domingo, 18 de febrero de 2018

SYLVIA


Leonard Michaels (Nueva York, 1933 - Berkeley, 2003) publicó “Sylvia” en 1990. En esa corta y vigorosa novela, el escritor estadounidense narra la intensa y atormentada relación que mantuvo con la joven Sylvia Bloch en el Nueva York bohemio y beat de los primeros años sesenta del pasado siglo. Durante tres décadas, Michaels estuvo rumiando este breve relato autobiográfico que se convirtió en la mejor obra de su legado literario. Si Lumen publicó en 2010 los cuentos del escritor neoyorquino, ahora Libros del Asteroide edita, con traducción de Carlos Manzano y prólogo del argentino Alan Pauls, esta magnífica novela, inexplicablemente inédita hasta ahora en nuestra lengua.

Leonard Michaels, que cuenta la historia en primera persona, conoció a Sylvia cuando él tenía 27 años y había abandonado los estudios de doctorado porque deseaba consagrarse en exclusiva a su vocación de escritor. Ella, como él de origen judío, tenía 19 años e iba a comenzar los estudios de Filología Clásica. Era una chica atractiva, aunque no muy satisfecha con su físico y obsesionada con el tamaño de su nariz. Psicológicamente inestable y frágil, tenía sin embargo una inteligencia excepcional y había estudiado en un colegio para superdotados. Cuando Leonard conoce a Sylvia en el apartamento de una amiga suya en el Village neoyorquino queda subyugado por su magnetismo y, como recuerda en el libro treinta años después, “la cuestión de qué hacer con mi vida en los cuatro años siguientes quedó resuelta”. Tras el impactante flechazo inicial, enseguida van a vivir juntos y no tardan demasiado en casarse. Leonard va alternando en su relato algunas notas del diario personal que escribió en aquellos años con la narración de los hechos a posteriori, casi treinta años después de que hayan sucedido.

Sin embargo, esos cuatro años no fueron fáciles y la convivencia entre ambos se convirtió con frecuencia en un verdadero infierno. Sus discusiones son continuas y solo se ven interrumpidas por momentos intermitentes de una pasión sexual igualmente tempestuosa y violenta. La desasosegante y traumática relación fue una montaña rusa de amor y odio que, como se vislumbra ya desde el principio, va a acabar en tragedia. Porque, como escribe Alan Pauls en el inicio de su prólogo, en “Sylvia” no hay suspense: “Apenas empieza el relato, como en las tragedias griegas, la suerte está echada, y está echada aun antes de que se arrojen los dados”. El escritor argentino resume así la novela: “’Sylvia’ es la versión estilizada del primer catastrófico matrimonio de su autor”.

El libro tiene casi dos únicos personajes: el narrador y, sobre todo, Sylvia, cuyo carácter inestable y voluble analiza en profundidad y con detalle el propio narrador y marido, que no duda en calificar varias veces a su mujer como una loca. Aparecen también algunos amigos de la pareja e incluso hay presencias fugaces de escritores conocidos, como el ya entonces famoso Jack Kerouac, con quien Leonard da un paseo en coche. Pero, si hay una presencia con fuerza y bien descrita en la novela, esta es la del Nueva York de los años sesenta, principalmente la del barrio de Greenwich Village en el que viven los protagonistas. Es el Nueva York de la generación beat, de Ginsberg y Kerouac, de la bohemia artística, las drogas y la experimentación sexual, de la presencia permanente del jazz como banda sonora de aquel tiempo, de los tugurios humeantes donde actúan figuras como Miles Davis, Ornette Coleman, Charles Mingus o Sara Vaughan. La época de Elvis, de Fidel Castro y del presidente Kennedy intentando acostarse, como dice el narrador, con las actrices de Hollywood. Desde luego, Michaels consigue en pocas páginas, además de narrar una destructiva y patológica historia de amor y odio, plasmar un penetrante retrato y una lúcida radiografía del Nueva York de aquellos años.

“Sylvia” es sin duda una pequeña gran novela, que logra condensar, en un estilo directo y conciso, el relato de una historia trágica y tempestuosa y el espíritu de fondo de una época. La máxima graciana de “lo bueno, si breve, dos veces bueno” se cumple aquí plena y satisfactoriamente.

“Sylvia”. Leonard Michaels. Libros del Asteroide. 2017. 144 páginas.

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