domingo, 24 de mayo de 2015

VOLVER A CANFRANC

                                                             

“Volver a Canfranc”. Rosario Raro. Editorial Planeta. 2015. 512 páginas.
            
La antigua Estación Internacional de Canfranc en el Pirineo aragonés es un edificio que impresiona a todo el que lo visita. Fue inaugurada en 1928 por el rey Alfonso XIII y, a partir de 1970, su conexión ferroviaria con Francia quedó definitivamente suspendida, iniciándose así un prolongado periodo de decadencia. Desde entonces, el magnífico edificio ha languidecido a la espera de tiempos mejores que le devuelvan, si no todo, al menos una parte de su antiguo esplendor. Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis controlaron la parte francesa de la estación, que fue escenario de un importante trasiego de wolframio y otros minerales que procedentes de la península ibérica servían de suministro a la industria de guerra alemana. Como compensación, los nazis enviaban desde Suiza cargamentos de oro al régimen franquista. Gracias a los magníficos libros y artículos del periodista Ramón J. Campo, conocíamos muchos detalles de la historia de Canfranc durante aquellos años en que se dirimía a cara o cruz el futuro del continente europeo. Ahora, la escritora valenciana Rosario Raro (Segorbe, 1971) ha novelado otro episodio tal vez menos conocido de ese rincón pirenaico: la evasión de cientos de judíos para los que la estación de Canfranc fue la primera puerta hacia la libertad en su huida del terror nazi.
            
“Volver a Canfranc” transcurre durante buena parte de los años 1943 y 1944 y narra la epopeya de un pequeño grupo de personas que, con gran valentía y riesgo de sus propias vidas, contribuyeron a la salvación de numerosos judíos a quienes ayudaban a pasar a España camino de Lisboa, dejando así atrás el infierno en que Europa se había convertido para ellos. Forman parte de una de las llamadas redes de evasión que actuaban en la frontera franco-española. Dos miembros de esta red son los principales protagonistas de la novela: Jana Belerma, camarera de Hotel Internacional de Canfranc, y Laurent Juste, jefe de la aduana francesa de la estación. Otros tres miembros de la red tienen un papel más secundario en la novela. A ellos hay que añadir un personaje enigmático y extraño que responde al nombre de Esteve Durandarte y es considerado por todos como un bandolero y contrabandista que se esconde en las montañas pirenaicas. La presencia de los alemanes es una amenaza constante para las actividades humanitarias del grupo, sobre todo la del siniestro y cruel mayor Gröber, encargado de la vigilancia nazi de la estación. También cruel y peligroso, pero mucho más grotesco y ridículo, es el gobernador civil de Huesca Gervasio Casanarbone, casado con la guapa doña Mimín.
            
Rosario Raro combina realidad y ficción en esta entretenida y por muchos momentos amena novela. Laurent Juste está directamente inspirado en Albert Le Lay, jefe de estación de Canfranc durante la II Guerra Mundial y miembro activo de la resistencia contra los nazis. Un personaje real que fue condecorado por De Gaulle al final de la contienda y que incluso renunció a ser ministro del gobierno de Francia.
            
Tal como se cuenta en el libro, también fue real el paso por la estación pirenaica de personajes famosos como Marx Ernst, Alma Mahler, Josephine Baker, Marc Chagall o Heinrich Mann, hermano mayor del escritor Thomas Mann. Además de la impresionante estación ferroviaria, otro lugar en que transcurre parte del relato es la fonda La Serena, que se corresponde con la existente Fonda Marraco y que viene a hacer en la narración un papel similar, salvando distancias y geografía, al del “Rick's Café” en la película “Casablanca”.
            
Lo dicho, una novela entretenida y amena, con historia, suspense y algunos momentos románticos. Y que, además, está ambientada en uno de los lugares más impresionantes y atractivos de la geografía altoaragonesa.

Carlos Bravo Suárez        

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