Mario
Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) es, sin duda, uno de los mejores escritores
en lengua española de los últimos tiempos. Su dilatada e impecable trayectoria
literaria ha sido reconocida con los más importantes galardones nacionales e
internacionales: Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1986, Premio
Cervantes en 1994 o Premio Nobel en 2010. Ya octogenario, pero aún pletórico de
lucidez y creatividad, el escritor peruano afincado en España acaba de publicar
su decimonovena novela, “Tiempos recios”, un relato de fondo histórico
ambientado en la convulsa Guatemala de mediados del siglo XX.
“Tiempos
recios”, como ha indicado su autor, toma su título de una carta de Santa Teresa
de Jesús en la que se refiere así a la época que le tocó vivir. El sintagma
describe también con precisión la etapa que sacude a Guatemala tras la llegada
al poder del presidente Jacobo Árbenz, elegido democráticamente en 1950 y
derrocado en 1954 por un golpe de estado promovido por la CIA y apoyado por las
vecinas dictaduras de Somoza en Nicaragua y Trujillo en República Dominicana.
Posiblemente influenciado por su mujer, una salvadoreña educada en Estados
Unidos y consciente del atraso casi medieval en que vivía Guatemala, el
presidente electo pretende impulsar desde su gobierno una serie de reformas,
sobre todo agrarias, que modernicen la arcaica y clasista sociedad guatemalteca,
tomando como modelo el sistema democrático estadounidense. Paradójicamente,
algunas de estas tímidas reformas asustan a la potente compañía americana
United Fruit, muy presente en el país y sin obligaciones laborales de ningún
tipo, que inicia una fuerte campaña de propaganda (anticipo de las fake news) contra
el nuevo gobierno, al que acusan, falsa y premeditadamente, de ser cabeza de
puente de la URSS en Centroamérica. Aunque Árbenz no es el personaje que más
aparece en la novela, sí es uno de los pocos positivos y bondadosos que hay en
ella. “Tiempos recios” es, en buena medida, una reivindicación de su legado
político y de su injustamente maltratada figura.
Tras
la caída de Árbenz, se hace con el poder el coronel Carlos Castillo Armas, que
en 1957 es asesinado en extrañas circunstancias en su propio palacio
presidencial. Así como el ascenso y caída de Árbenz se ajusta a la verdad
histórica, en esta parte, Vargas Llosa subraya su condición de novelista y,
como él mismo ha expresado, y aunque se inspira en posibles hipótesis, suple
con la ficción aquello que desconoce de manera fidedigna. Ligados a la figura
de Castillo Armas, aparecen dos de los principales personajes del libro: Johnny
Abbes, eficaz agente y siniestro torturador al servicio de Trujillo, y Marta
Borrero, conocida como Miss Guatemala aunque nunca lo fue, madre prematura de
un niño que le hizo un amigo de su padre y amante posterior de Castillo Armas.
Tras la muerte de este, Martita y Abbes huyen juntos a El Salvador y luego a la
República Dominicana, donde ambos son protegidos por el dictador Trujillo.
Marta Borrero es un personaje muy novelesco, una mujer bella y audaz que se
convierte posiblemente en el personaje literario más importante de la novela.
Incluso en su parte final, un Mario, que se supone es el autor, visita muchos
años después a esta fascinante mujer, ya casi anciana, en su residencia estadounidense.
Como
ya hiciera en noveles anteriores como “Conversación en la catedral”, “La guerra
del fin del mundo” o “La fiesta del chivo”, Vargas Llosa ha creado un sólido
relato novelesco a partir de episodios históricos ocurridos en distintos
lugares de América Latina. En este caso, las conexiones más evidentes son con “La
fiesta del chivo”, que narraba el asesinato del dictador Trujillo y en la que
aparecía el personaje de Abbes, también presente en “Tiempos recios”, una parte
de la cual transcurre en la República Dominicana, donde Marta Borrero trabaja
como periodista radiofónica y es acosada sexualmente por el Negro Trujillo,
hermano del dictador. También en las vecinas El Salvador y en el Haiti de Papa
Doc y los tontons macoutes, transcurren algunos momentos de la narración.
Vargas
Llosa escribe con la sencillez y eficacia habituales y construye un atractivo relato,
con personajes bien elaborados que, a pesar de su maldad bastante generalizada,
siempre son tratados con una cierta mirada irónica y en ocasiones hasta
compasiva. La paradójica moraleja que puede extraerse de los hechos que se narran
es que la torpe política estadounidense en Guatemala, en los paranoicos años de
la Guerra Fría, contribuyó a avivar el mal que quería combatir. Y echó a Fidel
Castro y a una parte de la juventud latinoamericana en brazos de la URSS y de las
dictaduras comunistas.
“Tiempos recios”. Mario
Vargas Llosa. Alfaguara. 2019. 353 páginas.
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