Agujas de Perramó y pedrera
Ibón alto de Batisielles con el collado de la Plana al fondo
Río Estós
En estos tiempos en los que,
por diferentes circunstancias, la naturaleza está cada vez más valorada y el
senderismo y los deportes relacionados con la montaña y el entorno natural son más
practicados que nunca, en la comarca de Ribagorza y, sobre todo, en el valle de
Benasque, tenemos el privilegio de contar con algunos de los rincones más
bellos y atractivos para la práctica de estas actividades. Uno de esos lugares
es, sin duda, el valle de Estós. A un recorrido por sus ibones o lagos de
montaña está dedicado este artículo.
Al valle de Estós se accede desde Benasque por la
carretera A-139 en dirección a Llanos del Hospital. Una vez pasado el desvío de
Cerler e inmediatamente después de atravesar el río Ésera por el puente de San
Jaime, debemos tomar el primer desvío a la izquierda, que en un momento nos
llevará a una explanada que sirve de aparcamiento, donde dejaremos el vehículo
para iniciar nuestra excursión a pie. Es este un valle que ofrece bastantes
posibilidades y diversos itinerarios que, por lo general, están bien
señalizados. El propio excursionista, según sus deseos y preparación física,
podrá elegir la opción que más le convenga. Nosotros hemos elegido una ruta por
diversos ibones, que puede alargarse más o menos en función de las ganas y el
interés de cada caminante.
Iniciaremos nuestro recorrido en el citado aparcamiento y
nos dirigiremos a una pista que transcurre en su primer tramo por la margen
izquierda del curso descendente del río Estós, con las paredes rocosas a
nuestra derecha y el río a la izquierda del sentido de nuestra marcha.
Pasaremos enseguida frente a la caída vertical de agua de la canal de Marsal,
cuyos aludes de nieve invernales forman el llamado puente de hielo, que se
mantenía antiguamente durante todo el año y servía de interesante atractivo
turístico. Unos metros más arriba, encontramos una pequeña presa sobre el río
Estós, que a partir de ese momento desciende impetuoso y con fuerte estruendo hasta
que lo crucemos por un sólido puente de madera, conocido como la palanca de
Aguacari.
El ancho camino transita ahora por la margen derecha del
río, en suave pero constante subida y con vistas más amplias de prados, bosques
y montañas. Dejaremos a la izquierda la cabaña-refugio de Santa Ana y, en un bello bosque de hayas, encontraremos la fuente de Coronas, construida
rústicamente sobre madera. Aunque el agua no esté tratada, no parece
contraproducente beberla y suele venir bien usarla para refrescarse, sobre todo
en la bajada tras el esfuerzo realizado. Desde aquí no tardaremos mucho en
llegar al primer cruce importante del itinerario. Si siguiéramos recto, iríamos
al refugio de Estós, antes llamado el Cantal, pero nosotros cogeremos el camino
de la izquierda que, como indican perfectamente los carteles, nos lleva a la
zona de Batisielles. El sendero va acentuando su subida por hermosos bosques y,
tras atravesar el barranco de Batisielles por el puente metálico de los
Carboneros, se hace más estrecho y va trazando su rápido ascenso en continuos
zig-zags hasta llegar al ibonet de Batisielles, un lugar bucólico y hermoso
rodeado de verdor y custodiado a nuestra izquierda por las tucas de Ixeia y a
nuestra derecha, y algo más lejanas, por las prominentes agujas de Perramó. Situado
a 1.870 m. de altitud, es este un buen lugar para hacer una parada junto a la
pequeña cabaña que hay a nuestra derecha, recrearse en el paisaje, comer algo y
reponer fuerzas para lo que queda de itinerario. Hasta aquí habremos recorrido
unos cinco kilómetros en menos de dos horas, con un desnivel de 550 m., desde
el punto de salida.
En el ibonet de Batisielles empieza verdaderamente
nuestra ruta circular por un buen número de ibones del valle Estós. Podemos
elegir entre ir primero al ibón gran de Batisielles, a nuestra derecha y a una
hora de subida desde aquí, o a los ibones de Escarpinosa, por nuestra izquierda
y a unos 45 minutos de camino. Elegimos esta segunda opción y vamos a
Escarpinosa bordeando el ibonet de Batisielles por la derecha y dejando a la
izquierda el barranco, que nos ofrece durante el camino la vista de varias
hermosas cascadas. El sendero, siempre en ascenso, pero sostenido y bien
señalizado, nos conduce a uno de los parajes más bellos y concurridos del valle,
en el que merece la pena hacer otra parada más o menos larga en función del
tiempo que llevemos recorrido y lo que queramos continuar andando luego. Quiero
recordar aquí a mi amigo Venancio Castán, ribagorzano de ilustre familia de
origen grausino y actualmente residente en Madrid como médico jubilado, que
escribió varios libros que tienen como protagonista al doctor Escarpinosa, un
médico detective que se dedica a resolver casos misteriosos a la vez que ejerce
su profesión como galeno.
Desde Escarpinosa, nosotros nos dirigiremos a los ibones
de Perramó, situados algo más arriba, siguiendo un camino de mayor subida y que
ya no tiene marcas sino hitos o montoncitos de piedras. Para ello bordearemos
por detrás el ibón grande de Escarpinosa hasta llegar al segundo, junto a la
enorme cascada que cae en largo chorro desde la zona de Perramó. Aquí, es muy
interesante salirse brevemente del camino por nuestra izquierda para contemplar
las mejores vistas del ibón grande de Escarpinosa, con el pico Perdiguero al
fondo. De vuelta al sendero pisado, hay que estar atento a los hitos, numerosos
y bastante visibles, que ascienden por una pronunciada ladera que pese a su
aparente verticalidad no suponen tanta dificultad como pueda parecer a simple
vista. En cualquier caso, hay que tomarse la subida con calma y estar atento a
los hitos que marcan el empinado sendero. Ellos nos llevarán, en algo menos de
una hora, aunque siempre según los ritmos de cada uno, al primer y gran ibón de
Perramó, otro precioso lugar que merece otra parada y un descanso tras el
esfuerzo.
Sin adentrarnos en lo profundo del valle o circo que se
abre ante nosotros, donde veríamos algunos ibones más, nos dirigiremos a
nuestra derecha hacia las puntiagudas agujas de Perramó, que siempre tendremos
muy visibles y por debajo de la cuales pasaremos para conectar con el GR-11,
que sube desde el ibonet de Batisielles y se dirige al collado de la Plana.
Tras pasar por algún otro pequeño ibón, llegaremos a una incómoda zona de
grandes bloques de piedras que no tendremos más remedio que atravesar poniendo
mucha atención y siguiendo algunos hitos que pueden servirnos de guía. Cuando
salgamos de este caos de rocas, deberemos ascender un poco para llegar al
GR-11, ya con sus características y reconocibles marcas rojiblancas.
Una vez alcanzado este camino marcado, tenemos la
posibilidad de dirigirnos a la derecha y descender hacia el ibón gran de Batisielles
o girar a la izquierda y, en menos de media hora de camino, ver un par de
ibones más: el ibón de la Aigüeta de Batisielles y, más pequeño, el ibón alto o
ibón blanco de Batisielles. Ambos están subiendo hacia el collado de la Plana
que lleva al refugio Ángel Orús, en un bonito circo a cuya izquierda tenemos el
pico Escorvets y a la derecha la Tuca Mincholet. Una vez vistos estos dos
escondidos ibones, volvemos sobre nuestros pasos para, siempre siguiendo las
marcas rojiblancas del GR-11, descender al ibón gran de Batisielles y desde
allí al ibonet, donde cerraremos el itinerario circular que nos ha permitido
ver, entre grandes y pequeños, prácticamente una decena de ibones del valle.
Desde el ibonet de Batisielles, regresaremos al
aparcamiento de Estós por el mismo camino por el que habíamos subido. El pasado
mes de julio realicé con un grupo de amigos del Centro Excursionista Ribagorza
el itinerario que acabo de describir en este artículo. Según el GPS, el
recorrido fue de 18,5 km y el desnivel acumulado de 1.122 m. El punto más
elevado fue de 2.418 m. y el más bajo de 1.376. La duración total de la excursión,
con varias paradas algo largas, fue de nueve horas. En cualquier caso, por ser
tan completo en la contemplación de un buen número de ibones, es este un
itinerario bastante exigente físicamente, pero, como ya he dicho, la excursión
puede reducirse y adaptarse al gusto y nivel de cada excursionista.
Hay, al menos, un par de ibones más situados también en
la margen derecha del valle de Estós. Son los de Montidiego y Bardamina, dos
lagos de montaña de gran belleza, pero muy solitarios y poco visitados y de más
difícil acceso que los anteriores.
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