“Es un decir”. Jenn Díaz. Editorial Lumen. 2014. 168 páginas.
Con
sólo 26 años, Jenn Díaz (Barcelona, 1988) ha publicado ya cuatro novelas y algunos
relatos en algunas ediciones colectivas. Colaboradora en revistas como “Jot
Down”, “Granite & Rainbow” o “Matrices” y autora del blog “Fragmentos de
interior” –claro homenaje a su admirada Carmen Martín Gaite–, después de
“Belfondo”, “El duelo y la fiesta” (Principal de los Libros, 2011 y 2012) y
“Mujer sin hijo” (Jot Down Books, 2013), la joven escritora barcelonesa ha
publicado este año “Es un decir”, en la editorial Lumen, del importante grupo
Penguin Random House.
“El día que cumplí once
años mataron a mi padre”. Así comienza “Es un decir”, novela casi íntegramente narrada
por la joven Mariela en primera persona. El relato sucede en un pueblo sin
nombre de la España interior, poco después de la Guerra Civil; aunque no
estamos en absoluto ante una obra que trate sobre aquella contienda ni sobre
los efectos de la posguerra, salvo por los motivos políticos que causan la
muerte al padre de la niña. En realidad se trata de una novela de iniciación,
del paso de la infancia a la adolescencia –por aquellos años ya casi madurez–
de la flaca Marianela, que entre secretos, silencios domésticos y rumores pueblerinos
va descubriendo la historia de su familia, cuyos diversos componentes no tienen
en la narración otro nombre que el de “madre”, “padre”, “abuela” o “tío”.
Como las demás novelas de la autora, “Es un
decir” se inscribe en lo que se ha venido en llamar “ruralismo”. Aunque aquí,
más que el campo o el propio pueblo pequeño en que se ambienta, el tema
principal del libro son las relaciones y los líos familiares, que no siempre
serán fáciles de seguir por parte del lector. Y, dentro de esa familia, son las
mujeres las verdaderas protagonistas de la novela. Sobre todo, las tres
generaciones (hija, madre y abuela) presentes en la casa tras la muerte violenta
del padre. La presencia de los hombres, siendo importante por momentos, resulta
casi siempre externa y casi tangencial al discurrir doméstico del relato.
La novela, escrita en una
prosa directa y muy fluida y un lenguaje coloquial verosímil, se divide en tres
partes. La primera y la tercera están narradas por Marianela, cuando es niña y ya
unos años más tarde respectivamente. En la parte central, hay una menos extensa
intervención de la abuela, también en primera persona y en forma de monólogo
interior, que permite al lector conocer algunas cosas que Mariela ignora y por
ello no puede contar.
Algunas influencias
literarias de la narrativa de Jenn Díaz son bastante evidentes y reconocidas
por la propia autora, que dice inspirarse sobre todo en sus lecturas de Carmen
Martín Gaite, Ana María Matute o Natalia Ginzburg entre otras. Pero la escritora
barcelonesa conoce también de primera mano la realidad de la España rural por
pasar desde la infancia sus vacaciones en la localidad pacense de Puebla de la
Calzada, de donde es originaria su abuela.
La juventud, el talento y
la dedicación de Jenn Díaz permiten augurarle una brillante carrera literaria,
iniciada ya de una manera intensa y fulgurante.
Carlos Bravo Suárez
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