“Sumisión”. Michel Houellebecq. Anagrama. 2015. 288 páginas.
Michel Houellebecq (Saint-Pierre, isla de La Reunión, departamento de
ultramar de Francia, 1958), además de ser un destacado escritor, es un
auténtico fenómeno literario en Francia. Autor de novelas como “Plataforma”,
“Las partículas elementales” o “El mapa y el territorio”, Houellebecq es un
personaje que no deja a casi nadie indiferente y suele crear polémica y
escándalo en muchas de sus intervenciones públicas. Ese afán provocador y
polemista se pone aún más de manifiesto en su última novela “Sumisión”, en la que el histriónico escritor,
en un ejercicio literario de política ficción, imagina una Francia gobernada
por un presidente musulmán y progresivamente islamizada en todos los ámbitos de
la sociedad.
“Sumisión” transcurre en el año 2022,
cuando a los tres partidos actuales habitualmente en liza (el Frente Nacional, la
UMP y el Partido Socialista) se une una nueva formación, la Fraternidad
Musulmana. Para evitar el triunfo del Frente Nacional, partido más votado en la
primera vuelta, los otros dos partidos apoyan en la segunda a la Fraternidad
Musulmana, cuyo líder Mohamed Ben Abbes acaba siendo elegido nuevo presidente
de Francia.
La novela está narrada en primera
persona por François, un profesor universitario de la Sorbona, máximo
especialista en el escritor del siglo XIX Joris Karl Huysmans, sobre quien ha
escrito su tesis doctoral. Como Huysmans, autor decadentista que se convirtió
del protestantismo al catolicismo, François también dará un giro radical a su
vida. Soltero, bebedor y solitario, François buscará sexo duro con prostitutas
sumisas después de que su amiga de juegos eróticos Miriam se vaya con su
familia judía a Israel tras el auge del islamismo en Francia. Pasadas las
elecciones, el narrador recorre la Francia rural y profunda e incluso pasa unos
días en el monasterio en que se recluyó Huysmans al final de su vida. Cuando
regresa a París y a la Universidad, comprobará cómo los hábitos musulmanes se
van imponiendo y extendiendo cada vez más.
“Sumisión” es una fábula futurista
que ha levantado ampollas en Francia y un fuego cruzado entre detractores y
defensores de su autor y de la novela. Sin duda, la narración despierta
fantasmas y temores en una parte de la sociedad francesa, temerosa de que ese
futuro pueda ser algún día realidad. A quienes le acusan de provocador, ha contestado
Houellebecq de esta esclarecedora manera en una reciente entrevista: “He
procedido a una aceleración de la historia, pero no puedo decir que sea una
provocación, porque no digo cosas que considere falsas solo para poner
nerviosos a los demás. Condenso una evolución que, a mi entender, es
verosímil”.
Se ha comparado esta novela con
otras obras en su momento futuristas como “1984” o “Un mundo feliz”. Se trata
de un relato que juega a la política ficción con un resultado que a muchos
puede no gustar como posible devenir de Francia. Parece decantarse también el
narrador –que no sé cuánto tiene de alter ego del propio Houellebecq– por una
respuesta religiosa tal vez necesaria según él ante el vacío al que le ha
llevado su vida anterior. Y tal vez muestre la certeza de que las
civilizaciones caen en una inevitable decadencia que las llevan a ser
fagocitadas por otras posiblemente más vigorosas y nuevas venidas casi siempre de
fuera. No se trata de estar de acuerdo con esas soluciones o posibles recambios
ni de considerarlos como un avance o un retroceso, sino de leer el libro como
una ficción literaria que tiene su propia lógica y que no parece en absoluto narrativamente
mal construida.
Carlos Bravo Suárez
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