“El mal camino”. Mikel Santiago.
Ediciones B. 2015. 432 páginas.
Mikel Santiago (Portugalete, 1975) obtuvo un considerable
éxito con su anterior novela “La última noche en Tremore Beach” (Ediciones B,
2014), una adictiva intriga psicológica que transcurre en Irlanda y cuyo
protagonista es un músico recién divorciado que compone bandas sonoras para
películas. El libro ha sido traducido a numerosos idiomas y sus derechos han sido
adquiridos por la productora de Alejandro Amenábar para ser adaptado al cine
próximamente. Un año después, y en la
misma editorial, el escritor vizcaíno repite esquema y género narrativos con su
nueva novela “El mal camino”, otro emocionante thriller que logra enganchar al
lector desde sus primeras páginas.
“El
mal camino” transcurre en las idílicas tierras de la Provenza francesa, donde
millonarios y artistas buscan un tranquilo y agradable refugio lejos del estrés
y el bullicio. Allí se ha instalado, con su mujer y su hija adolescente, el
exitoso escritor de novelas de acción Bert Amandle, narrador del relato en
primera persona. La historia comienza cuando, también procedente de Londres, llega
al lugar Chucks Basil, un músico de rock que busca recuperar la creatividad y
el éxito tras una etapa emocionalmente inestable por sus problemas con el
alcohol y las drogas. Chucks, que es amigo de Bert desde sus tiempos más
jóvenes, confiesa a este que atropelló a una persona en una carretera local con
su potente Rover. Tras su huida inicial, el sentimiento de culpa le hizo volver
al lugar de los hechos y confesar el atropello a la policía. Sin embargo, no
parece haber quedado rastro del suceso y todos creen, por sus antecedentes, que
todo es producto de la imaginación y los desequilibrios psicológicos del
músico. Sólo Bert lo cree en parte y, al iniciar su propia investigación, se va
a encontrar con la existencia de una extraña clínica de desintoxicación de
adicciones en las proximidades del lugar del supuesto accidente. Enseguida
empiezan a suceder algunos acontecimientos misteriosos e inquietantes cuyas
causas el escritor va a intentar desentrañar en solitario y contra todos.
Esta
segunda novela parece confirmar la habilidad de Mikel Santiago, cuyos
referentes literarios son sobre todo Patricia Highsmith y Stephen King, para lo
que él llama el thriller de guante blanco, que en su caso transcurre en
pequeñas y tranquilas comunidades idílicas y en ambientes de personas
económicamente acomodadas. “El mal camino” mezcla con soltura, ritmo trepidante
y buena administración, el misterio, el terror y la intriga psicológica. A ello
se añade una adecuada ambientación geográfica y social, unos personajes
principales oscuros y atormentados y una pequeña pero eficaz dosis de los
problemas que el narrador protagonista del relato tiene con su pareja y con su
rebelde hija adolescente y rockera.
Un aspecto muy bien tratado en el libro es el
de la incertidumbre y la duda, y cómo puede destruirse por completo la
credibilidad de un individuo y hacerlo pasar, falsa y premeditadamente, por
loco y desequilibrado. Más aún si ha
tenido algún comportamiento anterior que permite a sus detractores utilizarlo
como argumento con la garantía de ser creídos por casi todos. Y la impotencia
del acusado para luchar contra esas falsas acusaciones y conseguir que alguien
pueda creer su versión.
“El mal camino” es un libro efectista y
entretenido, aunque, y pese a su creciente intriga, vaya de más a menos desde
su atrayente primera parte hasta su desenlace. Como él mismo ha confesado en
alguna entrevista, a Mikel Santiago le interesa sobre todo llegar a muchos
lectores, sin pretender otra cosa que hacerles pasar un buen rato con sus
historias. Sin duda logra sus objetivos, aunque para ello tenga que hacer
algunas importantes concesiones literarias en sus novelas.
Carlos
Bravo Suárez
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