Alins del Monte y su iglesia de San Juan
Por el GR-23 de Alins a Calasanz
Vista de la ermita de San Bartolomé de Calasanz
Salinas de Calasanz
Pou de chelo o pozo de hielo de Calasanz
Ermita de San Bartolomé y restos del castillo de Calasanz
Iglesia parroquial de San Cipriano de Calasanz vista desde el castillo
Panorámica de Calasanz
De Calasanz a la ermita de la Ganza
Ermita de la Ganza
Grupo al completo en la Ganza
Playa fósil
Peralta de la Sal, casa santuario de S. José de Calasanz
Con Raúl Ortás del Club Litera
Saliendo de Peralta
Peralta desde el camino a las salinas
Salinas de Peralta
Balsa cerca de Gabasa
En el barranco bajo de Gabasa
Gabasa
Iglesia de San Martín de Gabasa
Salt del Pont en Gabasa
Barranco de Gabasa
Cascada de Santa Ana
Nacimiento del río Sosa
Cincuenta
personas participamos el pasado domingo en una excursión por la Litera Alta,
organizada conjuntamente por el Centro Excursionista Ribagorza de Graus y el
Club Litera de Binéfar. Fue un recorrido por la zona norte de la comarca
literana, histórica y culturalmente muy vinculada con los pueblos meridionales
de Ribagorza. El itinerario se inició en la pequeña localidad de Alins del
Monte y terminó en el barranco de Gabasa, pasando antes por Calasanz y Peralta de la Sal.
Los
cincuenta participantes nos dimos cita en Alins poco después de las 8.30 horas.
Los excursionistas ribagorzanos habíamos salido desde Graus en autobús y los literanos
se habían organizado con sus propios vehículos. Tras una rápida visita a Alins,
donde destaca su iglesia románica de San Juan, iniciamos la caminata siguiendo el
GR-23 en dirección a Calasanz. Entre ambas localidades hay poco más de 5 km,
que transitan por una pista de tierra entre bosque de pinos de repoblación. A
la entrada de Calasanz, nos desviamos unos metros a la izquierda para visitar
el magníficamente conservado “pou de chelo” (pozo de hielo) de la localidad y
ver sus antiguas salinas, las últimas que se mantuvieron en activo en la zona.
Retornamos
al camino y entramos en Calasanz, donde ascendimos hasta la elevación rocosa en
que se hallan los escasos restos del antiguo castillo musulmán y la ermita
románica de San Bartolomé. En ese punto, el más elevado del recorrido, hicimos
una parada para el desayuno y contemplamos las magníficas vistas que depara esa
privilegiada atalaya. Desde el pueblo continuamos, ya en descenso y por zona de olivos
y almendros, en dirección a Peralta de la Sal. A mitad de recorrido paramos en
la ermita de la Ganza, una construcción religiosa del siglo XVII con vivienda
del ermitaño adosada, donde nos hicimos la ritual foto de grupo.
Continuamos
por el GR-23 hasta desembocar en la carretera que une Calasanz y Peralta, que
abandonamos por la izquierda para visitar la llamada “playa fósil”, una pared
de roca vertical que conserva huellas de las olas de lo que fue un mar hace
millones de años. Entramos poco después en Peralta, atravesando su casco urbano
y pasando junto a la iglesia parroquial, la casa-santuario donde nació San José
de Calasanz y el colegio de los escolapios, orden religiosa y pedagógica
fundada por el santo en el siglo XVII. Salimos de Peralta por el puente que
cruza el río Sosa y visitamos sus afamadas salinas, una extensa red de pequeñas
balsas que mantuvo actividad hasta el año 1983.
Desde
allí continuamos camino en dirección a Gabasa donde remontamos su famoso
barranco, un sorprendente humedal de exuberante vegetación y aguas cristalinas
en el que destaca la cascada de Santa Ana. Antes de terminar la excursión vimos
el nacimiento del río Sosa, cuyo tramo más alto habíamos recorrido. Fueron 18,7
km de excursión en los que invertimos seis horas incluyendo las paradas.
Artículo publicado en Diario del Alto Aragón.
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