“Todo lo que hay”. James Salter.
Salamandra. 2014. 384 páginas.
James Salter (Nueva
York, 1925) es un importante escritor estadounidense que hasta no hace mucho
apenas era conocido en nuestro país. Sin embargo, en los últimos diez años, además
de las novelas “Juego y distracción” y “Años luz” –aparecidas en Estados Unidos
en los años sesenta y setenta del pasado siglo–, Salamandra ha publicado también en
español su libro de memorias “Quemar los días” y la colección de relatos “La
última noche”. Recientemente, la misma editorial acaba de editar “Todo lo que
hay”, último libro del ya casi nonagenario escritor que supone, tres décadas
después, su brillante regreso a la novela.
“Todo lo que hay” está narrada en
primera persona por Philip Bowman, un hombre que –como se cuenta de manera
magistral al inicio del relato– luchó en la Marina contra los japoneses en el
Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial y trabajó después como importante
editor en Nueva York. Un personaje que parece en gran medida un trasunto del
propio Salter, oficial de carrera y piloto de las Fuerzas Aéreas Estadunidenses
hasta 1957 en que abandonó este oficio por el de escritor. La novela se inicia
en la Segunda Guerra Mundial y, aunque se alarga hasta el inicio de los años
ochenta, transcurre fundamentalmente durante las décadas de los cincuenta y los
sesenta del pasado siglo. Años de bonanza para la economía norteamericana y
también para las mejores editoriales del país.
El
grueso del libro son las sucesivas historias que Philip Bowman tiene con
diferentes mujeres a lo largo de su vida. A momentos de seducción, placer y
felicidad se añaden otros de desencanto y fracaso, en una vida intensa y rica
en emociones en la que los amores, sin embargo, no duran demasiado. Bowman nos
hace vivir sus sentimientos y alegrías, sus decepciones y tristezas, y nos
cuenta con detalle y elegancia sus momentos más íntimos de pasión sexual
compartida. Pero al gusto por las mujeres, en lo bueno y en lo malo, se añade
la preocupación por el paso del tiempo que, pese a todo, deja un poso de
melancolía y soledad en las páginas del libro. Un paso del tiempo y unas
vivencias que hacen más viejo pero también más sabio al narrador.
Aunque suene a tópico “Todo lo que hay” es en el fondo un relato crepuscular,
el de una vida intensa y rica que se acerca ya a su fin. Y que, antes de que la
luz se apague, echa la vista atrás para ver el camino recorrido.
Philip Bowman es un hombre exquisito y culto, enamorado
de Europa, su cultura y sus ciudades. Desde París a Venecia, pasando también
por España. Son magníficas las páginas que describen su viaje a nuestro país y
muy bellas las referencias a Federico García Lorca y a Granada y otras ciudades
andaluzas. Muchos e interesantes son los personajes secundarios; sobre todo, los femeninos y ese Eddins, colega y amigo de Philip Bowman, con
quien en algunos momentos del libro comparte protagonismo.
“Todo
lo que hay” es una magnífica novela que recorre la vida de un hombre que
disfrutó del éxito en su trabajo y que encontró en las mujeres y su compañía el
sabor agridulce y las luces y las sombras que la propia existencia humana lleva
consigo. Una vida que, en cualquier caso, ha merecido ampliamente ser vivida.
Como merece ser leída la novela que la cuenta.
Carlos Bravo Suárez
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