Hace tres años reseñamos en
esta sección el libro “Monasterio”, de Eduardo Halfon (Ciudad de Guatemala,
1971). Escribimos entonces que Halfon es un caso peculiar de las letras
hispanas: un escritor, descendiente de judíos libaneses y polacos, que nació en
Guatemala, que abandonó este país a los diez años para residir y estudiar en
Estados Unidos, que volvió posteriormente a Guatemala donde ejerció como
catedrático de literatura y que, siempre en lengua española, ha publicado una
quincena de interesantes libros que lo convierten en un autor con una
trayectoria literaria ya consolidada. La editorial valenciana Pre-textos publicó
en España sus primeras obras y la magnífica Libros del Asteroide ha editado las
tres últimas. Tras “Monasterio” (2014) y “Signor Hofman” (2015), “Duelo”, que
ganó el I Premio de las Librerías de Navarra, es su libro más reciente.
“Duelo” es una novela corta, género habitual en el que
mejor se desenvuelve el escritor, que no necesita recurrir a narraciones más
largas para construir relatos llenos de intensidad y hondura. De nuevo, el
autor judío guatemalteco combina autobiografía y ficción en esta nueva novela,
que se inicia con el recuerdo por parte del narrador de la noticia recibida en
su infancia sobre la muerte de un hermano de su padre, ahogado de niño en el
lago Amatitlán sin que nunca apareciera posteriormente su cadáver. Esto hace
que años después el narrador se desplace
a orillas del lago, donde en sus años infantiles pasaba los fines de semana en
el chalet de sus abuelos, para investigar o recabar información sobre la muerte
de su tío Salomón. Lo que espolea su interés es justamente la prohibición
paterna de escribir sobre el asunto: “Usted no escribirá sobre esto, me
preguntó o me ordenó mi papá, su índice elevado, su tono a medio camino entre
súplica y mandamiento. Pensé en responderle que un escritor nunca sabe de qué
escribirá, que un escritor no elige sus historias sino que estas lo eligen a
él, que un escritor no es más que una hoja seca en el soplo de su propia
narrativa. Pero por suerte no dije nada. Usted no escribirá nada sobre esto,
repitió mi papá, su tono ahora más fuerte, casi autoritario. Sentí el peso de
sus palabras. Por supuesto que no, le dije, quizás sincero, o quizás ya
sabiendo que ninguna historia es imperativa, ninguna historia necesaria, salvo
aquellas que alguien nos prohíbe contar”.
Halfon intercala la narración del viaje a Amatitlán,
donde encontrará a doña Ermelinda, una mujer que conoce los ritos ancestrales
de la cultura guatemalteca y el uso de las plantas para el propio conocimiento,
con la memoria de la infancia y las relaciones con sus padres y sus abuelos.
Hay así un recuerdo para sus dos abuelos, ambos judíos, uno libanés y otro
polaco que estuvo en un campo de concentración nazi durante el Holocausto, una
experiencia de la que siempre se negó a hablar.
El propio autor destaca que eligió la palabra “duelo”
como título del libro por su triple significado en español: “luto, combate –el
duelo entre hermanos– y dolor”. Las tres cosas encontramos en su novela. Desde
el propio título, el libro es un alarde de sencillez, sentimiento, sobriedad,
elipsis y concreción narrativa, pero también de simbolismo e interpretación
abierta. “Duelo” es un bello ejercicio de indagación, de búsqueda interior, de
memoria de la propia vida, del pasado familiar y de la infancia. Un doble
viaje, interior y externo, que combina la historia y la geografía del viaje
físico con la introspección del itinerario psicológico en busca de la verdad
íntima y de la memoria misteriosa y siempre ambigua.
Lo más sorprendente del libro es su bello y
abierto final, un magnífico broche para esta breve novela que, tanto por su
estilo sobrio y elegante como por los muchos niveles y capas de su contenido,
constituye una pequeña joya literaria. Eduardo Holfan es ya un escritor
asentado y sus breves narraciones permiten al lector disfrutar en pequeñas
dosis del placer de la mejor literatura.
“Duelo”. Eduardo Halfon. Libros del Asteroide.
2017. 112 páginas.
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