Barbara Pym (1913 - 1980) es una escritora inglesa que tuvo un importante éxito de ventas en su país durante la década de los cincuenta del pasado siglo XX. Tras publicar seis novelas entre 1950 y 1961, cayó en el olvido en los años posteriores y sólo poco antes de morir volvió a la escena literaria con dos últimas narraciones. Desde los años finales de su vida, la crítica de habla inglesa ha ido revalorizando su obra y su figura, llegando incluso a considerar, tal vez de manera algo exagerada, a Barbara Pym como la Jane Austen del siglo XX. Con la publicación de Jane y Prudence y Los hombre de Wilmet, la editorial Lumen ha iniciado la divulgación en nuestro país de la obra literaria de esta peculiar novelista británica.
Los hombres de Wilmet está narrada en primera persona por la mujer que da título al libro. Una mujer casada en aburrido y rutinario matrimonio con un marido funcionario ministerial del gobierno británico, exclusivamente preocupado por su trabajo y su posición social. La dama pasa el tiempo entre celebraciones religiosas, conversaciones con clérigos, asistencia a cursos con su suegra, paseos y compras londinenses y algunas fantasías extramatrimoniales que, por diversos motivos, nunca se acaban de concretar.
La novela es un irónico y perspicaz retrato de la clase media alta de la Inglaterra de los años cincuenta, en la bonanza económica que vive el país tras la Segunda Guerra Mundial. La mayor parte de los personajes son altos funcionarios orgullosos y pagados de sí mismos, mujeres ociosas y adineradas que se entretienen visitando a sus amistades y yendo a la iglesia del barrio, y clérigos, muchos clérigos de diversas confesiones por los que esas mujeres sienten predilección, sobre todo si son físicamente atractivos. Todo ello dentro de una exquisita corrección y un cuidado por las apariencias, salvo algún personaje bohemio y diferente, visto casi siempre por los demás como una oveja negra en la familia.
La novela es muy británica en todos los aspectos, desde la fina ironía que destila por los cuatro costados hasta las inacabables tazas de té que comparten sin cesar los personajes. En primer plano se muestran los juegos de seducción extramatrimoniales que entretienen y halagan a una dama que se debate entre la osadía y el pudor, y que ve frustrados, no por su culpa, sus íntimos deseos de una aventura amorosa que ponga un poco de emoción a su rutinaria vida. Wilmet es el eje central de un interesante desfile de personajes a los que ella misma retrata con un finísimo y absolutamente británico sentido del humor.
Los hombres de Wilmet está narrada en primera persona por la mujer que da título al libro. Una mujer casada en aburrido y rutinario matrimonio con un marido funcionario ministerial del gobierno británico, exclusivamente preocupado por su trabajo y su posición social. La dama pasa el tiempo entre celebraciones religiosas, conversaciones con clérigos, asistencia a cursos con su suegra, paseos y compras londinenses y algunas fantasías extramatrimoniales que, por diversos motivos, nunca se acaban de concretar.
La novela es un irónico y perspicaz retrato de la clase media alta de la Inglaterra de los años cincuenta, en la bonanza económica que vive el país tras la Segunda Guerra Mundial. La mayor parte de los personajes son altos funcionarios orgullosos y pagados de sí mismos, mujeres ociosas y adineradas que se entretienen visitando a sus amistades y yendo a la iglesia del barrio, y clérigos, muchos clérigos de diversas confesiones por los que esas mujeres sienten predilección, sobre todo si son físicamente atractivos. Todo ello dentro de una exquisita corrección y un cuidado por las apariencias, salvo algún personaje bohemio y diferente, visto casi siempre por los demás como una oveja negra en la familia.
La novela es muy británica en todos los aspectos, desde la fina ironía que destila por los cuatro costados hasta las inacabables tazas de té que comparten sin cesar los personajes. En primer plano se muestran los juegos de seducción extramatrimoniales que entretienen y halagan a una dama que se debate entre la osadía y el pudor, y que ve frustrados, no por su culpa, sus íntimos deseos de una aventura amorosa que ponga un poco de emoción a su rutinaria vida. Wilmet es el eje central de un interesante desfile de personajes a los que ella misma retrata con un finísimo y absolutamente británico sentido del humor.
Carlos Bravo Suárez
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