Afincado
en Zaragoza, Sergio del Molino (Madrid, 1979) es uno de los escritores más en
alza de la literatura española actual. Columnista durante años de Heraldo de
Aragón y actualmente de El País, es autor del exitoso ensayo “La España vacía”
y de interesantes novelas como “La hora violeta” o “La mirada de los peces”.
“La piel”, publicado por Alfaguara, es su último libro.
“La
piel” es un libro singular y atípico. Aunque pueda considerarse sobre todo una
novela, es una obra de intención miscelánea y mestiza, donde se mezclan
diferentes géneros y registros literarios. Sin ser en puridad ninguna de estas
cosas, el libro tiene parte de ficción pero también de ensayo y de
autobiografía. Lo define muy bien el crítico Santos Sanz Villanueva: “La forma
mestiza de ‘La piel’ permite aunar la autoficción, lo ensayístico, lo
novelesco, la indagación antropológica y el testimonio histórico social. La
prosa creativa y vivaz sustenta una escritura de alta calidad literaria y
emocionante que Sergio del Molino trasmite con poderío comunicativo”.
El
libro está narrado en primera persona, pero huyendo de cualquier
egocentrismo, y su tema principal y eje
vertebrador es la psoriasis, enfermedad cutánea que padece el narrador y sobre
cuya condición “monstruosa” habla con su hijo, a quien va destinado el texto. A
partir de ahí, se dedican sucesivos capítulos a personajes famosos que han
sufrido esta enfermedad y a su relación con la misma y la influencia, positiva
o negativa, que ha tenido en su comportamiento con los demás. “Me he
identificado con un montón de monstruos, me he contado a través de sus vidas,
me he rascado en sus propias llagas y me he dolido en sus huesos. He recogido
sus historias para contárselas a mi hijo y que entienda a qué raza pertenece su
padre […]”.
El primero
de esos personajes es Stalin, de cuyo carácter represor y genocida culpa el
autor a la psoriasis, que induce al siniestro personaje a la venganza (“Como yo
no soy historiador, puedo decir sin que suene a herejía, que fueron el picor,
el dolor reumático, la vergüenza y, sobre todo, la envidia del bronceado y de
la piel fina sin más imperfección que una peca diseminada en el nacimiento del
cuello, lo que causó el desastre”).También tiene capítulo dedicado el escritor
estadounidense John Updike, del que se cuenta su atracción por una joven y
bella bibliotecaria negra a la que el creador de Conejo visita con frecuencia durante
unas vacaciones veraniegas en una pequeña y alejada isla de las Antillas
británicas; la cantante neoyorquina Cyndy Lauper, intérprete, entre otras, de
dos canciones (“Girls Just Want to Have Fun” y “Hope”) que despiertan
sentimientos contrarios en el autor, que adora la primera y desprecia la
segunda; o el narcotraficante Pablo Escobar, obsesionado por reafirmar su
virilidad ante su anfitrión homosexual que busca infructuosamente su atención y
simpatía. Y, sobre todo, y para cerrar el libro, el escritor ruso Vladimir
Nabokov, por el que del Molino muestra su devoción literaria. Nabokov llamaba a
la psoriasis “mi griego” y de él se cuenta un episodio de infidelidad en un
periodo de ausencia de su mujer Vera y otro de su estancia de niño en Biarritz,
donde aprendió la denominación vasca de la palabra mariposa.
Pero
hay otros personajes, que sin padecer psoriasis, también tienen su importancia
en el libro, como el estudioso alemán Felix von Luschan, autor del método que
lleva su nombre, compuesto por treinta y seis baldosas ordenadas en escala
cromática que representan todos los tonos posibles de la piel humana y que da
pie para reflexionar sobre el racismo y el conocido caso del negro disecado de
Banyoles. Muchos otros temas aparecen en el libro: la relación entre sanos
y enfermos (la enfermedad como “seña de
identidad más profunda que cualquier otra marca de clase o nación”), entre
padres e hijos, entre la piel y el sexo o los médicos y los pacientes, el
negocio de los tratamientos cutáneos, la obsesión por la apariencia y la tiranía
de la imagen y algunos más. Siempre bien engarzados en las diferentes historias
que se cuentan.
Como escribe
Rubén Amón, “la mejor virtud del libro consiste en la naturalidad de la
narración, la atención que suscitan sus vaivenes, la armonía con que se
traslada de la ironía a la sensibilidad, del sarcasmo a la angustia, de la
erudición al coloquialismo”. No puedo extenderme más aquí, pero termino
diciendo que “La piel” es un libro magnífico, que me ha gustado mucho y cuya
lectura recomiendo vivamente.
“La
piel”. Sergio del Molino. Editorial Alfaguara, 2020, 236 páginas.
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