Tanta pasión para nada. Julio Llamazares. Alfaguara. 2011. 157 páginas.
Aunque Julio Llamazares es conocido sobre todo como novelista, su obra literaria contiene también poesía, ensayos, libros de viajes y algunos cuentos. El último libro publicado por el escritor leonés corresponde a este último género y reúne, con el poco optimista título de Tanta pasión para nada, doce relatos breves y una fábula brevísima de apenas siete líneas.
Se trata de unos cuentos escritos a lo largo de los años, que en unos pocos casos ya habían sido publicados en la prensa o en alguna antología colectiva y en otros habían permanecido inéditos hasta la fecha. El denominador común de todos ellos, perfectamente definido en el acertado título del libro, es un cierto nihilismo existencial que, por otro lado, impregna el conjunto de la obra del autor de La lluvia amarilla.
En estos trece relatos está casi todo el universo literario de Llamazares: el mundo rural, los pueblos abandonados, la guerra civil, el maquis, la soledad, la búsqueda de la evasión. Los personajes de estos cuentos son casi siempre unos tristes perdedores, individuos cuyos afanes han sido a la postre un estéril esfuerzo en vano. Personajes con unas pasiones inútiles, con ilusiones y esperanzas que con el paso del tiempo se han quedado irremisiblemente en nada. Derrotados por la vida porque la vida tal vez sea ya en sí misma una derrota inevitable, un absurdo viaje sin sentido.
El primer relato del libro es un cuento de fútbol. Su protagonista es Djukic, un jugador que ha quedado en el recuerdo por fallar un penalti decisivo en el último minuto de un partido decisivo. El público del estadio asiste a una tragedia moderna, una metáfora de la tragedia humana, del individuo solo y desvalido ante un terrible destino implacable y cruel. Ese será el tono de todo el libro. Encontraremos a un hombre que llega tarde al reencuentro con el amor de su vida. A un escritor que ha perdido la inspiración y hace de esa pérdida el tema del que tal vez sea su último relato. A personajes que encuentran su perdición cuando creen estar salvándose, que siguen señales engañosas que los llevan a la boca del lobo del que creían haber escapado. Crueles ironías paradójicas de un destino que suele jugar malas pasadas.
Llamazares rinde un homenaje a su paisano el escritor Antonio Pereira en la introducción del libro y, en el último cuento, A Primout no vuelve nadie, aparece un poeta ovetense llamado don Ángel que no puede ser otro que Ángel González. Pereira y González han muerto recientemente y Llamazares ha querido mostrarles también a posteriori su admiración y su tributo. La brevísima fábula que cierra el libro es en realidad un poema abierto al futuro, que se puede prolongar infinitamente en el tiempo.
Tal vez toda pasión acabe resultando siempre inútil, pero el lector agradece la que ha puesto el autor al escribir estos cuentos.
Carlos Bravo Suárez
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