domingo, 1 de noviembre de 2020

SAN, EL LIBRO DE LOS MILAGROS


 

“San, el libro de los milagros” ha supuesto para mí una de las mayores sorpresas literarias de los últimos meses. Un libro singular y diferente que, dentro de una ambientación rural con cierta tendencia al alza en nuestra literatura presente, combina originalidad e innovación creativa con un excepcional uso del lenguaje y una gran calidad literaria. Una narración que parece por encima de cualquier moda y llamada a perdurar en el tiempo.

Su autor es Manuel Astur (Grado, Asturias, 1980), una persona con una intensa y variada trayectoria cultural. Escritor y profesor, poeta, periodista, productor musical, ha publicado el poemario “Y encima es mi cumpleaños” (2013), la novela “Quince días para acabar con el mundo” (2014) o el ensayo “Seré un anciano hermoso en un gran país” (2016). Colabora en diferentes proyectos y publicaciones y ​en 2017 fue elegido por la asociación de festivales europeos de literatura Literature Across Frontiers como una de las diez nuevas voces más interesantes del continente y único representante español. Con “San, el libro de los milagros”, editado por la prestigiosa Acantilado, parece haber dado un importante salto hacia una mayor proyección cualitativa y cuantitativa dentro del panorama literario de nuestro país.

Lo primero que sorprende de la novela es su título, de aire evangélico, bíblico o hagiográfico. Y el narrador, que en cierta consonancia con el título, es colectivo y, en principio, desconocido para el lector. Adquiere así la narración un tono mítico, próximo a la parábola o la leyenda. La historia transcurre en una zona rural de Asturias. El personaje principal es Marcelino, al que llaman Lino, que vive en una aldea próxima a San Antolín, una pequeña localidad de la montaña asturiana. Lino es el tonto del pueblo y, casi sin querer, ha matado a su hermano que ha pretendido engañarlo con su casa y su hacienda. Tras el crimen, Lino huye y se esconde un tiempo en un pueblo abandonado y deshabitado. En su periplo, y por la presencia de la noticia en los medios de comunicación, el personaje ve experimentando un proceso de popularización, convirtiéndose en cierta medida en un ídolo, una especie de santo moderno.

Al inicio de la novela, encontramos al personaje Lino ya mayor tras la muerte de su hermano pero, a modo de flash back y con saltos aleatorios en el tiempo, vamos conociendo diversos episodios de su infancia y de sus años más jóvenes. De todas maneras, no estamos para nada ante una narración convencional sobre un personaje, pues en la novela se van intercalando un buen número de historias míticas, creencias y dichos populares, sucesos acaecidos a otros personajes del pueblo y episodios legendarios. En esa línea, el libro se divide, como el “Mío Cid” y no parece casualidad, en tres cantares.

El crítico Santos Sanz Villanueva ha resumido perfectamente los méritos literarios de la novela: “Manuel Astur combina la libertad imaginativa y el vanguardismo en la forma con la creatividad verbal. Su prosa es fluida y dúctil, y el gusto por la palabra le lleva a encadenar en un párrafo aislado medio centenar de verbos. Todo ello sirve a una libérrima observación de la naturaleza humana en clave de parábola. Esta novela literaria tiene el sello de una resuelta originalidad y es obra de alto mérito”.

En cierto modo, aunque con una incuestionable originalidad, se puede inscribir esta novela dentro de la corriente literaria conocida como neorruralismo, que ambienta sus relatos en la naturaleza y en los lugares despoblados o poco habitados de la España vacía. En ese sentido, hay alguna concomitancias, aunque no demasiadas, con otras novelas como “Intemperie”, de Jesús Carrasco, o “Los asquerosos”, de Santiago Lorenzo, ambas reseñadas aquí en su momento.

Se puede escribir mucho más sobre esta novela de casi inagotables lecturas, pero voy a terminar con esta certera y conclusiva frase del crítico Víctor Amella: “La voz de Manuel Astur trae cantos ancestrales; con ella escribe “San, el libro de los milagros”, relato salvaje y hermoso, lírico y crudo, tremendista y delicado, sobre un tonto del pueblo, Marcelino, cándido y noblón, primordial, un santo que mata a su hermano y nos deja solos ante un espejo, el espejo de la tribu humana”. En cualquier caso, no es fácil hacerse una idea de este libro con lo que pueda escribirse sobre él. Solo leyéndolo y recreándose en cada una de sus páginas puede el lector intentar aprehender su denso y rico contenido.

“San, el libro de los milagros”. Manuel Astur. Acantilado. 2020. 176 páginas.

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