familiar.
El libro cuenta la historia de una familia y la guerra de reproches desencadenada entre tres hermanos (Gabriel, Sonia y Andrea) cuando pretenden celebrar una fiesta con motivo del ochenta aniversario de la madre. Las llamadas telefónicas entre ellos van a suponer un verdadero fuego cruzado entre los hermanos y su progenitora, que se echan en cara, con virulencia verbal creciente, sucesos del pasado y multitud de trapos sucios latentes en su relación anterior. Toda esa tensión larvada rompe los diques de contención y desemboca en una guerra sin piedad que no dejará títere con cabeza. La receptora de la descarga de odios acumulados va a ser la bondadosa y paciente Aurora, esposa de Gabriel, al que sus dos hermanas tienen gran animadversión desde la infancia, pues lo consideran el preferido de la madre. A Aurora acuden, sin embargo, Sonia y Andrea para desahogarse y sacar a relucir sus trapos sucios. Otro personaje que adquiere en la novela un gran protagonismo es Horacio, hasta hace poco marido de Sonia que, presionada por su madre, se casó con él cuando era apenas una niña. Cada uno cuenta su versión, desautorizada y desmentida por los otros, tejiendo así una historia de visiones cruzadas y poliédricas de una realidad cambiante según los ojos con los que se mira. Será el propio lector el que extraiga su realidad y crea a unos personajes o a otros.
Con
“Lluvia fina”, Landero se aparta un poco de su línea narrativa más habitual, de
estirpe cervantina y picaresca, que encontrábamos de nuevo en la anterior “La
vida negociable”. Aquí estamos ante un relato tal vez en apariencia más ligero,
aunque solamente sea por ser algo más breve, en el que el diálogo –directo, indirecto
o entrecruzado– predomina sobre la propia acción narrada. La novela es muy
verbal y buena parte de este diálogo es telefónico. En él se hace referencia
con frecuencia a otras conversaciones asimismo telefónicas entre otros
personajes a las que se alude indirectamente o son transcritas literalmente,
incluyendo así unas conversaciones dentro de otras en una estructura de
diálogos superpuestos y envolventes. Esas mismas conversaciones van
desentrañando aspectos del pasado común y dibujando progresivamente a los personajes,
de los que vamos conociendo nuevas facetas y sus lados más oscuros. La novela
va avanzando así hacia un final sorprendente con un realismo y una crudeza que revelan
una visión bastante pesimista del ser humano y sus dobleces e instintos más destructivos
y despiadados. Ya desde el inicio del texto se nos anuncia lo que viene: “Y
siempre, siempre, los relatos o las palabras que vuelven de los oscuros ámbitos
de la memoria llegan en son de guerra, cargados de agravios. Y ansiosos de
reivindicación y memoria”.
“Lluvia
fina” no tiene aparentemente, ni en la forma ni en el contenido, la complejidad
de otras novelas de Landero. Su estructura dialogada hace que su lectura quizás
sea esta vez más fácil, rápida y fluida que en otras ocasiones. Pero no por ello
se trata, ni por asomo, de una obra menor en la trayectoria literaria del
escritor extremeño, que construye, con la escritura brillante y magníficamente
elaborada de siempre, un potente drama de crítica acerba e implacable, de una amargura y un pesimismo verdaderamente
corrosivos y demoledores.
“Lluvia
fina”. Luis Landero. Tusquets Editores. 2019. 272 páginas.
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