domingo, 31 de mayo de 2015

RELATOS DE LO COTIDIANO



“El jardín”. Ismael Grasa. Xordica Editorial. 2014. 150 páginas.

Oscense afincado en Zaragoza, donde trabaja como profesor de Filosofía, Ismael Grasa (Huesca, 1968) ha publicado cuatro novelas, un libro de viajes, un ensayo, varios libros de relatos y algunos poemas. Su última obra, publicada el pasado año por la zaragozana Xordica Editorial, es “El jardín”, un libro que contiene cinco relatos que, según ha contado el autor en alguna entrevista reciente, fueron escritos inmediatamente después de terminar “Trescientos días de sol”, su anterior y magnífico libro de cuentos también publicado por Xordica en 2007.

Los cinco relatos que componen “El jardín” son más largos y complejos que los que integraban “Trescientos días de sol”. Son cuentos que pretenden retratar una realidad cotidiana que puede resultar insulsa y poco atractiva a los lectores acostumbrados a otro tipo de literatura. No hay en estas narraciones ningún tipo de trama ni episodios con cambios de ritmo o abundancia de acción, tampoco finales que las cierren de manera más o menos concluyente y definitiva. Existen situaciones y acciones cotidianas -como los trabajos en una granja de cerdos, la matacía de este mismo animal, la carga y descarga de camiones con objetos viejos o el cuidado de una piscina y un jardín-, realizadas por personajes carentes de otro heroísmo que no sea el de sobrevivir en la aburrida y cotidiana rutina, con proyectos futuros que casi siempre van a quedar aplazados y sin realizar. Como se aplaza también la conclusión de las relaciones sentimentales entre los personajes. Así ocurre en el extraño noviazgo entre Víctor y Gladis del relato “Huellas de jabalí”, o en la relación entre Nora y el narrador en “Reflejo nocturno”. Unos personajes aparentemente fríos e indecisos, aunque el propio Grasa haya dicho en algún lugar que esa manera de actuar pueda ser una cierta forma de romanticismo.

También extraño es el principal personaje de “El vigilante”. Un hombre algo atormentado por tener que hacer el trabajo de mantener el orden en contra de sus principios morales y formas de vida anteriores. Celoso cumplidor de su trabajo, es además amante de la Lógica y amigo de un profesor de matemáticas que lo ha aficionado a la materia. Sin embargo, nadie valora su disposición y sus aficiones intelectuales y es visto por los demás como un tonto del que todos parecen reírse.

En el primero y en el último de los relatos aparece el tema del proselitismo religioso y de la dicotomía entre el bien y el mal a la se intenta someter a los dos jóvenes protagonistas de ambos cuentos. En “Instrucciones de verano”, un adolescente, disciplinado y buen estudiante, es prácticamente acosado por unos empleados de un almacén donde se compran objetos viejos que le insisten en hablarle de Dios y en que debe obrar el bien y figurar entre los buenos. En “El jardín” –cuento que cierra el libro y le da título–, es el joven narrador del relato, al que han contratado para que cuide el jardín de una casa en Garrapinillos, quien recibe continuas observaciones religiosas por parte del propietario, que cree en la existencia del demonio y teme su cercana presencia.

Relatos extraños y diferentes, nada convencionales, los que componen este libro de Ismael Grasa. Historias magníficamente escritas que presentan personajes minúsculos, aparentemente nada literarios, que viven una cotidianidad rutinaria y aburrida. Fragmentos o secuencias de vidas grises convertidas en una literatura excepcional y diferente.

Carlos Bravo Suárez
     

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