La
novela “El andorrano”, del periodista Joaquín Abad (Almería, 1952), editada por
la minoritaria Cibeles, está siendo un fenómeno literario extraordinario y
sorprendente. Al parecer, se trata ya del libro más vendido nunca en Andorra y
creo que a la hora de escribir estas líneas va ya por su séptima edición.
Además, ha tenido un enorme éxito en su edición digital en Amazon. Seguramente
el hecho de que, desde el principado, algunas familias intentaran sin éxito
secuestrar la edición de la novela ha contribuido aún más a su difusión
posterior.
El
escándalo y el interés del libro vienen motivados por el tema que trata. En un
artículo de 2015, embrión de la novela, el propio Abad lo explica en este
párrafo que transcribo: “Con la guerra civil española y luego con la Segunda
Guerra Mundial le tocó (a Andorra, se entiende) la lotería. A los pastores les
llegaban peticiones de familias que huían de la guerra en España y marchaban a
Francia con todos sus alhajas, ahorros, cubiertos de plata, en la maleta. Por
supuesto, los pastores se ofrecieron de guías para llevarlos al otro lado de la
frontera, a salvo de sus perseguidores. Durante la Segunda Guerra Mundial
cientos de judíos, también con sus riquezas en la maleta, oro, brillantes,
etc., solicitaban los servicios de los guías andorranos para llegar a España
donde se les prometía refugio frente al dominio nazi. Algunos de esos guías se
hicieron ricos. Riquísimos. Las grandes fortunas actuales de Andorra son nietos
de esos pastores, de esos guías, que en muchos casos se quedaron con las
riquezas de los judíos que les contrataban. Todos los años, tras el deshielo,
aparece algún que otro cadáver en los pasos de montaña. Cadáveres con las
muñecas atadas con alambres abandonados a su suerte hace setenta años... Sus
descendientes, sí, descendientes de auténticos criminales, son los que ahora
lideran la banca andorrana, así como las grandes empresas concesionarias de
lujosas marcas de vehículos, instalaciones hoteleras, etc.”.
Como
ven el asunto no es moco de pavo. El principal personaje de la novela, con el
que empieza la historia, es un pastor almeriense que en 1938 huye de su pueblo
tras apuñalar al alcalde que estaba violando a su sobrina. Ayudado por un
camionero, consigue huir de los milicianos que lo persiguen y, tras varias
peripecias, llegar hasta Andorra, donde comenzará a trabajar como guía y
pasador de la frontera con los pastores autóctonos, que ayudan primero a los
que huyen de Franco durante la Guerra Civil y poco después a los que, en
sentido inverso, escapan de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Aunque con
algunos escrúpulos al principio, Antón, que así es conocido el personaje, se
suma a la práctica habitual de despeñar, atar con alambres y dejar morir de
frío a los huidos, supuestamente ricos y principalmente judíos, para robarles
sus pertenencias. Después de la guerra mundial, algunos de esos pastores son
inmensamente ricos y comienzan a montar diversos negocios en Andorra, desde
bancos y hoteles hasta los embriones de los actuales supermercados, que todavía
regentan hoy sus descendientes.
Las
investigaciones de un periodista almeriense, alter ego del autor, y el interés
de los descendientes de una familia de joyeros judíos parisinos desaparecidos
en la Segunda Guerra Mundial, además de la frecuente aparición en los deshielos
de cadáveres con las manos atadas con alambre, hacen volver a la palestra
aquellos hechos del pasado que todos querían mantener en el olvido. Aunque se
trata de una novela, desconozco si los nombres de los personajes son reales,
pero al parecer estos pueden ser identificados con cierta facilidad por los
habitantes del principado. De ahí el enorme escándalo provocado en la pequeña y
cerrada sociedad andorrana. Por otro lado, sí aparecen algunos nombres reales y
reconocibles en el relato, como los de Jordi Pujol y su familia, habituales
visitantes de Andorra adonde llevan, como otros políticos convergentes, el
abundante dinero procedente de las comisiones políticas cobradas durante largo
tiempo en Cataluña. Un asunto sobre el que, como se dice en la novela, la
prensa catalana teledirigida desde el poder siempre hizo la vista gorda y nunca
quiso indagar.
La
novela transcurre en dos planos temporales: el periodo que va de 1938 a 1945,
en que ocurren los hechos, y el de los años 80, en que se desarrolla la
investigación. Una crítica destacable puede hacerse al libro: que desde el
punto de vista de la sintaxis y la ortografía deja mucho que desear, pues son
muy abundantes las faltas de concordancia y las ausencias de tildes
prescriptivas. Ya se ha publicado una segunda parte de la novela a la que al
parecer seguirá una tercera hasta componer una trilogía.
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