Mariana
Enríquez (Buenos Aires, 1973) es una escritora de culto y una de las voces más
destacadas de la literatura argentina actual. Hasta el punto de convertirse en
un fenómeno social en su país y, como si fuera una estrella del rock, llenar
los teatros donde lee sus textos, presenta sus libros o es entrevistada.
Enríquez es periodista y docente y ha publicado las novelas “Bajar es lo peor”
(1995), “Cómo desaparecer completamente” (2004), “Este es el mar” (2017) y,
sobre todo, “Nuestra parte de noche”, obra con la que ganó Premio Herralde de
Novela en 2019 y que la consagró internacionalmente. Además de cultivar otros
géneros literarios, la escritora es apreciada especialmente por sus libros de
cuentos: “Los peligros de fumar en la cama” (2009), “Las cosas que perdimos en
el fuego” (2016, y reseñada en esta sección) y “Un lugar soleado para gente
sombría”, recientemente publicada en nuestro país, como todos sus libros
anteriores, por Anagrama.
“Un lugar
soleado para gente sombría” contiene, igual que sus otros dos libros de
relatos, doce cuentos que pueden inscribirse de manera general en el denominado
género de terror. Pero este género adquiere en la narrativa de la escritora
argentina unas características y connotaciones propias y personales. En estos
cuentos se produce una equilibrada simbiosis entre la realidad y la fantasía.
Se parte de un relato que describe realidades cotidianas en barrios urbanos o
poblaciones rurales, con problemas de delincuencia, drogadicción, inseguridad,
enfermedad o despoblación y abandono, a los que se van incorporando elementos
de terror y fantasía, que se van adueñando de la narración y elevan la
inquietud en el lector. Y este tránsito se hace de manera fluida, sin cambios
demasiado bruscos ni violentos. Como si esos terrores ya estuvieran dentro de
la realidad y formaran parte o surgieran de ella. Pareciendo en ocasiones que
esos horrores crecientes fueran, en cierto modo, producto de los propios miedos
que los personajes llevan dentro de ellos mismos.
En
“Mis muertos tristes”, una mujer, que vive en un barrio cuyos habitantes se
sienten asediados por la creciente delincuencia, habla con los fantasmas de su
madre y de algunas víctimas de la violencia que la inseguridad ciudadana
desencadena. “Los pájaros de la noche” parte de algunas leyendas de la región
de Paraná, según las cuales algunas mujeres eran castigadas y convertidas en
pájaros. “La desgracia en la cara” hace referencia a la enfermedad monstruosa
que se transmite entre las mujeres de una familia. En “Julie”, uno de mis
relatos preferidos, se nos presenta a una familia argentina que vive en Estados
Unidos y vuelve a Argentina, de cuya sociedad y sus defectos no dejan que
quejarse, para tratar el extraño caso de su hija y sus supuestas relaciones
sexuales con fantasmas. En “Metamorfosis”, encontramos de nuevo la relación de
una mujer madura con su cuerpo enfermo. También la enfermedad protagoniza “La
mujer que sufre”. “Un lugar soleado para gente sombría”, que da título al
libro, transcurre en Los Ángeles y tiene como tema principal la muerte de la
joven Elisa Lam, personaje real cuyo cadáver apareció en el tanque de agua del céntrico
Hotel Cecil de la ciudad californiana. “Los himno de las hienas” es un relato
en el que el horror surge de un lugar donde ocurrieron hechos siniestros
durante la dictadura militar argentina. En “Diferentes colores hechos de
lágrimas”, título de una canción del grupo musical The Velvet Underground, son
los vestidos de mujeres maltratadas los que se impregnan y transmiten el
terror. Un hecho trágico de la infancia persigue a los personajes en
“Cementerio de heladeras”. “Un artista local” es el relato que más me ha
gustado del libro. Tiene la atmósfera de algunos cuentos de Lovecraft y
transcurre en un pueblo perdido, arruinado desde que el tren dejó de pasar por
él, donde llueve sin parar y vive un extraño pintor. Cierra el libro “Ojos
negros”, una historia angustiante en un centro de acogida de personas sin
hogar.
Aunque
los relatos de Marina Enríquez pueden inscribirse en la brillante tradición
cuentista argentina, cuya lista integran, entre otras, figuras tan destacadas
como Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares o Roberto
Arlt, las influencias temáticas de la escritora son sobre todo anglosajonas. De autores como Stephen King, Thomas Ligotti, Jack
Kerouac, Comarc MacCarthy, Edgar Allan Poe, Henry James o H. P. Lovecraft. Y con
concomitancias evidentes con escritoras argentinas coetáneas como la magnífica Samanta
Schweblin. También son destacables las influencias musicales. La escritora es
una gran aficionada a la música rock y, al final del libro, cita algunos discos
y canciones que la acompañaron mientras escribía el libro.
En cualquier caso, los cuentos de Mariana Enríquez tienen un toque personal e intransferible y una ambientación específica que los hacen únicos, distintos y sumamente sugerentes. Unas magníficas narraciones en las que no es fácil establecer con nitidez la frontera entre la realidad y la fantasía. La escritora argentina se ha convertido por mérito propio en una de las maestras más reconocidas del relato de terror contemporáneo.
“Un lugar soleado para gente sombría”. Mariana Enríquez. Anagrama. 2024. 232 páginas.
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