“Música para feos”. Lorenzo Silva.
Destino. 2015. 224 páginas.
Mónica
es una mujer de casi treinta años que no destaca físicamente y acaba de salir
de una frustrante relación con un hombre casado con el que trabajaba en una
empresa periodística en bancarrota. Una noche que sale de copas con una amiga,
conoce a Ramón, bastante mayor que ella y algo enigmático, por el que, animada
por varios gin-tonics, enseguida se siente atraída. Él la acompaña a casa sin
subir a su piso, aunque le propone volver a verse el sábado siguiente. Tras ese
segundo encuentro, comienzan una relación amorosa que se verá pronto alterada
porque él tiene que viajar lejos de España por motivos de un trabajo cuya
naturaleza no quiere desvelar. Lo que ocurre luego evito contarlo aquí para no
estropear demasiado la lectura a quien no haya leído el libro y pueda tener la intención
de hacerlo.
Uno
de los ejes del relato, y motivo de su título, es el intercambio de canciones
que realiza la pareja a lo largo de su relación. Canciones a las que se hace
referencia y de las que se citan algunos fragmentos tanto en español como en
inglés, francés o italiano. Música de diversos estilos cuya lista de 21 canciones
se recoge al final del libro y conforma su banda sonora.
Mónica
es la narradora de la novela. Lorenzo Silva logra con éxito y verosimilitud
ponerse en la piel y la voz de una mujer que, cuando ya desfallecía de hacerlo,
consigue encontrar el amor de un hombre del que irá conociendo, juntamente con
el lector, detalles de su vida: profesión, amigos, familia y pasado. Hay algún aspecto de la
temática del libro que se manifiesta sobre todo en su última parte –bien
documentada y posiblemente la mejor del relato– que sin duda merecería algún
comentario en esta reseña, pero que me contengo de hacer para no dar demasiadas
pistas sobre el desenlace de la historia.
Los
dos protagonistas encarnan en cierto modo la desmitificación del romanticismo
rosa al uso: no son guapos ni demasiado jóvenes ni triunfadores ni ricos; son
personas “normalitas” que cargan con un pasado poco feliz y buscan salir
adelante cómo pueden, tanto en lo laboral como en el terreno de los
sentimientos. Y una de las cosas que va a contribuir a unirlos será la música.
La cita que encabeza el primer capítulo del libro, tomada de la canción “Chelsea Hotel #2”, de Leonard Cohen, nos resume en parte lo
que nos vamos a encontrar: “We are ugly
but we have the music” (“Somos feos pero todavía tenemos la música”).
Tal
vez no pueda decirse que “Música para feos” sea una gran novela; pero, además de
la originalidad de ponerle banda sonora a la historia que se cuenta, tiene en muchos
momentos una fuerte carga sentimental –que no sentimentalista– que la
convierten en un relato sobrio, emotivo y entrañable, contado con el registro,
la sencillez y los ritmos musicales que más y mejor parecen convenir a su
eficaz mezcla de normalidad vital y literatura.
Carlos Bravo Suárez
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