“Te di ojos y miraste las tinieblas” es la tercera novela de Irene Solà (Malla, Barcelona, 1990). Tras el poemario “Bestia”, de 2012, la escritora catalana debutó en la narrativa en 2018 con “Los diques” y obtuvo en 2019 un considerable éxito de crítica y lectores con la magnífica y original “Yo canto y la montaña baila”, reseñada en esta sección, que fue traducida a más de treinta idiomas. Ahora, de nuevo en Anagrama, publica “Te di ojos y miraste las tinieblas”, escrita como las anteriores originariamente en catalán y también traducida al castellano por Concha Cardeñoso Sáenz de Miera.
Como ya hiciera en su anterior novela, Irene Solà ambienta “Te di ojos y miraste las tinieblas” en la Cataluña más rural y profunda. En este caso, en la zona montañosa de Las Guillerías, en la confluencia de las comarcas de la Selva y Osona, en torno a la población de Sant Hilari Sacalm, entre la plana de Vic y las estribaciones del macizo del Montseny. La novela transcurre principalmente en la masía Clavell, en un tiempo cronológico de un solo día, dividida en seis partes: madrugada, mañana, mediodía, tarde, atardecer y noche. Sin embargo, el tiempo narrativo abarca desde el siglo XVI hasta la actualidad, con numerosos saltos en el tiempo y la presencia de las diferentes generaciones, principalmente de mujeres, que han habitado en la remota masía.
La propia editorial Anagrama proporciona una precisa sinopsis de la novela en su promoción: “Escondida entre riscos lejanos, en algún remoto lugar de las Guillerías transitado por cazadores de lobos, bandoleros, emboscados, carlistas, hechiceras, maquis, pilotos de rally, fantasmas, bestias y demonios, la masía Clavell se agarra al suelo como una garrapata. Es una casa, sobre todo, habitada por mujeres, y donde un solo día contiene siglos de recuerdos. Los de Joana, que para encontrar marido hizo un pacto que inauguró una progenie aparentemente maldita. Los de Bernadeta, a quien le faltan las pestañas y, de tanta agua de tomillo que le vertieron en los ojos cuando era una niña, acabó por ver lo que no debía. Los de Margarida, que en vez de un corazón entero tiene uno de tres cuartos, rabioso. O los de Blanca, que nació sin lengua, con la boca como un nido vacío, y no habla, solo observa. Estas mujeres, y más, hoy preparan una fiesta”.
En una versión moderna y libre de lo que tiempo atrás se llamó realismo mágico, Irene Solà mezcla la realidad y la fantasía, la historia y las leyendas, las tinieblas y la luz, el día y la noche, la vida y la muerte. Como explica la propia autora, “una de las ideas centrales que me ha interesado mucho para el desarrollo de este libro tiene que ver con el folclore regional, el imaginario visual y la tradición oral que se generan en torno al pacto con el demonio”. Pero, como se recoge en una nota al final del libro aludiendo a las fuentes bibliográficas consultadas, hay mucho más del folclore popular, la literatura oral y las tradiciones y la historia de la zona geográfica en que se desarrolla la novela. Desde cuentos y leyendas referidas al demonio hasta numerosos recetarios que se plasman en los suculentos guisos que preparan las diferentes mujeres de la masía. También el personaje masculino del Clavel y sus correrías está en buena medida inspirado en el legendario bandolero Joan Sala i Ferrer, más conocido como Serrallonga, ajusticiado públicamente en 1634.
El relato, que tiene un buen ritmo narrativo, con una prosa a veces algo barroca y recargada, está impregnado de recetas y sabores, olores buenos y malos, sexualidad y erotismo a veces llenos de morbosidad, partos, escatología, torturas… En una entrevista reciente, Irene Solà precisa así el proceso narrativo de su novela: “Me imagino la voz narrativa como una presencia fantasmagórica más que se pasea por esta casa y se acerca a los personajes. Durante la investigación, con las recetas, los procesos judiciales por bandolerismo… este lenguaje va apareciendo de manera muy orgánica desde la perspectiva de las mujeres muertas, que nacieron muchos años antes y para las que un móvil es un espejito mágico”.
Sin quitar mérito a la novela, en mi opinión, y sin poder resistirme a las odiosas comparaciones, no alcanza el grado de perfección y cualidades literarias que mostraba la anterior “Yo canto y la montaña baila”. Hay momentos de abigarramiento y cierta confusión lectora en algunos tramos narrativos de “Te di ojos y miraste las tinieblas”. Tal vez por un exceso de voluntad de estilo y afán de modernidad literaria a la hora de ensamblar en el relato materiales de procedencia más tradicional y folclorista. Y esto, que es un mérito en buena parte de la novela, parece volverse en contra de facilitar la comprensión al lector en algunas secuencias del relato. En cualquier caso, “Te di ojos y miraste las tinieblas” es una novela notable y digna de recomendación. Y en Irene Solà encontramos a una de las voces más jóvenes y destacadas de nuestra literatura.
“Te
di ojos y miraste las tinieblas”. Irene Solà. Anagrama. 2023. 176 páginas.
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