El
pasado 6 de diciembre, Día de la Constitución, el Centro Excursionista Ribagorza
subió, por décimo segundo año consecutivo, su belén montañero a la cima del
Turbón, la mítica y mágica montaña ribagorzana cuya silueta, junto al embalse
de Barasona, figura en el anagrama del club. Como en ediciones anteriores, el
pequeño y coqueto nacimiento artesanal fue preparado por la Asociación
Belenista de Graus que, ese mismo fin de semana, inauguró su monumental belén
ubicado en la capital ribagorzana e incluido en la ruta de los belenes de la
provincia.
Los 24
participantes en la actividad salimos de Graus a las 7.30 horas para dirigirnos
por carretera en nuestros vehículos hasta Las Vilas del Turbón, donde a las
8.15 horas, y desde las puertas del balneario, a 1437 m. de altitud, iniciamos
nuestra ascensión andando. La mañana era bastante fría, la calle estaba algo
helada y había nieve ya desde el principio del camino. Además, veíamos cómo el
viento levantaba la nieve en remolinos en la parte alta de la montaña, aunque
confiábamos en que, como indicaban los pronósticos, amainara en las horas
posteriores. Algunos ya nos calzamos las raquetas desde el inicio del
recorrido, otros siguieron solo con la bota y unos cuantos llevábamos también
crampones en la mochila por si encontrábamos hielo más arriba. Era incierto
cuál iba a ser el estado de la nieve a lo largo del recorrido.
Seguimos
el itinerario clásico, rodeando el macizo y con un primer tramo en el que
estábamos protegidos del viento. Fuimos rimero por pista y luego por bosque,
con la nieve aún en los árboles y cayendo a veces de las ramas sobre nuestras
cabezas, hasta la fuente de Canales. Allí, dejando las paredes del frontón de
las Brujas a nuestra izquierda, iniciamos la primera fuerte subida, con la
nieve abundante pero blanda, hasta el collado de Pasoturbiello, a 2059 m., donde
cambiamos de vertiente y entramos en espacio más abierto. La ascensión en
zig-zag y la ausencia de huella previa hicieron que tuviéramos que extremar la
atención y esta parte del camino supuso un considerable esfuerzo para todos. Dos
participantes acusaron ya el cansancio y decidieron no seguir adelante y darse
la vuelta.
Tras
una breve parada para comer algo, vimos que el viento era fuerte pero solo a
rachas y que, en buena medida, iba amainando. Continuamos por lo alto del
macizo y encontramos algunas zonas con bastante nieve y otras casi limpias de
ella por el efecto del viento. Todas estas adversidades contribuyeron a que el
ritmo de subida fuera más lento de lo esperado. Cuando llegamos cerca del
Turbonet, hicimos una parada en la que buena parte del grupo –por el frío, el
viento, el cansancio o el temor a que se nos hiciera de noche–, manifestó su
deseo de no continuar. Tras barajar la posibilidad de dejar el belén en el
Turbonet, y en amistoso consenso, diez participantes decidimos seguir hasta la
cima. Pasamos por el collado de Porroduno, junto a la parte alta de la Canal de
San Adrián, y emprendimos la última subida hasta la cima, a la que llegamos a
las 14 horas.
En la
cima, a 2492 m. de altitud, con bastante frío, aunque con menos viento del
esperado, comimos algo para recuperar fuerzas, depositamos el belén en el lugar
acostumbrado, en una pequeña oquedad bajo el vértice geodésico, e hicimos
algunas fotos. Y sin recrearnos tanto como otras veces por la premura del
tiempo y el frío, contemplamos las magníficas vistas de Cotiella, Cervín o Peña
Montañesa y de la cornisa pirenaica más septentrional, que se hallaba algo más
tapada por las nubes.
A las
14.30 horas iniciamos un rápido descenso por el mismo itinerario de la subida.
Aunque el cielo se cubrió con algunas nubes amenazadoras, el viento amainó y la
temperatura se hizo más suave. Solo en la parte final del recorrido cayeron
algunos ligeros copos de nieve que se convirtieron en una fina lluvia ya
llegando a Las Vilas. A buen ritmo, y sin apenas hacer paradas en todo el
descenso, llegamos de nuevo al Balneario, donde habíamos dejado los coches,
entre las 17.30 y las 18 horas, ya prácticamente oscureciendo y con la noche
cayendo sobre el valle.
Habíamos recorrido 17 km, con 1200 m. de
desnivel acumulado, invirtiendo en el trayecto unas nueve horas y media contando
las escasas paradas. De todas las ascensiones al Turbón, esta había sido la más
dura y sufrida, pero teníamos la satisfacción de haber logrado una vez más nuestro
objetivo. En primavera, como todos los años, volveremos a nuestra montaña
preferida a recoger el belén que, cumpliendo la tradición, dejamos depositado
en su cima. A 2492 m. sobre el nivel del mar, nuestro pequeño nacimiento montañero
es, según creemos, el situado a mayor altitud de toda nuestra provincia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario