Colson
Whitehead (Nueva York, 1969) es ahora mismo el más importante de los escritores
estadounidenses negros. O afroamericanos, como prefieren decir algunos en un
eufemismo al uso y más en la línea imperante de lo políticamente correcto. Whitehead
ganó el Premio Pulitzer en 2017 con su novela “El tren subterráneo” y ha vuelto
a ganarlo en 2020 con su última novela “Los chicos de la Nickel”, que ha sido
publicada recientemente en España por Random House con traducción del inglés a
cargo de Luis Murillo Fort. Autor de siete novelas y dos libros de ensayo,
Whitehead es un escritor comprometido con la causa de la lucha de los negros
por los derechos civiles y la denuncia de la violencia y el maltrato contra
este colectivo en Estados Unidos, pero evita obviamente caer en sus obras en
cualquier tipo de maniqueísmo o en el relato políticamente panfletario y
partidista. Todo lo contrario, sin perder la carga de compromiso y denuncia propia de su temática y
posición, sus dos principales narraciones logran un alto nivel literario tanto
en su forma como en sus contenidos.
“Los chicos de la Nickel” parte de
un hecho real: en 2014, se encontraron los restos de más de ochenta jóvenes
enterrados en el jardín de un reformatorio del estado de Florida. A partir de
ese hecho, la acción se retrotrae varias décadas atrás y la novela narra
principalmente la vida cotidiana en ese extenso instituto-reformatorio en el
que encontramos jóvenes tanto blancos como negros que sobreviven a un duro
régimen de internado. Elwood Curtis es el principal personaje del relato, un
joven negro, impregnado de la filosofía pacifista y antisegregacionista de Martin
Luther King. Un chico serio, responsable y trabajador, que por una nefasta
coincidencia es detenido por ir junto a un conductor negro en un coche robado.
Elwood ha sido recogido tras hacer autoestop para ir a la universidad en la que
va a iniciar estudios. De manera paradójica y cruel, lo que era el inicio de un
viaje hacia la dignidad y la libertad va a llevarlo al infierno de un internado
que marcará su juventud y su futuro. Su sueño acaba convirtiéndose en una
terrible pesadilla y Elwood será testigo y víctima de los abusos y torturas que
allí se practican, y que son especialmente crueles y vejatorios con los
internos negros, así como de la corrupción y depravación que se ha ido
apoderando del instituto fundado por el personaje cuyo apellido le ha dado el
nombre que aparece en el título del libro.
Además de Elwood, encontramos en la
novela, que da varios saltos en el tiempo y acaba transcurriendo en Nueva York,
otros personajes interesantes, como la abuela del protagonista, una mujer
estricta y luchadora con la que vive tras ser abandonado por sus padres.
También el aprovechado abogado que lleva el caso de Elwood y lo deja en la
estacada o algunos de sus compañeros internos, tanto los amigos que lo apoyan
como los abusones y enemigos que le crean complicaciones. Y, entre los más
despreciables, el temido y despiadado superintendente Spencer. Algunos
episodios, como el del campeonato anual de boxeo del internado del capítulo 9,
constituyen en sí mismos verdaderas joyas literarias del relato breve.
Obviamente, el tema principal de la
novela es la denuncia de los abusos y el trato humillante en el reformatorio y
en especial sobre los internos negros. Pero, sobre ese sustrato racista, por
otra parte real e incontestablemente presente en la sociedad estadounidense de
aquellos años, Colson Whitehead construye una narración sólida y bien
estructurada, contada con elegancia y variedad de recursos, que engancha al
lector y evita tanto el panfletismo político y racial como el cargar las tintas
sobre un dramatismo demasiado sentimentalista. En el plano del contenido, es
muy interesante constatar las dudas que va experimentado Elwood a medida que
avanza la novela y va recibiendo golpes a pesar de la nobleza que preside
siempre su comportamiento. Elwood, que comienza siendo un lector devoto de
Martin Luther King y defensor a ultranza de sus ideas pacifistas y
antiviolentas, acaba teniendo algunas dudas sobre la verdadera utilidad de ese
tipo de repuesta.
En resumen, “Los chicos de la
Nickel” es una magnífica novela, comprometida y de denuncia pero equilibrada y
literariamente excelsa, que consolida a Colson Whitehead (qué curioso y
paradójico por otro lado su apellido) como uno de los grandes escritores actuales.
Son muy pocos los autores que han ganado el Premio Pulitzer con dos novelas
consecutivas. Esperaremos con impaciencia su nueva entrega. Tampoco sería de
extrañar que no tardáramos mucho en ver “Los chicos de la Nickel” adaptada al
cine. La novela contiene todos los ingredientes para que un director adecuado
la convierta en una película de éxito.
“Los
chicos de la Nickel”. Colson
Whitehead. Random House. 2020. 224 páginas.
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