En
estos tiempos convulsos de nuevos conflictos y complejas dependencias
energéticas, me ha parecido oportuno recordar en estas páginas el hallazgo que
se produjo en la década de los sesenta del pasado siglo XX en la localidad
ribagorzana de Centenera. En 1967, en Centenera, localidad próxima a La Puebla
de Fantova, y hoy perteneciente al municipio de Graus, se encontró gas. Eran
los tiempos de los llamados “petroleros”, cuyos camiones de color verde
surcaban las sinuosas carreteras ribagorzanas y de muchos otros lugares de
España. Con los petroleros trabajaron muchos grausinos y ribagorzanos que
recorrieron buena parte de la geografía de nuestro país en busca del cotizado
“oro negro”. Los resultados no fueron demasiado productivos, pero en varios
lugares afloraron algunos yacimientos de gas. Uno de ellos fue Centenera.
Centenera
es un pueblo de estructura medieval, con su caserío apiñado en torno a una
calle. La iglesia parroquial se levanta solitaria, y separada del conjunto, en
la parte baja del lugar. A mediados del pasado siglo, Centenera contaba con
dieciséis casas abiertas. Luego, como en tantos otros lugares, la emigración produjo
un efecto devastador. Sin embargo, sobre el papel, la localidad nunca estuvo
deshabitada del todo. Eso se debió al empeño de la familia Serena y alguna otra
más que, aunque ya no vivían en el pueblo, siguieron, contra viento y marea,
empadronados en él. A principios del presente siglo, llegaron a Centenera una familia
galesa (una pareja con dos hijos) y algunos holandeses. Después, se fueron
estableciendo allí nuevos pobladores, procedentes de distintos lugares de
Europa, que compraron algunas casas en el pueblo. Actualmente, según el censo
de 2021, hay quince personas empadronadas en Centenera.
Pero
volvamos a aquel año de 1967 en el que Centenera fue centro de actualidad por
el descubrimiento de un filón de gas en su término municipal, no muy lejos de
su caserío, en la zona denominada La Planera. La noticia corrió como la pólvora
y los medios de comunicación regionales y no pocos nacionales se hicieron eco
del suceso. El Heraldo de Aragón mandó a Graus y a Centenera a Alfonso Zapater,
uno de sus periodistas más destacados de aquel tiempo. Zapater publicó en el Heraldo
varios artículos sobre la importancia del hallazgo producido en nuestra comarca.
En el primero de ellos, explica sus dificultades para llegar a Graus, el
secretismo que se encontró en el lugar de la prospección y las fundadas
expectativas que pareció despertar el descubrimiento. En el segundo, Zapater
sitúa ya en los años treinta el conocimiento de la existencia de gas en
Centenera, cuando un pastor de la zona descubrió de manera casual su posible
presencia en los alrededores del pueblo.
Para
ir directamente al grano, reproduzco aquí buena parte de esos dos artículos
publicados por Alfonso Zapater en Heraldo de Aragón en 1967, citados a través
de la noticia que de ellos dio, también en Heraldo, el periodista Mariano García en 2009. Empiezo con el primer
artículo, publicado el 31 de enero de 1967, en el que Zapater relata su llegada
a Graus y su desplazamiento a Centenera para conocer de primera mano lo que allí
realmente estaba ocurriendo.
“La
primera noticia siempre es confusa. Hay que andarse con tiento. Basta con
recordar lo sucedido en Valdeajos [Burgos]. El caso es que en Centenera ha
comenzado lo que muy bien puede denominarse 'Operación Petróleo del Alto
Aragón'. Son los mismos síntomas y las mismas precauciones. Centenera, una
aldea perdida en nuestro mapa regional, ha saltado a la actualidad; se ha
convertido en noticia.
Creo
que, por esta vez, las esperanzas están fundamentadas. He visto demasiadas
caras sonrientes. El optimismo de los técnicos y del personal que trabaja en
los sondeos es un síntoma revelador. Aunque luego las palabras dejen mucho que
desear. Impera la ley del silencio. Pero hay razones y argumentos.
Desde
nuestra ciudad hay un largo camino a recorrer. Un camino lleno de sol y
montaña. Es necesario dejar Barbastro en la hondonada y rebasar las obras del
pantano de El Grado. La carretera es tortuosa y empinada. El puerto de San
Roque, con sus 670 metros de altura, es como la puerta de acceso a Graus. No he
visto ninguna otra localidad, en día de labor, con tanta gente en las calles.
Se ven animados corrillos por doquier. Imagino que el tema preferente de
conversación girará en torno al petróleo de Centenera. La gente insiste en esta
afirmación: ‘Hay petróleo’. Cuando pregunto por esta localidad, apenas saben
darme razón.
-Sí,
el petróleo se encuentra a diecisiete kilómetros.
-¿Es
cierto que han visto las llamas de los gases desde el monumento a Joaquín
Costa?
-Por la
noche se veía el resplandor.
El
monumento a Joaquín Costa se encuentra en la parte más baja de la localidad. Es
imposible que desde allí se divisaran las llamas. Luego nos deshacen el error.
No las divisaron desde el monumento a Joaquín Costa, sino desde el erigido al
Corazón de Jesús, en el cerro más elevado de las inmediaciones.
Para
llegar a Centenera hay que tomar un desvío a la derecha y recorrer diecisiete
kilómetros de estrecha y sinuosa pista de tierra. Se ven sucesivos carteles con
flechas indicatorias. 'Enpasa'. Es el anagrama de la empresa que realiza las
prospecciones. La Puebla de Fantova
queda a la izquierda [sic]. Una mujer señala con el índice de su mano derecha:
-Allí
está la 'pilona'.
La
'pilona' es la torre de sondeos. Todos los lugareños le dan este nombre.
Levanta su gran mole en una planicie del terreno, entre pinos, carrascas y
chaparros. Centenera queda a la izquierda, en el valle. El campo de sondeos
registra inusitada actividad. Los martillos de la torre se dejan caer
pesadamente, con un sonido siempre igual. A primera vista parece que las
máquinas trabajan sin la ayuda del hombre. A la entrada del campo hay unos
carteles bien expresivos: 'Prohibido el paso a toda persona ajena a los
sondeos', 'Prohibido fumar'. El lugar es conocido con el nombre de La Planera.
El sol cae a raudales, casi con la misma fuerza que el martillo de la torre de
prospección. La tierra es areniza. Los técnicos se muestran cautelosos y se
resisten a ofrecer datos concretos. Lo cierto es que las llamas de la noticia
que ha sido divulgada por todas las agencias nacionales no se ven por ninguna
parte. Aunque han permanecido, inalterablemente, desde mediados del pasado mes
de diciembre. Hace dos días que cerraron las válvulas.
En
Graus me dijeron:
-Se
les escapó el gas y se incendió. Ahora ya han conseguido taponarlo.
En
Graus vieron las llamas de un incendio forestal. Ardieron algunos pinos junto
con el gas.
-Pero
el gas –puntualizan los técnicos– no se incendió. Sale helado, y es preciso
calentarlo y someterlo a numerosas pruebas. El incendio lo provocamos nosotros
con el fin de realizar las correspondientes comprobaciones. Para apagarlo no se
precisaba otra cosa que cerrar la válvula.
-Pero
la han tenido abierta por espacio de casi mes y medio.
Sonríen.
No sueltan prenda. Sonríen con suficiencia y hasta con misterio. El gas, por lo
visto, es efectivo. El sondeo ha dado resultados satisfactorios en este
aspecto. Puede considerarse positivo. Al otro lado de la frontera, en Lacq –poco
más de treinta kilómetros en línea recta–, existen los yacimientos de gas más
importantes de Francia.
-¿Qué
tipo de gas se ha encontrado en Centenera?
-Puede
poner butano si lo desea.
Los
técnicos vuelven a sonreír. Aseguran que no se puede precisar el tipo de gas
encontrado. Que todavía se encuentra en periodo de análisis. Es posible, sin
embargo, que sea rentable y pueda comercializarse. Cinco técnicos y treinta
obreros prosiguen los trabajos con optimismo. Quince de estos hombres son
franceses. La concesión de los terrenos corresponde a la Empresa Nacional de
Petróleos de Aragón, pero los sondeos corren a cuenta de la Empresa Nacional de
Petróleos de Navarra. El capital es francés y español.
-¿En
qué medida?
-No.
Perdone. No podemos decirlo.
-¿A
qué profundidad se encuentran los sondeos?
-A
3.200 metros.
-¿A
cuántos salió el gas?
Otra
vez el silencio. Es una consigna que se cumple a rajatabla. El jefe del campo
de sondeos es francés, M. Roger Trescazes. Con él se encuentran don Rafael
Moreno García, facultativo de minas; don Alfonso González, encargado de
Geología, y el señor Feola.
-Los
trabajos –nos informan– comenzaron el mes de julio del año pasado.
-Pero
no se trata del primer sondeo.
-En
junio concluimos con otro pozo, al que dimos el nombre de 'Campané' [Tal vez el
nombre real fuera Campanué]. Llegamos a profundizar hasta 3.000 metros, sin
resultados positivos.
-Ahora
es distinto.
-Esperamos
que sí.
-¿Cuándo
se confirmará la presencia de petróleo?
-Hasta
el verano, ni una palabra.
Se
excusan con la sonrisa misteriosa de siempre. Les hago reparar en los bidones
que se amontonan al margen del campo de sondeos, los cuales despiden cierto
olor y dejan escapar un líquido negro, sospechoso. Por si fuera poco, en los
mismos puede leerse perfectamente: 'Refinería de petróleos de Escombreras.
Cartagena (España)'.
-No
estamos almacenando petróleo –protestan–.
-¿Qué
es, entonces?
-Aceite
para los motores.
La
respuesta no parece muy convincente, pero hay que admitirla así. El gas, a veces,
representa el inicio de petróleo; a veces, no. Quedándose en gas a secas, del
tipo que sea, también representa una fuente de riqueza. Los yacimientos
franceses de Lacq pueden servir de ejemplo. Las empresas que realizan los
sondeos –con capital español y francés–, dependen del Instituto
Nacional de Industria. Los técnicos se excusan con estas palabras, además de
con sus consabidas sonrisas misteriosas:
-No
podemos hablar. Nos lo ha prohibido la dirección.
Y uno
piensa, no sabe si acertadamente o no, que estas consignas de silencio siempre
resultan sospechosas. Sucedió otro tanto en Valdeajos. Y ahí está el petróleo.
Me huele –y nunca mejor empleada la palabra– que va a suceder otro tanto en el
Alto Aragón. Por lo pronto, la 'Enpasa' ha llenado de flechas diecisiete
kilómetros de trayecto y ha construido a sus expensas tres kilómetros más de
carretera”.
Este
es el relato, casi al completo, del primer artículo de Alfonso Zapater en
Heraldo de Aragón tras su visita a Centenera. Pocos días después, el 16 de
febrero de 1967, el conocido periodista zaragozano publicaba un segundo
artículo sobre el tema. En él, se remontaba a 1930, cuando de manera casual un
pastor de la zona descubrió la existencia de gas cerca del pueblo de Centenera.
Tras encender un cigarrillo, el pastor tiró la cerilla a un charco para que se
apagase. Sin embargo, de manera sorprendente, del agua brotó una fuerte
llamarada que asustó al pastor. Este hecho puso sobre la pista de la posible
existencia de gas o petróleo en Centenera y trajo al lugar a un geólogo ruso en
1932. En los años cuarenta, Eleuterio Palacios, realizó las primeras y
rudimentarias prospecciones. Así lo cuenta Zapater en su artículo:
“Todavía
se habla de Centenera. ¿Cómo no? El petróleo siempre ha ejercido un extraño
poder entre las masas. Los productivos yacimientos de Lacq (Francia) han
influido, más tarde, para que el gas pase a primer término. El petróleo, en
todo caso, será una feliz coincidencia. De un tiempo a esta parte se viene
hablando más insistentemente sobre los yacimientos de gas en la provincia de
Huesca. No sólo por lo que respecta a Centenera, sino a otras zonas próximas.
El gas fluye a ras de tierra, sin esfuerzo alguno. La noticia no es de ahora.
Data de 1930. Ya entonces, aunque sorprenda un tanto, se extendió por el país
la espectacular llamarada del gas oscense. Hemos conocido a uno de los pioneros
de aquella época. Todavía conserva la documentación que acredita su actividad
petrolífera y los frutos obtenidos. Don Eleuterio Palacios Clavé nos muestra
una acción de la compañía Hidrocarburos Españoles, S. A., actualmente
extinguida.
-Se
constituyó con un capital social de 300.000 pesetas –informa–. Luego, lo fuimos
dejando. Hasta que perdimos los derechos.
-¿Con
esa cifra pensaban iniciar los sondeos?
-Entonces
era mucho más respetable que ahora.
Sin
embargo, aunque se obtuvo gas, no se llevó a efecto su explotación comercial.
Ahora, don Eleuterio Palacios ha ofrecido su concurso –su experiencia y sus
datos técnicos–, a la Empresa Nacional de Petróleos de Aragón, S.A., (ENPASA),
que tiene la concesión del campo de sondeos de Centenera.
-Creo
que mi aportación les puede resultar útil.
-¿Cuál
es su aportación?
-Denuncié
una zona de 11.000 hectáreas, que se extendía desde el pueblo de Samper al de
Salinas y desde Palo a Campo. Comprende toda la comarca de La Fueva.
-¿Ventajas
de esta zona?
-El
gas fluye sin esfuerzo alguno. Sale a flor de tierra. Yo no realicé
prospecciones y en cambio obtuve gas metano.
Don
Eleuterio Palacios nos habla del descubrimiento. Como sucede frecuentemente, se
debió a la casualidad. Se produjo de manera pintoresca. Fue un pastor el
primero en dar la alarma. Tras encender un cigarrillo, arrojó la cerilla a un
pequeño charco. Pensó que el agua la apagaría inmediatamente. Pero no sucedió
así. Surgió una llamarada que alarmó al pastor. El viento, más tarde, se
encargó de apagarla.
-Todo
esto –puntualiza don Eleuterio Palacios– sucedía en 1930. El pastor lo puso en
conocimiento de 'El Americano' de Barbastro. Este último fue el primero que
recogió el gas que fluía a presión desde el suelo.
-¿Trascendió
la noticia?
-Tanto
es así, que en 1932 visitó el lugar un geólogo ruso. Confirmó el yacimiento de
gas y habló de la posibilidad de encontrar petróleo.
Don
Eleuterio Palacios quiso llevar a cabo la explotación de estos yacimientos en
1944. Llenó una garrafa de aquel mismo gas que fluía a presión de entre la
tierra resquebrajada. Previamente, recibió las oportunas instrucciones sobre la
manera de llenar el recipiente, con el fin de evitar las mezclas.
-Aquel
gas fue analizado –explica– por don Vicente Gómez Aranda, catedrático de
Química Orgánica. Arrojó un porcentaje del ochenta y siete por ciento de pureza
de metano.
-Es
cuando usted se decidió a denunciar las once mil hectáreas de terreno.
-Sí.
Comprendía las demarcaciones denominadas 'Corazón de María' y 'Ana Mari'.
Don
Eleuterio Palacios, no conforme con los resultados, acudió a Madrid, al
Instituto Nacional de Industria. El gas volvió a ser examinado por los
ingenieros, señores García Dueñas y Polavieja, dando los mismos resultados
positivos.
-También
entonces –recuerda– resultó espectacular el hallazgo. Las llamas se veían a
diez kilómetros de distancia. Prendíamos el gas para localizar los yacimientos.
Luego el viento apagaba las llamas.
-¿Cómo
abandonaron su empeño, tras unos principios tan prometedores?
-Nos
faltó ayuda económica. Pero el gas metano que obtuvimos era bueno. Lo envasé
sin tener experiencia, y aun así arrojó un ochenta y nueve por ciento de
pureza. Si lo hiciera ahora, estoy seguro de que llegaría hasta el noventa y
siete por ciento.
-¿Contó
con el debido asesoramiento técnico?
-Sí.
El geólogo francés M. Maurice Mainguy pasó tres días conmigo, analizando
detenidamente las zonas de los yacimientos. Conservo todavía los planos y
estudios realizados, con fotografías de los bancos de fósiles y minas de sal.
Esta
es la historia –probablemente la primera historia– de los yacimientos de gas en
la provincia de Huesca. El descubridor fue un pastor anónimo, en colaboración
con la casualidad. Pero don Eleuterio Palacios Clavé se erigió, más tarde, en
pionero de las prospecciones petrolíferas en aquella zona. Fue el primero que
pensó en explotar los yacimientos comercialmente. Prueba de ello son las
acciones que todavía conserva. 'Hidrocarburos Españoles, S. A'. Es como una
premonición. Actualmente, las acciones carecen de valor. Pero cuenta la
experiencia de don Eleuterio Palacios. De la misma manera que cuentan los
planos y estudios que posee sobre los yacimientos de gas en la provincia de
Huesca.
-La
zona que denuncié se encuentra a unos diez kilómetros de Centenera. Está mucho
más próxima a los yacimientos franceses de Lacq.
La
historia puede quedar así. Sin embargo, será necesario volver a recordarla en
breve. Estamos seguros”.
En
estos dos artículos, podemos observar las dos etapas en el proceso del
descubrimiento del gas en Centenera. Una primera fase, menos conocida, en los
años treinta y cuarenta del pasado siglo. Y una segunda, que se da a conocer
sobre todo en los inicios de 1967. A pesar de las altas expectativas existentes
tras las prospecciones de los años sesenta, por diferentes motivos no se
continuó adelante con las extracciones y el proyecto se paralizó.
Recientemente,
en 2020, la promotora Pyrenees Energy Spain pidió la reapertura del pozo
Carlota, situado en Centenera. El Inaga (Instituto Aragonés de Garantía
Ambiental) emitió un informe desfavorable al plan “en tanto no se garantiza la
protección ambiental y la gestión adecuada de los residuos de acuerdo a la documentación
presentada”. La resolución del Inaga acaba con el proyecto de extraer
gas de esa supuesta bolsa localizada por Enapsa (Empresa Nacional de Petróleos
del Pirineo) a mediados del siglo pasado para acabar desistiendo de su
explotación en 1967 porque no se iban a alcanzar los objetivos inicialmente
previstos. Para el Inaga, el nuevo plan había levantado una fuerte oposición en
el territorio por los paralelismos con el ‘fracking’ que presentaba la técnica
que planteaba aplicar la compañía, sucesora de Industrias Mineras de Teruel y
con vínculos con el Banco de Sabadell.
Según
la promotora, se trata de un emplazamiento en el que “el gas presenta la
capacidad de fluir naturalmente y sin estimulación del yacimiento al sondeo”
por tratarse de “un yacimiento carbonatado fracturado en el que el gas fluye de
manera natural hacia el sondeo a través de las fracturas del macizo rocoso”,
pese a encontrarse el depósito “confinado por más de 500 metros de roca
impermeable” de tipo marga. Según las noticias de prensa, la autorización
inicial del Gobierno de Aragón daba a Pyrenees Energy Spain cuatro años para
realizar los sondeos previos a la extracción y para tomar una serie de medidas
ambientales, entre las que destacaban la prevención de la contaminación de los
acuíferos de la zona y la obligación de “asegurar la inocuidad del proyecto
sobre las aguas superficiales y subterráneas”, una de las consecuencias más
habituales, junto con el hundimiento de terrenos, del ‘fracking’ o fractura
hidráulica, un sistema vetado en la comunidad autónoma desde hace varios años.
La
explotación del pozo, que debería suspenderse en caso de detectar daños en los
sistemas hídricos, iba a generar, por otro lado, el lanzamiento a la atmósfera
de más de mil toneladas de CO2 al cabo del año “por la quema del gas natural en
la antorcha, siempre y cuando se obtengan esos flujos”. Eso iba a ocurrir en
una zona catalogada como de riesgo de incendio forestal medio-alto. Sin
embargo, al final no llegarán a realizarse ni siquiera los sondeos previos. “El
informe desfavorable está motivado en la ausencia de firma y la no
identificación de los autores y su titulación de manera que se justifique su
solvencia técnica”, señala la resolución del Inaga, que también destaca la
existencia de “carencias documentales que dificultan su valoración” y “la no
incorporación al documento de algunos de los condicionados de la declaración de
impacto ambiental”. No obstante, ese mismo informe abre la puerta a
que “el promotor pueda iniciar de nuevo el trámite mediante la presentación de
la documentación completa en la que responda de forma detallada a los
condicionados establecidos en la declaración de impacto ambiental” y a que
justifique e incluya “los objetivos y contenidos” del plan de restauración,
especialmente en lo referente a la gestión de los residuos y a la protección y
rehabilitación de los espacios afectados.
Los
planes de Pyrenees Energy Spain incluían realizar una perforación desde una
torre de 34 metros de altura para retirar los tapones cementados situados desde
hace 53 años a 2.535, 2.425 y cien metros de profundidad. “A medida que se
realiza la perforación se recirculará fluido por el pozo observando el retorno,
controlando pérdidas, ganancias o presencia de gas en el fluido de
perforación”, señala el informe, mientras la compañía lleva a cabo “la fase de
disparos para determinar el potencial productor de hidrocarburos”. En caso de
no resultar viable la explotación, “se procederá al sellado del pozo con al
menos tres barreras de contención física que eliminarán toda posibilidad de
fuga de cualquier fluido procedente del sondeo hacia la superficie”, en una
operación que incluiría el “corte de la tubería del pozo a unos dos metros de
profundidad, soldándole una plancha de acero y recubriendo la zona con capa de
cemento de un metro de espesor y enrasada con tierra hasta la superficie del
terreno”.
Finalmente,
este proyecto de hace un par de años de retomar la explotación del pozo Carlota
de Centenera quedó definitivamente desechado. Este es, de momento, el último
capítulo de la ya larga historia del gas de Centenera. Tal vez en el futuro
tengamos nuevos episodios de este relato que arrancó en 1930, cuando un pastor encendió
su cigarro junto a un charco.
No
sabemos lo que nos deparará el futuro, pero lo más inmediato es la celebración
de nuestras Fiestas Mayores, ya, por fin, sin las restricciones de estos pasados
años de pandemia. Así que no queda más que cerrar esta colaboración anual en
las entrañables páginas de El Llibré deseando a todos los grausinos,
ribagorzanos y visitantes unas Felices Fiestas de Graus 2022.
(Artículo publicado en El Llibré de las Fiestas de Graus 2022)
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