Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, León, 1953) tiene una larga y completa trayectoria literaria. El escritor leonés, afincado en Madrid desde 1975, ha publicado poesía, ensayo, novela, relatos y artículos periodísticos. Ha recibido numerosos premios y, entre su extensa producción, destacan el clásico “Las armas y las letras” (1994), una mirada libre, minuciosa y completa sobre la literatura en la guerra civil española, o el libro por entregas “Salón de pasos perdidos”, denominado “una novela en marcha”, iniciado en 1990 y del que lleva publicados veinticuatro volúmenes. El propio autor ha señalado que los tres grandes temas de su obra literaria son Cervantes y el Quijote, Madrid y la Guerra Civil. Los tres, de una u otra manera, están presentes en “Me piden que regrese”, su más reciente novela, que ya va por su segunda edición.
“Me piden que regrese” es una magnífica narración de amor, aventuras y espionaje, ambientada en el Madrid de 1945. Nos encontramos en los estertores de la Segunda Guerra Mundial, cuando Alemania estaba perdiendo ya la guerra, Franco buscaba una difícil supervivencia política y los Estados Unidos pretendían aprovecharse del franquismo para evitar una temida expansión soviética en el sur de Europa. Ese Madrid, que pretende olvidar la guerra civil y volver a la vida normal, se convierte en un personaje más de la novela. Una ciudad que es un hervidero de espías, militares, policías, diplomáticos, buscavidas, pícaros… De vencedores que no quieren renunciar a sus privilegios y de vencidos que resisten como pueden. De ricos que disfrutan en reuniones sociales, salas de fiestas (como el famoso Pasapoga) o monterías en Extremadura, y de pobres que sobreviven a duras penas. De represores implacables y a veces ridículos y reprimidos atemorizados y a veces heroicos. De fútbol y de toros. Y de mucho cine. En 2001 Trapiello publicó “Madrid 1945. La noche de los Cuatro Caminos”, sobre el asesinato de dos falangistas por un grupo de comunistas en febrero de 1945, un hecho que está en el punto de partida de “Me piden que regrese”. Donde acaba la crónica se inicia la ficción, de los hechos documentados y objetivos de aquel ensayo surge la novela, siempre más libre, con personajes inventados, y algunos reales, cuyas peripecias se mueven sobre un completo fresco social del Madrid de aquel momento.
El principal personaje de la novela es Benjamin Smith, antes Benjamín Cortés, hijo de una gitana, criado en la inclusa, aprendiz aventajado de tipógrafo, que escapó de España y acabó exiliándose en Estados Unidos tras haber participado en el levantamiento izquierdista de 1934. Ahora, el gobierno estadounidense lo ha enviado a Madrid con identidad falsa, para que haga un trabajo clandestino que favorezca los intereses norteamericanos en sus intenciones de aproximación al franquismo. Al poco de llegar a Madrid, conoce a Sol Neville, una atractiva joven de familia aristocrática, sobrina del cineasta Edgar Neville. Ambos jóvenes, sin prejuicios morales, independientes y libres, inician una relación sentimental que pretende sobreponerse a sus opuestos orígenes sociales y a su diferente posición política. Los dos son víctimas de la guerra civil y han perdido a seres queridos en la contienda. Además de Benjamín y Sol, hay un buen número de personajes secundarios (policías obtusos y algo ridículos, comunistas fanáticos y faltos de sentido común, diplomáticos yanquis con afición al bourbon…) Entre ellos, destaca el joven Chito, un chaval de la calle, gracioso y despierto, leal y con un acendrado sentido de la honra, al que Benjamín contratará como su ayudante. Incluso el propio Franco, tan bajito como se veía en la tele y con la misma voz meliflua, aparece como personaje en un divertido episodio del relato.
“Me piden que regrese” es una novela de estructura clásica, con muchos diálogos, en la que el autor se dirige en ocasiones directamente a los lectores. Hay ecos de la mejor tradición literaria española, de cierto costumbrismo madrileño, de Baroja (que “podía haber escrito él mismo esta novela”), de Galdós por descontado y, como no podía ser de otra manera tratándose de Trapiello, del mejor Cervantes de mirada siempre clemente y comprensiva y nunca dogmática, sectaria o maniquea. Otro elemento destacado de la novela es el trabajo del autor, casi de arqueología, con el vocabulario. Un léxico rico, con palabras propias de la época, algunas ya en desuso o con escasa presencia en nuestros días, que obligan en ocasiones al lector a consultar el diccionario, pero que contribuyen, como un aspecto más, a dar verosimilitud a la narración sin afectación alguna.
Andrés Trapiello ha escrito una novela redonda, una historia que fluye con la naturalidad de un río. Posiblemente, la mejor de todas las que ha publicado hasta el momento. Que merece figurar sin duda entre las más destacadas de este año que termina.
“Me piden que regrese”. Andrés Trapiello. Destino. 2024. 400 páginas