Fascinación. Don DeLillo. Seix Barral. 2012. 366 páginas.
Don
DeLillo es uno de los principales representantes de la literatura
estadounidense actual. El pasado año Seix Barral editó sus dos últimas obras en
nuestro país: la novela Punto Omega y
su breve obra dramática completa reunida en Teatro,
ambas reseñadas en su momento en esta sección. Ahora, la misma Seix Barral, en
su afán por publicar aquí toda la obra de DeLillo, recupera “Fascinación”, una
de sus primeras novelas, prácticamente inédita en castellano hasta le fecha.
En
realidad, Fascinación fue originalmente publicada en Estados Unidos en 1978
con el título original de Running dog,
expresión que, como se dice en la novela, “alberga el significado de ‘perro
acosado’ o, menos literalmente, ‘perro sarnoso’, con la que concluida la guerra
denominaban en Vietnam a los estadounidenses que abandonaban el país”. Y
“perros sarnosos”, procedentes de la guerra en aquel país asiático, son algunos
de los personajes del relato. Sobre todo Glen Selvy, al que el destino va a
perseguir de manera implacable.
Es
de suponer que el título de Fascinación
para la novela en castellano es una elección comercial de la editorial que la
publica. No obstante, uno de los personajes se refiere así a la palabra
“fascinante”: “proviene del latín fascinus,
un amuleto con forma de falo, una
palabra que procede de la misma raíz que la palabra ‘fascismo’”. Esta acepción
etimológica del término tiene relación con uno de los asuntos tratados en el
libro.
Fascinación no es una novela de lectura fácil. Hay momentos en
que el lector, al menos así le ocurrió a quien esto escribe, debe hacer
esfuerzos para no perder el hilo del relato. DeLillo inventa una extraña
historia de coleccionistas de objetos eróticos que van tras una supuesta
película pornográfica rodada por los nazis en el bunker de Berlín en los
últimos días de la Segunda Guerra
Mundial. Pero no es esa la única historia que cuenta la novela, llena de
alusiones a la tecnología al servicio del espionaje y a diversas organizaciones
camufladas que se dedican a mantener contactos con grupos
contrarrevolucionarios en diversos países del mundo. El uso de un lenguaje algo
críptico y de un estilo que a veces roza el surrealismo hacen la narración
compleja por momentos, pero, es cierto, también la dotan de una sugerente y
extraña modernidad.
La
novela tiene considerables dosis de violencia y sexo, y detrás de los
comportamientos de los personajes hay casi siempre una ambición desmedida que
los lleva a la corrupción, el chantaje e incluso el asesinato. Todo enmarcado
en un inquietante panorama de prácticas oscuras detrás de las cuales se adivina
a unos poderes políticos más preocupados por lograr sus fines que por los métodos
utilizados para conseguirlos.
Carlos
Bravo Suárez
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