sábado, 20 de marzo de 2010

VENIRSE ABAJO

La humillación. Philip Roth. Mondadori. Barcelona. 2010. 155 páginas.

Sobre todo en los últimos tiempos, Philip Roth es un escritor tan prolífico que publica al menos un libro al año. Tras su anterior y espléndida Indignación, que fue reseñada aquí hace unos meses, se ha editado en España la última novela del veterano autor estadounidense, una narración breve e impactante titulada La humillación.

La humillación cuenta la crisis de Simon Axler, un famoso actor de teatro de sesenta y cinco años que de repente pierde su inspiración artística y se siente incapaz de volver al escenario. Su mujer lo abandona y él, deprimido y sin esperanza de recuperar el talento perdido, tras un breve periodo en un psiquiátrico, se refugia en su solitaria casa rumiando poner fin a su vida sin atreverse a hacerlo. Entonces irrumpe en su retiro campestre Pegeen, una mujer veinticinco años más joven que él e hija de unos actores amigos suyos en su juventud. Pegeen es lesbiana y acaba de salir de algunas tempestuosas relaciones con final traumático. Simón será su primera experiencia heterosexual.

La novela adquiere a partir de ese instante un tono de subido erotismo. La pareja busca nuevas e intensas experiencias sexuales que el autor cuenta con detalle. Sin embargo, por encima del sexo, que parece ser la primera preocupación de una Pegeen dubitativa sobre sus verdaderas inclinaciones, el sexagenario actor siente la llamada biológica y cree llegado el momento de buscar una paternidad todavía a su alcance. Pero las cosas volverán a cambiar de manera inesperada y repentina.

El relato, como suele ocurrir en el género teatral tan presente en él, se divide en tres actos. Axler recuperaen su decisión final la fuerza interpretativa encarnándose de manera convincente en Konstantin Gravrilovich, personaje de La gaviota de Chéjov.

En La humillación encontramos la fluidez narrativa habitual en Philip Roth, aunque el último giro de la novela resulte tal vez algo precipitado. Algunos de los temas del libro, como el miedo a la vejez, el sexo o la relación entre un hombre mayor y una mujer más joven, que aparecen en otras obras suyas, están aquí abordados sin tapujos y con valentía. También los complicados vínculos paterno-filiales se muestran de manera destacada en las sorprendentes relaciones que mantiene la ya prácticamente cuarentona Pegeen con sus progenitores.

Sin estar a la altura de las mejores obras del autor, La humillación es una novela impactante, bien contada y fácil de leer. Su lectura, como no podía ser de otra manera tratándose de Roth, tampoco en este caso dejará indiferente a ningún lector.

Carlos Bravo Suárez

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