La brisca de cinco. Marco Malvadi. Destino.
2011. 174 páginas.
No
hay duda de que la novela italiana está viviendo un buen momento en toda Europa
y también en España. Además de los ya consagrados, son muchos los nuevos
escritores de aquel país cuyos libros están siendo traducidos al español. Uno
de ellos es Marco Malvadi (Pisa, 1974), cuya primera novela, La brisca de cinco, fue editada el
pasado año por Destino, editorial que anuncia la próxima aparición de El juego de las tres cartas y El rey de los juegos, las otras dos
narraciones que componen la que se conoce como trilogía del barLume. Malvani es
también autor de una novela histórica que también será publicada próximamente
en nuestro país.
La brisca de cinco es una breve novela negra que se aparta de muchos de
los estereotipos del género policiaco. Para empezar, se trata de un relato que
transcurre en un pequeño pueblo de la costa del Tirreno donde, aparte los turistas
estivales extranjeros, todo el mundo se conoce y, en gran medida, se controla.
Uno de los bares más populares de Pineta, que así se llama el pueblo, es el
barLume, cuyo propietario Massimo es un singular y algo excéntrico personaje
que ha estudiado matemáticas y regenta su local ayudado por una exuberante
camarera llamada Tiziana. Una madrugada, cuando Máximo acaba de abrir su bar,
en el interior de un contenedor de basura próximo es encontrado el cadáver de
una joven perteneciente a una rica familia del pueblo. El engreído y
malhumorado policía local Fusco se hace cargo del caso deteniendo al que parece
principal sospechoso del asesinato de la muchacha, quien llevaba al parecer una
vida sexual bastante ajetreada y prolífica.
El
barLume (juego de palabras porque en italiano “barlume” significa “destello” y
“lume” significa “luz”) es el principal escenario de la novela. Allí se reúnen
unos cuantos parroquianos entre los que destaca un grupo de cachondos jubilados,
muy aficionados al cotilleo local, a quienes
enseguida interesan todas las noticias relacionadas con el asesinato de la
atractiva muchacha. Por otro lado, Máximo, que fue uno de los descubridores del
cadáver, no puede dejar de aplicar su inquieta mente matemática y deductiva a
la resolución del extraño caso.
De
todo ello sale una novela negra diferente y atípica, muy cercana al lector y de
lectura rápida, entretenida y amena. Cierto es que se trata ante todo de una
comedia ligera sin más pretensión que, con una considerable carga crítica de fondo,
hacer pasar un rato agradable a quien la lea. No es poca cosa que el libro
consiga alcanzar con creces ese loable objetivo.
Carlos
Bravo Suárez
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