“El
Pentateuco de Isaac”. Angel Wagenstein. Libros del Asteroide. 2015. 320 páginas.
“El
Pentateuco de Isaac” es la primera y más conocida de las novelas de Angel
Wagenstein (Plovdiv, Bulgaria, 1922). Fue publicada en 1998 y supuso el inicio
de una ambiciosa trilogía dedicada al destino de los judíos en la Europa del
siglo XX, que completaría más tarde con “Lejos de Toledo” (2002) y “Adiós, Shangai” (2004).
Las tres obras han sido publicadas en España por Libros del Asteroide, que ahora reedita la primera en su colección Décimo Aniversario. Antes
de dedicarse a la literatura como narrador, Wagenstein, que actualmente reside
en Sofía, había realizado una brillante carrera como guionista y director de cine.
Como
reza su subtítulo, “El Pentateuco de Isaac” trata “sobre la vida de Isaac Jacob Blumenfeld durante dos guerras, en tres
campos de concentración y en cinco patrias”. Contada en primera persona,
y obviamente dividida en cinco partes o libros, la novela narra el
periplo de un sastre judío de Galitzia (antiguo territorio del Imperio
Austrohúngaro, actualmente dividido entre Polonia y Ucrania) durante la primera
mitad del siglo XX. Blumenfeld fue sucesivamente ciudadano del Imperio
Austrohúngaro, Polonia, Rusia, Alemania y Austria, sufrió las dos guerras
mundiales y fue internado en los campos de concentración del nazismo y en los
centros de reeducación del estalinismo en la Siberia más fría y oriental,
cercana al Polo Norte.
Lo más destacable del relato es que la
tremenda tragedia vivida por el personaje es narrada con ironía y sentido del
humor, convirtiendo el fondo dramático de la historia en un relato lúcido y
divertido, plagado de chistes y anécdotas que parecen suavizar formalmente las
terribles convulsiones que sacudieron al continente europeo durante el pasado
siglo y que distancian en cierto modo al lector del horror que se describe. Wagenstein
mezcla literariamente de una manera admirable y magistral lo cómico y lo
triste, el humor y la tragedia.
La
vida y la suerte de los personajes –el protagonista, su suegro el rabino, su
mujer, sus hijos, sus jefes militares–, los vaivenes y tragedias, las
separaciones y reencuentros, la salvación y el castigo, todo parece estar
regido por el capricho y el azar más absolutos. El atolondrado joven al que su
tío lleva a Viena para que conozca mujer en un prostíbulo parece una víctima
propicia de la guerra y la crueldad que le van a tocan vivir; sin embargo, su
capacidad de adaptación al medio y el azar del destino le permiten salir vivo
de la carnicería que se lleva por delante a casi todos sus compañeros de viaje.
Tanto
el autor como su protagonista son judíos y, desde luego, ese es un aspecto
continuamente presente en “El Pentateuco de Isaac”, que, sin embargo, no es en absoluto
un libro que trate a la manera de tantos otros el drama de los judíos en la
Europa del pasado siglo. El tratamiento de Wagenstein es singular y diferente y
la novela es única y extraordinaria. También en este aspecto del libro el autor aplica continuamente el humor
y la ironía y, aunque siempre con el drama como fondo, se repiten numerosos
chistes sobre judíos que hacen que casi siempre la risa se eleve y triunfe sobre
la tristeza. Wagenstein no es religioso y el propio Dios judío es objeto de su
ironía desde la cita inicial de la novela: "Si Dios tuviera ventanas, hace tiempo que le hubieran roto los
cristales". El propio narrador Isaac, al pensar en lo que les ha pasado a
los judíos a lo largo de los tiempos y en su condición de pueblo elegido, llega
a exclamar: “¡Gracias, Dios mío, por el honor tan alto!, ¿pero no pudiste
escoger a algún otro pueblo?”
“El Pentateuco de Isaac” es una novela excepcional
y hay que agradecer a la estupenda editorial Libros del Asteroide que haya
publicado la obra narrativa de Angel Wagenstein en nuestro país. Tras la
magnífica experiencia de la lectura de este libro, uno se queda con las ganas
de leer cuanto antes los otros dos que componen la trilogía judía de este
extraordinario escritor ya nonagenario.
Carlos Bravo
Suárez
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