domingo, 15 de junio de 2025

"LOS CRÍMENES DEL RETIRO", UNA ÍNTRIGA NEGRA EN EL MADRID DE 1900


“Los crímenes del Retiro” es una novela negra y policiaca que, por su rigurosa documentación histórica y su trama original y bien resuelta, puede situarse por encima de la media de las muchas que se publican actualmente dentro del género en que se inscribe. Su autor es Pedro Herrasti ((Madrid, 1964), periodista que trabajó en varios diarios y revistas y ha impartido cursos sobre literatura y cine. Es un gran conocedor de Madrid y de la historia de la ciudad y en ella ha ambientado sus anteriores novelas: “El Demonio de Lavapiés” (2009), “El libro de las tinieblas. Un alguacil al servicio de Felipe IV” (2013),Capitán Franco” (2014) y “Madrid era una fiesta” (2022). También en la capital del reino transcurre “Los crímenes del Retiro”, publicada recientemente por el sello editorial Salamandra.

“Los crímenes del Retiro” es una brillante intriga policial ambientada en el Madrid de 1900. Dividida en dos partes (“Vidas sombrías” y “La busca”, dos títulos barojianos), los hechos narrados suceden durante todo el mes de abril y cada capítulo se corresponde con un día de ese mes. El relato comienza con el hallazgo del cadáver de una joven en Las Injurias, una barriada chabolista y marginal situada al sur de Madrid, a orillas del río Manzanares. Junto a la fallecida, identificada luego como una lavandera del barrio convertida en prostituta, aparecen una flor y un famoso poema de Rubén Darío. Entre el gentío arremolinado junto al cadáver, se halla Pío Baroja, un joven médico de 28 años que administra una tahona, heredada de una tía, en el centro de Madrid y que, en su deseo de convertirse en escritor, está interesado en conocer la miseria de la vida madrileña como fuente de inspiración. También aparece en el lugar el policía Miguel Herranz, combatiente en la guerra de Filipinas, de donde acaba de regresar con graves secuelas físicas y psicológicas producidas por la enfermedad del beriberi.

Miguel Herranz es el encargado de dirigir la investigación policial del caso y Baroja se ofrece para ayudarlo en sus averiguaciones. Intentando desentrañar una intriga cada vez más enrevesada y compleja, juntos recorrerán el Madrid de la época: los suburbios populares más inmundos y desamparados, los suntuosos salones y palacios de la aristocracia y sus fiestas, las tertulias literarias donde se reúnen los escritores y artistas de la bohemia modernista, los prostíbulos de diferente condición, los teatros y los cafés cantantes… Con una documentación exhaustiva y precisa, el Madrid del cambio de siglo se convierte en un personaje más de la novela. Una ciudad retratada con rigor, con sus luces y sus sombras, que se debate entre el pesimismo nacional tras la pérdida de Cuba y Filipinas y la aparición de las nuevas corrientes artistas que confluyen en el llamado Modernismo.

Los dos personajes principales de la novela son los ya citados Miguel Herranz y Pío Baroja, que constituyen en cierto modo una pareja de investigadores a la manera de Sherlock Holmes y el doctor Watson. Herranz es un policía imbuido de la metodología moderna, basada en la racionalidad y la deducción lógica y alejada de la brutalidad imperante en la policía española de la época. Pío Baroja, más intuitivo, es el gran hallazgo literario de la novela. Nos encontramos a un joven solitario, hosco y testarudo, desorientado, que ha estudiado medicina pero que descarta trabajar como médico, que ahora regenta una panadería que tampoco le satisface y ha publicado un libro (“Vidas sombrías”) y duda de su capacidad para escribir obras de mayor envergadura. Mientras, busca inspiración para ellas en los bajos fondos de la ciudad, esos que retratará con maestría en su trilogía “La lucha por la vida”. Asistimos, por lo tanto, a su formación como escritor y a su participación en las tertulias literarias de la época, junto a Rafael Cansinos Assens, Ramón María del Valle-Inclán, Emilio Carrere y Alejandro Sawa, máximos representantes de la bohemia madrileña. Hay otros personajes de la novela que también existieron en la realidad: los jefes policiales Ramón Fernández-Luna y José Millán Astray (padre e hijo), los delincuentes Juan Rinaldi y Jesús Gayoso, el amoral y decadente aristócrata Antonio Hoyos y Vinent, el niño Felipe Sandoval (luego conocido anarquista) o Consuelo Vello Cano, “La Fornarina”, guapa y famosa cantante de cuplé. En cualquier caso, y como indica su autor, estamos ante una obra de ficción, y todo lo relatado en ella no tiene ninguna verosimilitud histórica, salvo que refleja el Madrid sórdido y miserable de “La busca” de Pío Baroja.        

Pedro Herraski ha insertado con equilibrio y maestría una brillante y compleja trama policiaca en un contexto histórico y social perfectamente documentado. Con una prosa sobria y directa, que combina la descripción detallista con los diálogos más acerados, ha construido una intriga absorbente que, a través de sorprendentes giros y golpes de efecto, mantiene la atención del lector hasta la última página del libro. “Los crímenes del Retiro” es un eficaz, ameno y entretenido thriller policial que recorre el amplio espectro histórico y social del Madrid del año 1900.

“Los crímenes del Retiro”. Pedro Herrasti. Salamandra. 2025. 352 páginas.


domingo, 1 de junio de 2025

"EL BUEN MAL", LOS NUEVOS CUENTOS DE SAMANATA SCHWEBLIN


Ajena a urgencias y presiones editoriales, Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978) se toma su tiempo para escribir y elabora trabajosamente sus narraciones. Además de dirigir talleres de escritura en diversos lugares del planeta, la escritora argentina, afincada en Berlín desde hace más de diez años,  ha publicado las novelas “Distancia de rescate” (2014) y “Kentukis” (2018) y los libros de relatos “El núcleo del disturbio” (2002), “Pájaros en la boca” (2009) y “Siete casas vacías” (2015). Ahora, coincidiendo con la reedición en nuestro país de “Kentukis”, una novela sobre las nuevas tecnologías que reseñamos en su momento en esta sección, acaba de publicar “El buen mal”, un libro con el que vuelve al relato breve, un género que domina a la perfección, con maestría y oficio literario.

“El buen mal” consta de seis cuentos, que tienen, sobre todo dos de ellos, una extensión algo mayor que los que componen los libros de relatos anteriores de la autora. Se abre con una cita de la destacada cuentista argentina Silvina Ocampo: “Lo raro siempre es más cierto”. Y, ciertamente, lo raro y lo diferencial tienen una presencia medular en los cuentos de Samanta Schweblin. No encontramos aquí elementos sobrenaturales, ni fantasmas, ni terror, como en los relatos de su compatriota Mariana Enríquez, otra de las autoras destacadas de la nueva generación de narradoras argentinas. Samanta Schweblin parte de presupuestos realistas que nunca son convencionales y que parecen llevar al límite lo verosímil y creíble. Son relatos que tienden hacia lo raro sin salirse de lo real, aunque a veces se sitúen en la frontera con la locura, lo inverosímil, lo irracional o lo imposible.

El título “El buen mal” había sido elegido en un principio por la autora para el primer cuento del libro. Sin embargo, se convirtió en el del conjunto de relatos, pues, en cierta manera, la irrupción del mal (enfermedad, muerte, locura, violencia…) en su cotidianidad desata en los personajes la aparición de fuerzas ocultas inusuales que acaban propiciando resultados favorables en su personalidad y devenir vital. Lo explica muy bien la escritora Pilar Adón: “Dotados de una belleza que sacude, estos relatos absorbentes y cautivadores se enfrentan a lo más feroz de lo privado, extrayendo de lo sombrío de la existencia una luz que se queda con nosotros y genera adicción”. La aparición de lo extraño transforma las vidas de unos personajes vulnerables y frágiles, provocando unas veces dolor y otras ternura, coraje superador, incertidumbre o culpa. Hay temas habituales de la narrativa de Samanta Schweblin que aparecen de nuevo en estos cuentos: las difíciles relaciones entre padres e hijos, la irrupción de algunos personajes en las casas ajenas en una suerte de allanamiento de morada, el predominio en sus historias  de estos espacios interiores (en ocasiones con tintes claustrofóbicos), o la presencia de animales (caballos, conejos, gatos…), dotados de un determinado simbolismo.

“Bienvenida a la comunidad” es el primer cuento del libro. Se inicia con el intento fallido de suicidio de la narradora. El relato, al contrario de lo habitual, lleva de la muerte a la vida y la protagonista debe enfrentarse a la cotidianidad como si nada le hubiera ocurrido. “Un animal fabuloso” parte del recuerdo de una madre de la muerte en accidente de su hijo y de la necesidad de hablar de ello, veinte años después, con una amiga presente en el suceso. En “William en la ventana”, la narradora está becada en una residencia para escritores en Shanghái junto a otros autores de diferentes lugares del mundo. Entre ellos, una irlandesa que ha dejado un marido y un gato, llamado William, en su país. “El ojo en la garganta” es uno de los cuentos más largos, logrados y complejos del libro. En una magistral contorsión narrativa, un niño que se ha tragado una pila de litio y se ha quedado sin habla se convierte en el narrador del relato. La cambiante relación del niño con su padre es uno de los ejes centrales de la historia. Mi relato preferido es “La mujer de la Atlántida”, una playa uruguaya en la que Samanta Schweblin veraneaba de niña con su familia. Dos niñas se escapan por la noche del apartamento de sus padres y entran por la ventana en la casa de una escritora, que ha perdido la inspiración y vive, deprimida y alcohólica, sola y abandonada de sí misma. Un relato que por su extensión y desarrollo podría ser el embrión de una novela. Cierra el libro “El superior hace una visita”, un relato claustrofóbico con gran tensión psicológica en el que una mujer acoge en su casa a una anciana que ha escapado de una residencia, lo que le acarreará consecuencias inesperadas.

Los relatos de Samanta Schweblin se inscriben en la rica tradición cuentista argentina e hispanoamericana, con nombres tan destacados como Borges, Cortázar, Bioy Casares o Rulfo, con influencias de autores estadounidenses como Raymond Carver, J. D. Salinger o John Cheever. Schweblin trabaja a fondo sus relatos, que reescribe y depura en busca de la perfección literaria. Con atmósferas siempre tensas, inquietantes y perturbadoras, explora la naturaleza humana y las difíciles relaciones interpersonales y lleva al límite a sus personajes, hasta unos finales que pueden hacer repensar al lector todo el relato que acaba de leer. Aunque se haga esperar en la publicación de sus libros, leer a Samanta Schweblin siempre merece la pena. 

“El buen mal”. Samanta Schweblin. Seix Barral. 2025. 208 páginas 

sábado, 17 de mayo de 2025

"EN EL VALLE", LA NUEVA NOVELA DE PAOLO COGNETTI


Paolo Cognetti (Milán, 1978) alcanzó en 2018 un gran éxito internacional de crítica y lectores con “Las ocho montañas”. La novela recibió el Premio Strega, el máximo galardón literario de Italia, fue publicada en más de cuarenta países y su adaptación cinematográfica logró el premio del jurado en el festival de Cannes de 2022. Cognetti ha trabajado como documentalista, vivió varios años en Estados Unidos y actualmente reside entre su ciudad natal, Milán, y un pequeño pueblo de los Alpes donde suele escribir. Han sido traducidos al español su diario de la vida montañesa “El muchacho silvestre”, la guía urbana “Nueva York es una ventana sin cortinas” y la crónica de su viaje por el Himalaya “Sin llegar nunca a la cumbre”. Como narrador, tras el éxito de “Las ocho montañas”, en 2021 publicó “La felicidad del lobo” y, ahora, acaba de aparecer en nuestro país su tercera novela, “En el valle”, también editada por Random House y con traducción de César Palma Hunt.

Como las dos novelas precedentes, “En el valle” es un relato breve que transcurre en los Alpes italianos. Si el escenario de “Las ocho montañas” y “La felicidad del lobo” eran los cuatromiles que coronan el Valle de Aosta con sus paisajes de roca y hielo, los prados alpinos y los refugios de piedra, en su nueva novela Cognetti nos traslada a Valsesia, el valle del río Sesia, en el norte de la región del Piamonte. Una zona económicamente bastante deprimida, umbría y lluviosa, que combina usos agrícolas con restos de viejas industrias, escombros contaminantes procedentes de la ciudad, un turismo más bien modesto y una despoblación creciente en los pueblos más montañosos. Con un alcoholismo endémico, los habitantes del valle suelen pasar su tiempo libre bebiendo en los bares.

Los hechos narrados transcurren en 1994. Los personajes principales de la novela son los hermanos Balma: Luigi y Alfredo, de 37 y 35 años. Luigi intentó ser carpintero, pero el negocio no funcionó y, tras aprobar una oposición, ahora es agente forestal en el valle. Está casado con Elisabetta, una milanesa que iba a Valsesia de niña con sus padres y luego volvió para quedarse. Primero conoció a Alfredo, pero acabó enamorándose de Luigi. Es una gran lectora y trabaja esporádicamente en el campo o en restaurantes de la zona. Alfredo empezó a trabajar muy joven en la construcción. Bebedor y camorrista, estuvo un tiempo en la cárcel y al salir se fue a Canadá donde trabajó de leñador. Ambos hermanos conviven con su alcoholismo, que ya heredaron del padre, quien se ha suicidado al habérsele diagnosticado un cáncer terminal. Alfredo ha vuelto al valle por unos días para vender a su hermano su parte de la casa paterna de Fontana Freda, el pueblecito donde nacieron, situado a 1800 m. de altitud, al que Luigi y Elisabetta quieren irse a vivir con el hijo que están esperando. Lo que Alfredo no sabe, y Luigi sí, es que en Fontana Freda está proyectada la construcción de una estación de esquí que pude revitalizar económicamente la zona.

El libro se estructura en seis capítulos con enfoques narrativos distintos. El primer capítulo, con reminiscencias de algunos relatos de Jack London, está narrado desde la perspectiva de una perrita joven que acompaña a un perro macho, agresivo y violento, que ha matado a otros canes del lugar. Nadie sabe si el causante de esas muertes es un perro o un lobo y se organizan batidas para localizarlo y abatirlo. El capítulo final son algunos versos, reescritos por Cognetti, del poema “La batalla de los árboles”, de Taleisin, un bardo galés del siglo VI. Los otros cuatro capítulos están escritos siguiendo la perspectiva de Luigi (dos), Alfredo y Elisabetta. En todo el relato encontramos una serie de dualidades simbólicas, que pretenden reflejar los claroscuros que componen cualquier realidad. Esto se observa ya desde la descripción del valle, con una cara soleada y luminosa y otra tenebrosa y sombría. También la perrita del primer capítulo, que se debate entre acompañar a su agresivo perro amante o volver a su condición doméstica con los humanos. Y, sobre todo, los dos hermanos, simbolizados en el abeto y el alerce que el padre plantó junto a la casa de Fontana Freda cuando nació cada uno de ellos.

En la nota del autor que cierra el libro, Paolo Cognetti nos revela que su principal fuente de inspiración para escribir “En el valle” fue el disco “Nebraska”, publicado por Bruce Springsteen en 1982 y que él escuchaba continuamente en una cinta de casete de su hermana. Hay algunas canciones, como la que da título al álbum, “Highway Patrolman” o “My Father's House” que cuentan historias  similares a algunos pasajes de “En el valle”. “Nebraska” llevó al escritor italiano a un creciente interés por el cine y la literatura estadounidenses, de los que se declara deudor. Así manifiesta la influencia de películas como “La noche del cazador”, de Charles Laughton, o “Malas tierras”, de Terrence Malick. Y de novelas como “El cartero siempre llama dos veces”, de James M. Cain, y, sobre todo, de los relatos de Flannery  O’Connor y Raymond Carver.

Escrita con una prosa seca, directa y concisa, “En el valle” es una magnífica y hermosa a la vez que melancólica, triste y sombría novela. Que aúna una indiscutible defensa de la naturaleza con la descripción de un territorio hostil y nada idílico, y de unos personajes con claroscuros que deben enfrentarse a la dureza del medio en el que viven. Paolo Cognetti se ha convertido en el novelista de los Alpes, pero aborda la vida montañera y montañesa de manera poliédrica y desde diferentes puntos de vista.

“En el valle”. Paolo Cognetti. Random House. 2025. 115 páginas

domingo, 4 de mayo de 2025

MARTA VELA RELACIONA LAS VIDAS DE BEETHOVEN Y GALDÓS


Marta Vela González nació en Coslada, Madrid, en 1985, pero está afincada desde hace tiempo en Zaragoza. Es licenciada en Dirección de Orquesta en el Conservatorio Superior de Aragón, en Piano en el Conservatorio Superior de Navarra y en Filología Hispánica por la Universidad de Alcalá de Henares. Es Doctora en Educación por la Universidad de Zaragoza y pertenece al equipo docente de la Universidad Internacional de La Rioja. Ha actuado como pianista y directora en las salas más prestigiosas de Zaragoza y en algunos de los lugares más emblemáticos de Aragón. Su trayectoria le ha valido sendas candidaturas, en la modalidad de Artes y Letras, al Premio Princesa de Girona en 2020 y 2021, otorgado por la Fundación Princesa de Girona y la Casa de Su Majestad el Rey.

En Radio Clásica presenta y dirige programas como “Música con estilo” y “Temas de música” y colabora habitualmente en Aragón Radio. Como escritora ha publicado “Correspondencias entre música y palabra” (2019), “Las nueve sinfonías de Beethoven” (2020) y los estudios “La jota aragonesa y cosmopolita: de San Petersburgo a Nueva York” (2022), “La jota, aragonesa y liberal: Zaragoza, Madrid y París” (2024) y “Jotas cosmopolitas de Aragón” (2024), un proyecto coeditado por Ediciones Pregunta, el Gobierno de Aragón y la Diputación de Zaragoza. Ahora, aunando su doble condición de música y filóloga, acaba de publicar, en la editorial Verbum, “Beethoven y Galdós. Vidas paralelas”, un brillante y erudito ensayo en el que establece algunos paralelismos entre el escritor español y el músico alemán, dos verdaderos monstruos de la cultura europea y universal.

Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770 – Viena, 1827) y Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843 - Madrid, 1920) no fueron contemporáneos ni pudieron conocerse en vida. Nuestro escritor nació dieciséis años después de la muerte del músico germano. Sin embargo, Galdós, gran melómano, fue siempre un ferviente admirador de Beethoven, cuya obra conocía en profundidad y consideraba superior a cualquier otra. En “Beethoven y Galdós. Vidas paralelas”, Marta Vela, con erudición y sobrado conocimiento, rastrea la presencia de la música de Beethoven en algunas de las novelas del gran escritor canario afincado en Madrid. El libro se estructura en ocho capítulos: “Música y narración”, “Galdós, pianista diletante”, “Beethoven y Galdós”, “La desheredada y The Tempest”, “Fortunata y Jacinta: Rienzi, Claro de luna y homenaje a Beethoven”, “Tristana y el sacrificio”, “Diletantismo e instrucción de la mujer” y “Vidas paralelas”. Además de con algunas ilustraciones, el texto se apoya en un amplio aparato de notas a pie de página, que aportan información sobre los muchos nombres, cronología y episodios históricos que aparecen en el ensayo.

Conocemos los infructuosos intentos de Galdós por aprender a tocar el piano. Sin embargo, fue grande su conocimiento teórico y su amor por la música y, entre 1865 y 1868, fue crítico musical del periódico “La Nación”, reseñando en ella los principales acontecimientos musicales del Madrid de aquel tiempo. Es asimismo interesante la presencia del término “diletante” en el libro y cómo su uso evoluciona en Galdós desde su acepción positiva referida al apasionado melómano al despectivo como repelente petimetre y falso experto. El diletantismo también aparece vinculado a “la pobre instrucción de la mujer pequeño-burguesa, siempre a la caza de un matrimonio ventajoso o de un modesto salario como institutriz, uno de los pocos oficios decentes ejercidos por una inhabitual mujer trabajadora, que se instruía en las llamadas ‘primeras letras’ y en una superficial iniciación al piano y al francés por pura convención social”. Saturna, la criada de don Lope, resume en “Tristana” con toda crudeza la situación de la mujer decimonónica: “Sólo tres carreras pueden seguir las que visten faldas: o casarse, que carrera es, o el teatro… vamos, ser cómica, que es buen modo de vivir, o…no quiero nombrar lo otro”.

La presencia de la música de Beethoven en la obra de Galdós se centra  en tres de sus principales novelas: “La desheredada”, “Fortuna y Jacinta” y “Tristana”, pertenecientes a tres etapas distintas de su narrativa. Marta Vela defiende en el libro, y así lo ha hecho en alguna entrevista, que Galdós anticipa en cierto modo el lenguaje cinematográfico posterior,  pues “incluyó determinadas obras de Beethoven que ‘suenan’ detrás de sus textos y que tienen un significado simbólico” en las tres novelas citadas. También la música de Wagner y su ópera “Rienzi” suena de fondo en un pasaje de “Fortunata y Jacinta”, en el que Jacinta se duerme en su palco durante la representación en el Teatro Real de Madrid.

En el capítulo final, se recogen algunos paralelismos entre el músico y el escritor: la impenitente soltería de ambos, la sordera de Beethoven y la ceguera final de Galdós, sus multitudinarios entierros que contrastan con las estrecheces económicas y el abandono por parte de las autoridades que sufrieron al final de sus vidas o su esperanza en la desaparición de las tiranías y el triunfo de la justicia en las sociedades futuras. Marta Vela ha escrito un magnifico ensayo, que gustará, sobre todo, a los amantes de la música y la literatura y de las artes y la cultura en general.

“Beethoven y Galdós. Vidas paralelas”. Marta Vela. Editorial Verbum. 2025. 206 páginas

domingo, 20 de abril de 2025

"HASTA QUE EMPIECE A BRILLAR", UNA NOVELA SOBRE LA VIDA DE MARÍA MOLINER


Coincidiendo con el 125 aniversario del nacimiento de María Moliner (Paniza, Zaragoza, 1900 – Madrid, 1981), el escritor hispano-argentino Andrés Neuman ha publicado “Hasta que empieza a brillar”, una novela sobre la vida de la autora del famoso “Diccionario de uso del español”, más conocido como el María Moliner. Andrés Neuman (1977) nació en Buenos Aires. Hijo de músicos argentinos exiliados (padre de origen judío y madre franco-española), con catorce años se trasladó con su familia a Granada, donde estudió Filología, trabajó como profesor universitario y vive en la actualidad, compartiendo las nacionalidades argentina y española. Brillante y prolífico escritor y traductor, ha publicado poesía, ensayos, cuentos y novelas, entre las que destaca “El viajero del siglo”, ganadora de los premios Alfaguara y de la Crítica en 2009. Ahora, acaba de publicar “Hasta que empieza a brillar”, novela en la que ha estado trabajando casi diez años.

Por utilizar una etiqueta al uso, podríamos decir que “Hasta que empieza a brillar”, título tomado de un poema de Emily Dickinson (“A veces escribo una palabra y me quedó mirándola hasta que empieza a brillar”), es una biografía novelada de María Moliner. Andrés Neuman ha rastreado toda la documentación generada sobre la lingüista aragonesa y ha completado, con imaginación y verosimilitud, su retrato biográfico desde su infancia hasta su muerte. Desde su nacimiento en Paniza, donde su padre ejercía como médico rural, hasta su fallecimiento en Madrid, con su mente ausente y habiendo perdido por completo, qué terrible paradoja, la expresión de la palabra. Aunque la confección de su extraordinario diccionario fue la ingente contribución de María Moliner a la lengua y la cultura españolas, toda su vida constituye materia novelesca y biográfica de interés en el libro de Andrés Neuman.

Desde Paniza, la familia Moliner se trasladó a Madrid. Allí nació Matilde, la tercera hija del matrimonio y también estudiante brillante e intelectual destacada, que se unió a sus hermanos Enrique y María. El padre se enroló en un viaje a Buenos Aires como médico de barco y acabó abandonando para siempre a su familia y formando otra en Argentina. Esto obligó a la madre y sus tres hijos a volver a Zaragoza y aceleró la maduración de María, que contribuyó en lo que pudo al sustento familiar, trabajando para pagarse sus estudios. Tras el bachillerato, tuvo que cursar Historia, pues la Universidad de Zaragoza no ofertaba Filología. Terminó la carrera antes de cumplir los 22 años con Premio Extraordinario al mejor expediente. Trabajó en el archivo de Simancas y después en Murcia y Valencia. Se casó con Fernando Ramón, catedrático de Física en la Universidad de Murcia, con quien tuvo cuatro hijos. Durante la Segunda República dirigió la biblioteca de la Universidad de Valencia, llevó a cabo un destacado trabajo en la creación de una red de bibliotecas escolares y rurales y participó en la Junta de Adquisición de Libros e Intercambio Internacional para dar a conocer al mundo los libros que se editaban en España. Tras la guerra civil, María fue represaliada, descendiendo en el escalafón laboral del cuerpo de archiveros y su marido fue apartado de su cátedra universitaria.

Dos temas constituyen el eje central de la novela: la confección del “Diccionario de uso del español” y el rechazo a la propuesta de su ingreso en la Real Academia de la Lengua Española. Con cincuenta años y su carrera profesional estancada, María Moliner, presa de “la melancolía de las energías desaprovechadas”, comenzó un trabajo ímprobo, titánico y casi quijotesco, desde su casa madrileña, ubicada precisamente el número 1 de la calle Don Quijote. Mientras desempeñaba un rutinario trabajo en una biblioteca de una escuela de ingenieros, robando horas al sueño, María llenaba el comedor de su casa de fichas escritas a mano, hasta culminar un diccionario de 80.000 palabras. A esa desmesurada empresa individual dedicó más de 15 años, hasta que en 1966 y 1967, tras rectificaciones y añadidos producto de su afán perfeccionista, la editorial Gredos publicó los dos tomos del diccionario que, en un rasgo de justicia y reconocimiento, se hizo popular con el nombre de su autora. El diccionario es en buena medida una enmienda al de la RAE, que María veía como tautológico, insuficiente e impreciso. Neuman intercala algunas entradas de palabras en su novela y sugiere la idea de que tal vez pueda rastrearse un cierto vínculo biográfico de la autora en la elaboración de su diccionario.

En 1972, María Moliner es nominada para ingresar en la RAE. Defienden su candidatura pesos pesados como Dámaso Alonso, Laín Entralgo o Rafael Lapesa. Sin embargo, la propuesta fue rechazada en favor de Emilio Alarcos Llorach, brillante filólogo pero con la juventud suficiente para entrar en la RAE en posteriores candidaturas. Uno de los mayores detractores de la admisión de la aragonesa fue Camilo J. Cela. María Moliner hubiera sido la primera mujer en entrar en la RAE, pocos años después lo fue su amiga Carmen Conde. Neuman ficciona una jugosa conversación entre María Moliner y Dámaso Alonso a propósito de este asunto.  

“Hasta que empieza a brillar” es una magnífica novela y un merecido homenaje a María Moliner en el 125 aniversario de su nacimiento.

“Hasta que empieza a brillar”. Andrés Neuman. Alfaguara. 2025. 296 páginas


domingo, 6 de abril de 2025

"HABITADA", LA NUEVA NOVELA DE CRISTINA SÁNCHEZ-ANDRADE


De Cristina Sánchez-Andrade (Santiago de Compostela, 1968) han sido reseñados en esta sección sus dos magníficos libros anteriores en el género narrativo: el conjunto de relatos “El niño que comía lana” (2019) y la novela "La nostalgia de la Mujer Anfibio" (2022). Licenciada en Ciencias de la Información y en Derecho, la escritora compostelana, afincada en Madrid, es crítica literaria y traductora, articulista en diversos medios de comunicación y docente universitaria. Receptora de varios premios literarios y traducida a varios idiomas, ha publicado una docena de novelas, media docena de libros de relatos, un par de ensayos y un libro de poesía. Ahora, también en Anagrama, acaba de publicar “Habitada”, su última novela, nuevamente ambientada en una Galicia rural y profunda, mágica y misteriosa. 

“Habitada” está inspirada en un extraño suceso ocurrido en 1925, que fue conocido como el caso de la espiritada o iluminada de Maeche. En este concello coruñés, Manuela Rodríguez Fraga, una labriega analfabeta de unos veintiséis años, que llevaba cuatro años enferma en la cama, comenzó a hablar en español con acento cubano y con una voz ronca y masculina, mostrando inusitados conocimientos de filosofía y liturgia religiosa e incluso utilizando el latín en ocasiones. En torno a su cama, atraídos por el extraño fenómeno, acudieron vecinos de aldeas próximas, algunos periodistas de la capital y varios médicos que intentaron curarla con diferentes métodos. Manuela les contó que un día bebiendo agua de una fuente entró en su cuerpo el espíritu de un clérigo de Ortigueira que había muerto en La Habana. Se trataba de un fenómeno que en Galicia y Brasil se conoce como “corpo oberto” y consiste en que el espíritu de una persona muerta entra en el cuerpo de otra para manifestarse y hablar a través de ella y, en ocasiones, para terminar algún asunto que le quedó pendiente en vida.

La protagonista de la novela se llama Manuela Fernández Fraga y se presenta como “joven labriega de San Xurxo de Moeche”. Solo hay, pues, un pequeño cambio en el primer apellido de la espiritada del caso ocurrido en 1925, año que también se mantiene como momento central en la cronología del relato. Es la propia Manuela quien narra los hechos en primera persona y divide su historia en dos partes (“muda” y “huésped”), rematados por un breve epílogo (“desalojo”). En “muda”, Manuela cuenta su vida antes de ser “habitada” por el clérigo de Ortigueira. Una vida dura, trabajando sin descanso desde niña, explotada por su padre tras la muerte de su madre. La propia Manuela lo explica así: “nunca pensé que el tiempo fuera algo mío: ir a por agua, lidiar con mi padre, ir a por agua, cortar el tojo y secarlo para la corte y también hacer estiércol, dar de comer a las gallinas, ir a por agua, cocinar, ordeñar a las vacas, plantar patatas y cortar las berzas, ir a por agua, recoger hierbas silvestres y flores: esa es la sustancia de mi tiempo”. Luego, por mediación del señor abad, como llaman al cura del pueblo, Manuela irá a trabajar a la casa del amo, como denominan al cacique local, para cuidar a su mujer que sufre depresión desde que su hija murió ahogada. Manuela empieza a oír voces de los niños no nacidos, de las vagalumes o luciérnagas del bosque… y aprende los secretos de las hierbas y las artes mágicas con Maimiña, la vieja meiga local.

La primera parte está escrita sin uso de mayúsculas tras los puntos, en una prosa más simple, que intenta reproducir las limitaciones de Manuela, que está perdiendo progresivamente su cordura. También usa muchos galleguismos (me gusta especialmente “faladoiros”, lugares donde se junta la gente para hablar). En la segunda parte, con Manuela ya “habitada”, se recuperan las mayúsculas y la prosa es más elaborada, con la inclusión de expresiones cubanas. La novela se ambienta en la Galicia rural del primer tercio del siglo XX, una sociedad pobre y atrasada, violenta y caciquil, donde la religión católica convive con supersticiones ancestrales. Predominan los personajes femeninos potentes, de fuerte personalidad. Además de Manuela, destacan la madre del abad, que tiene a su hijo dominado; la mujer del amo, doña Sinforosa, obsesionada por su hija muerta; la meiga Maimiña, trotadora y aficionada al orujo; o la Jerónima, que trabaja en la casa del amo. Entre los masculinos, sobresalen los representantes del poder en el concello: el artero y rijoso señor abad y, por encima de este, el dominante amo don Diego. También el cura joven Santiago, que amenaza el monopolio eclesiástico del abad en el lugar. Y hasta el espantallo o espantapájaros, que Manuela lleva siempre consigo, acaba siendo casi un personaje más del relato.

Podemos decir que la novela se inscribe en un realismo mágico muy presente en la literatura gallega, que fue antes que el hispanoamericano, pues no olvidemos, entre otras cosas, que la abuela de García Márquez era gallega. Cuyo principal representante es Álvaro Cunqueiro, pero al que se suman Wenceslao Fernández Flórez, el Torrente Ballester de “La saga fuga de J. B.” o tantos otros hasta nuestros días. Esa Galicia misteriosa y mágica, llena de leyendas y tradición oral, de meigas y santas compañas, de bosques encantados, de espíritus errantes, de corpos obertos… Esa Galicia en la que se inspira, y que tan bien plasma, Cristina Sánchez-Andrade en su envolvente literatura.

“Habitada”. Cristina Sánchez-Andrade. Anagrama. 2025. 232 páginas

sábado, 22 de marzo de 2025

"QUERCUS", UNA NOVELA SOBRE LA ESPAÑA RURAL DE LA POSGUERRA

“Quercus” es un caso atípico en la literatura española actual. El libro fue publicado en 2019 por Cuarto Centenario, una modesta editorial con sede en Toledo. El efecto boca a boca hizo que la novela alcanzara una considerable difusión y saltara los límites geográficos de la comunidad castellano-manchega. En este 2025, ha salido la octava edición del libro y, en torno a él, se han creado recientemente algunas rutas senderistas por el Parque Nacional de Cabañeros, en los Montes de Toledo, por cuyos parajes transcurre parte del relato.

El autor de “Quercus” es Rafael Cabanillas Saldaña (Carpio de Tajo, Toledo, 1959), docente que trabaja en la actualidad como profesor de Lengua en un instituto de Ciudad Real y que lo hizo anteriormente como maestro en escuelas rurales unitarias manchegas. Viajero, articulista y colaborador de National Geographic, es autor de varias novelas y libros de viajes. Tras el éxito de “Quercus”, ha publicado, también en Cuarto Centenario, y compartiendo universo literario, las novelas “Enjambre” (2021) y “Valhondo” (2022). Las tres conforman la trilogía narrativa denominada  “En la raya del infinito”.

“Quercus” transcurre durante la posguerra española en un territorio manchego geográficamente no definido. Los lugares y los nombres de los pueblos (Valdelovillos, Hontanares, Valdelagua o Navapuerca) son ficticios y solamente el topónimo Rocigalgo, uno de los picos más altos de los Montes de Toledo, es real. Además, otro de los aspectos más destacados de la novela es el uso de palabras propias de esta zona geográfica. Para facilitar su comprensión, al final del libro encontramos un glosario o vocabulario alfabético de esos localismos. Algunos tan curiosos como “currucaneros” (comerciantes y tratantes de ganado), “espesinar” (monte muy cerrado), “macareno” (jabalí de gran tamaño) o “viajera” (autobús).   

La historia narrada se remonta a la Guerra Civil española, cuando el joven Abel Mejía Romero es testigo del asesinato de su familia y huye despavorido al monte, donde durante tres años largos vive escondido, sobreviviendo de la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres. Tras salvar a una joven de morir ahogada, entrará en contacto con la civilización e irá a parar a un pequeño pueblo donde acabará instalándose. Los campesinos de la región sobreviven a duras penas en un periodo de escasez económica y terror político. La pobreza, convertida por momentos en hambruna, se acentúa cuando un ministro del régimen franquista compra una gran extensión de terreno para uso cinegético con sus ricachones compañeros de la capital. El vallado del latifundio afecta a las labores de pastoreo y la utilización de recursos antes comunales y solo las personas contratadas para trabajar en la finca tienen asegurada su subsistencia. En esas adversas circunstancias Abel y su nueva familia intentarán salir adelante.

En “Quercus”, la naturaleza, el paisaje y los trabajos rurales de los lugareños adquieren un destacado protagonismo: las escarpadas serranías, la berrea de los ciervos, las carboneras vegetales, el descorchado de los alcornoques, el corte de leña en los bosques, las batidas de caza… También asistimos al final de ese tipo de vida y el inicio de la despoblación rural y la emigración a las ciudades. Porque la injusticia social y el latifundismo abusivo actuaron como aceleradores de ese vaciado de la España interior y del éxodo a los crecientes núcleos urbanos demandantes de mano de obra. “En unos años, las dos aldeas se quedaron medio vacías y sus habitantes tuvieron que emigrar a las grandes ciudades, cuyos extrarradios crecían y crecían en un mar de chabolas de chapa y cartón”.  

“Quercus” es una novela dura e impactante. Un relato demoledor sobre unos años de injusticias y miseria, de hambre, suicidios desesperados y abusos de poder de los ricos sobre los pobres. Tal vez los personajes principales encarnan, sin apenas matices intermedios, comportamientos morales y humanos totalmente opuestos y antagónicos. Desde el honrado Abel y la valiente Lucía hasta el despiadado Don Casto, cuyo nombre es una flagrante y casi cómica ironía.  

Con un narrador externo y omnisciente, que a veces se dirige directamente al lector, la novela se inscribe dentro de una corriente de ruralismo literario que parece vivir un cierto rebrote en nuestras letras. Por algunas afinidades obvias, “Quercus” puede vincularse con algunas de las novelas más duras de Miguel Delibes, como “Los santos inocentes” o “Las ratas”. También con otras más recientes como “A la intemperie”, de Jesús Carrasco. “Quercus” es un interesante eslabón en esta literatura que se adentra en la realidad y las causas del vaciado de la España rural. En este caso, en el contexto histórico de la extrema dureza social de la posguerra española.

“Quercus”. Rafael Cabanillas Saldaña. Cuarto Centenario. 2025. 8ª  edición. 352 páginas.

domingo, 9 de marzo de 2025

DOS NOVELA PREMIADAS DE DOS PROMETEDORAS ESCRITORAS


“La casa limón” y “Los hechos de Key Biscayne” son, respectivamente, las dos narraciones ganadoras de la última edición de los premios Tusquets y Herralde de novela. Las sendas autoras de estos libros son Corina Oproae y Xita Rupert, dos prometedoras escritoras que han debutado recientemente en el género narrativo. Ambos relatos están escritos en primera persona por una narradora que recuerda, desde un futuro indefinido, hechos de su vida ocurridos en su infancia, adolescencia y primera juventud. Aunque con tratamiento y enfoques diferentes, son dos narraciones muy originales y de una destacable calidad literaria.

“La casa limón” es la primera novela de Corina Oproae, nacida en Rumanía en 1973, afincada en Cataluña desde 1998 y con nacionalidad española desde 2002. Licenciada en Filología Inglesa e Hispánica, ha publicado dos libros de poesía y traducido a varios autores rumanos al castellano y al catalán. Es autora del libro “La poesía del siglo XX en Rumanía” (2022). Con “La casa limón”, ha ganado la vigésima edición del Premio Tusquets de Novela. El jurado acordó por unanimidad premiar esta obra al considerarla “extraordinaria y singular en la literatura española, por su escritura precisa y evocadora, cruda y onírica, y por el testimonio de vivencias históricas de la Europa del Este”.

“La casa limón” transcurre en la Rumania de la década de los 80, en los  estertores de la dictadura de Ceasescu. La narradora es una niña que vive con su familia: sus padres y su hermanastra, que ya lleva una vida más independiente. La madre trabaja en un hospital y el padre cae enfermo y es enviado a casa de unos tíos. La niña también pasa temporadas con sus abuelos en la Transilvania rural. En su relato combina aspectos más realistas de su descubrimiento de la sociedad rumana con episodios más líricos de onirismo y ensoñación. Ella se refugia en la lectura y construye su mundo debajo de una mesa y rodeada de un castillo de libros.

A medida que crece, irá descubriendo la represión política y la escasez económica de su país, pero también la enfermedad, la muerte de los seres próximos, el sexo desde una relación de abuso y el amor. La familia vivía en una casa unifamiliar (la casa limón) que “los que en nuestro país se preocupan por la gente” han cambiado por un piso pequeño, en un bloque de color gris, al que llaman la caja de cerillas, “donde nos escucharemos los unos a los otros cuando tiremos de la cadena del retrete o cuando resoplemos por la noche”. También, a través de un amigo, descubre el significado de la palabra Securitate: “Son gente como nuestros padres y madres, pero para poder untar el pan de sus hijos por la mañana con mantequilla y no con mostaza vigilan a veces a sus vecinos e incluso a sus amigos, y luego se lo cuentan a nuestro Gran Dirigente”. “La casa limón” es una novela original, escrita con una prosa muy poética, que conjuga la inocencia de la mirada infantil con la memoria retrospectiva desde la adultez.

Tras el éxito de “Mis días con los Kopp” (2022), reseñada en esta sección, “Los hechos de Key Biscayne” es la segunda novela de Xita Rubert (Barcelona, 1996). Con ella ha ganado la 42 edición del Premio Herralde de Novela, compartido con  “Clara y confusa”, de la escritora chilena Cynthia Rimsky. Desde el jurado, Gonzalo Pontón Gijón define así “Los hechos de Key Biscayne”: “Un enrarecido relato de deseos adolescentes procesados por una mente adulta. Un padre seductor, entusiasta e irresponsable; un viaje al corazón del technicolor y la obscena opulencia de Florida; unas amistades ambiguas y quizá peligrosas constituyen las dimensiones de un mundo personal por el que corre un aire nunca puro”.

La novela transcurre en Key Biscayne (Cayo Vizcaino), una isla situada junto a Miami. Ricardo, un profesor de Filosofía, español y divorciado, ha conseguido de su exmujer la custodia temporal de sus dos hijos, una niña de doce años y su hermano algo mayor. El trato es que el padre va a trabajar como profesor visitante en la universidad de Boston y los niños se escolarizarán allí para aprender inglés. Sin embargo, Ricardo logra repentinamente el traslado a una universidad de Miami, en busca de un clima mejor y un ambiente social menos rígido. Allí, la familia entra en contacto con una sociedad de contrastes: famosos, millonarios y mafiosos y trabajadores más pobres a su servicio. Además de, entre otras cosas, niñas que se hacen operaciones de estética para parecer mujeres antes de tiempo.

La novela está narrada por la hija, que recuerda los hechos desde su edad adulta. El relato mezcla misterio, humor, relaciones perturbadoras y reflexiones filosóficas con algunas frases casi aforísticas. Con una madurez y un oficio sorprendentes para su juventud, Xita Rupert se confirma como una de las voces más originales y con mayor proyección de la actual literatura hispana.

“La casa limón”. Corina Oproae. Tusquets. 2024. 256 páginas

“Los hechos de Key Biscayne”. Xita Rupert. Anagrama. 2024. 216 páginas.


domingo, 23 de febrero de 2025

"CAMPOS DE ARAGÓN", LA HUIDA A LA MEMORIA DE JOSÉ LUIS GRACIA MOSTEO


José Luis Gracia Mosteo (Calatorao, 1957) es un escritor todoterreno. Con una extensa obra literaria, ha publicado, siempre con maestría y oficio, novelas, relatos, ensayos y libros de poesía. En este último género, es autor de los poemarios “La balada del valle verde” (2004), “El blues de los bajos fondos” (2009), “Romancero negro” (2017) y “La pierna ortopédica de Rimbaud” (2018). Ahora, acaba de publicar “Campos de Aragón”, un hermoso conjunto de poemas, de título machadiano y tono elegiaco, que el autor aragonés, afincado en Madrid, escribió durante la pasada pandemia.

En aquellos días de confinamiento, desde su casa de Madrid, José Luis Gracia Mosteo dejó volar su memoria hacía los hoy maltratados campos de su tierra aragonesa en los que pasó su infancia. Porque “el 14 de marzo del 2020, algunos huyeron al campo sin moverse de las ciudades”. Como  señala en el colofón de su libro, aquella Arcadia feliz en la que se posaron sus recuerdos e inspiraron sus poemas son “los campos del río Jalón (Calatorao, sobre todo, pero también Épila, La Almunia, Ricla, Calatayud…), así como los del río Gállego en Huesca donde mi padre trabajó en su niñez, y los de Andorra (Teruel) donde gocé de su hospitalidad”. El primer poema del libro ya expresa ese viaje al pasado: “Llévame lejos, memoria amiga, / llévame por la sombría carretera; / llévame a mi barrio y a mi pueblo, / llévame al regato entre la hierba; / llévame a los brazos del silencio, / llévame adonde el agua rumorea; / llévame con el canto de los grillos, / llévame con mi bata a la escuela.  Llévame a mi calle y vuélveme niño, / llévame a las viñas y a las huertas; / llévame con mi manso perro Rufo, / llévame adonde la muerte no llega; / llévame a lomos de los recuerdos, / llévame allí bajo las estrellas; / llévame a la luz de las farolas, / llévame a tomar la fresca eterna.  Llévame sin más pérdida de tiempo, / llévame con mi dulce tía Josefa; / llévame adonde mi padre no se ha ido, / llévame a mi tierra cual cigüeña; / llévame pues ignoran que murieron, / llévame pues aún salen y se sientan, / llévame a los campos de Aragón, / llévame y transforma nunca en mientras”.

A esta introducción, siguen los veinte romances repartidos equitativamente en cuatro bloques (La Tierra, El Agua, El Aire, El Fuego) que componen el libro. En los primeros hay un canto a los frutos de la tierra: el vino, la manzana, el calabacín, las judías, los ajos o el venusiano y orgulloso tomate. Con referencias a los clásicos grecolatinos (Homero, Platón, Virgilio, Ovidio) o a modernos como Plath, Huxley o hasta a Lou Reed y los Beatles. La ironía, siempre presente en la poesía de Gracia Mosteo, asoma en estos versos referidos a la manzana: “[…] o por qué al caerle a Newton / una justo en la mollera, / le inspiró toda una ley / que cambiaría la Tierra; / por qué los Beatles la hicieron / lema de su disquetera, / me dije, entonando Help / y comiéndome una entera”.

Siguen poemas dedicados a la lluvia, el pasado marino de los humanos, la sequía, el riego, la nieve, el sándalo… Y va creciendo un tono elegiaco y pesimista, que lleva al poeta de la nostalgia de las horas felices de su infancia en aquel paraíso perdido a la pena que le produce ver hoy abandonados esos campos otrora poblados y llenos de riqueza. Así lo expresa en el poema “Los demonios del campo”: “Viste el demonio careta, / ¿sabes tú cuál lleva ahora?, / la del progreso y la ciencia, / la tecnología loca, / esa que, ahora, a los hombres / los esclaviza y atonta, / esa que al campo condena, / al olvido y la derrota”. O en “La tormenta futura”: “Como el amor imposible / de la chica adolescente, / como todo eso el campo, / va muriendo lentamente: / nube, árbol, coche, aliento, /niña que sola se muere, / como todo eso el campo, / poco a poco así se pierde”.

Es en los últimos versos donde crece ese lamento y se manifiesta el contraste entre los espacios rurales de campos abiertos y noches estrelladas con los más reducidos y tristes de la ciudad enferma. Especialmente hermoso es el poema “Preguntas al agua del río” con estrofas como esta: “Sentado bajo los arcos, / ¿qué gimes agua del río? / ¿Por qué ahora la lluvia, / falte o sobre da lo mismo? / Tú, que vas a la ciudad, / dime a mí lo que has oído. / ¿Son más felices los hombres / en sus nidos hechos pisos? / Mas el agua murmuró: / “Nada pienso, nada he visto””. En “La balada de la casa sin reloj”, encontramos estos versos que expresan los deseos de fusión panteísta con la naturaleza: “En la vega del Jalón / donde la ciudad no llega, / sueño con las madrugadas, / los trigales y las cepas,/ zarzamoras y carrizos / y chopos en las riberas, / olmos, tejones y barbos / y, con las nieves, ginetas, / que solo salen de día / cuando el aire se congela. / Sueño que ya no soy sueño / y me fundo con la tierra”.

En “Campos de Aragón”, Gracia Mosteo vuelve a mostrar sus dotes para la poesía y su dominio de los recursos poéticos. Tal vez con el deseo de cerrar un ciclo, en muchos aspectos este libro conecta con “La balada del valle verde”, su primer poemario de hace ya veinte años. El escritor ha manifestado su deseo de no volver a escribir poesía. Esperemos que reconsidere esa decisión. En cualquier caso, estamos ante un autor que domina todos los géneros y registros y al que le quedan todavía muchos nuevos libros que regalarnos. 

“Campos de Aragón”. José Luis Gracia Mosteo. Olifante. 2024. 80 páginas.

domingo, 9 de febrero de 2025

"LA CARTERA", UNA NOVELA ITALIANA DE ÉXITO

“La cartera” ha sido todo un fenómeno editorial en Italia. En 2023 ganó el prestigioso premio de los libreros italianos independientes y fue el libro revelación del año con más de 450.000 ejemplares vendidos. La novela ha sido traducida a más de cuarenta idiomas y ha alcanzado un gran éxito en varios países europeos. En España fue publicada el pasado año por Duomo Ediciones, con traducción de Maribel Campmany, y ya va por su segunda edición.

Su autora es Francesca Giannone (Lizzanello, Apulia, 1982). Es licenciada en Ciencias de la Información, trabajó en catalogación de libros en Bolonia, ha publicado varios relatos en revistas literarias y cultiva la pintura. “La cartera” es su primera novela. Durante el pasado confinamiento, Francesca Giannone se instaló en su pueblo natal, Lizzanello, en el sur de Italia, y en su casa familiar encontró una carpeta con información sobre su bisabuela, Anna Allevena, que fue una de las primeras mujeres carteras que hubo en Italia. Una mujer moderna y pionera en la que se inspiró para escribir “La cartera”, una novela con la que ha obtenido un inusitado e inesperado éxito literario. 

“La cartera” es una novela río sobre una saga familiar, los Greco, que transcurre, entre las décadas de los años 30 y 60 del pasado siglo XX, en Lizzanello, un pueblo del sur de Italia, de entre cinco y seis mil habitantes, cercano a la ciudad de Lecce, situado en el tacón de la bota que dibuja el mapa de Italia. La protagonista del relato es Anna, una mujer que tiene 27 años cuando en 1934 llega al pueblo en “el coche de línea”, con su marido Carlo y su hijo Roberto, de tan solo un año. Anna, que es maestra sin plaza, y Carlo vivían en el norte de Italia, de donde ella es originaria. Se van a instalar en Lizzanello porque Carlo, que nació allí, ha recibido una herencia tras la muerte de un tío suyo. En el pueblo viven su hermano Antonio y su mujer Ágata con su hija Lorenza. Carlo va a plantar viñas en sus tierras y a emprender un negocio de vinos, mientras que la mentalidad más moderna de Anna, que no va a misa ni participa de los cotilleos del lugar, choca con la tradicional y rígida de la población lugareña. Desde el primer día, todos allí la llaman “la forastera”. Cuando muere el cartero, Anna se presenta para ocupar la plaza vacante y la consigue. En el pueblo no está bien visto que una mujer ejerza ese trabajo y eso resulta difícil de entender incluso para su marido, del que ella está muy enamorada. Como cartera, primero andando y luego en bicicleta, conoce muchos secretos de los habitantes del lugar y ayuda sobre todo a las mujeres, algunas maltratadas o analfabetas a las que tiene que leer y escribir sus cartas. Anna, decidida y valiente, se enfrentará con firmeza a todos los obstáculos, sin importarle la opinión que los demás tengan de ella.

Con estructura de novela clásica, narrador omnisciente en tercera persona y emparentada en parte con las largas narraciones decimonónicas, “La cartera” transciende los esquemas más simples del folletín y el best seller y logra construir un relato sólido y consistente. Además de Anna, aparecen otros muchos personajes bien dibujados, que establecen entre ellos relaciones cruzadas de todo tipo y componen un interesante fresco rural del sur de Italia de ese periodo histórico. Sin cargar demasiado el acento en las cuestiones políticas, vemos de fondo los cambios de la sociedad italiana en esas cuatro décadas: el auge de Mussolini, la influencia de la iglesia, los efectos de la Segunda Guerra Mundial, la llegada a Italia del voto femenino, la división política entre una Democracia Cristiana preponderante y un Partido Comunista opositor o la progresiva modernización de un sur anclado en la tradición. Porque uno de los temas que subyacen en la novela es el contraste entre ese sur atrasado y tradicional y un norte más moderno y avanzado. Anna encarna claramente esta última idea y, en parte, también su marido Carlo, que traslada al sur su espíritu emprendedor en los negocios adquirido en el norte, pero que mantiene muchos prejuicios sociales propios de su lugar de nacimiento.

Hay mucha presencia de la literatura en la novela. Anna es una gran lectora y, al viajar al pueblo, lleva en su maleta libros como “Madame Bovary”, “La educación sentimental”, “Anna Karenina”, “Jane Eyre”, “Cumbres borrascosas” y “Orgullo y prejuicio”. Desde el primer momento, establece una relación especial con Antonio, el hermano de su marido, también buen lector, que le presta libros con párrafos subrayados en los que muestra su pensamiento y sensibilidad. También el cine italiano, tan brillante en esa época, tiene su protagonismo. En Lizzanello hay una sala donde se proyectan películas de Vittorio De Sica o Rossellini y se destaca a la actriz Anna Magnani. Asimismo, hay referencias gastronómicas, en especial a la preparación del pesto.

“La cartera” es, en cierto modo, una novela de las de antes, con una historia atractiva, muchos personajes entrelazados y una buena trama que entretiene y engancha al lector. Inspirándose en su bisabuela, Francesca Giannone ha dado en el clavo con su primera novela. En Italia acaba de publicar una segunda en un registro diferente. No será fácil que pueda repetir el éxito alcanzado por “La cartera”.

“La cartera”. Francesca Giannone. Duomo Ediciones. 2024. 464 páginas

 

lunes, 3 de febrero de 2025

EXCURSIÓN POR LOS PUEBLOS DEL SOLANO Y EL DOLMEN DE RAMASTUÉ













En la margen izquierda del valle del Ésera, entre las laderas meridionales que descienden de Cogulla, Gallinero, Cibollés y la tuca de Urmella, montañas que la custodian por el norte, y la llanura aluvial de Castejón de Sos, que se abre al sur, se encuentra la zona de la Alta Ribagorza conocida como El Solano. Varias pequeñas y tranquilas poblaciones se despliegan sobre ese espacio orientado hacia el sol del mediodía. De oeste a este, encontramos las localidades de Sos, Eresué, Ramastué, Liri, Arasán y Urmella, que pertenecen a diferentes municipios. Sos está incluido en el de Sesué; Eresué pertenece al de Sahún; Ramastué y Liri, a Castejón de Sos; Arasán y Urmella, a Bisaurri. Varias rutas senderistas surcan El Solano y conectan estos pueblos entre sí. Además de la visita a los mismos, desde hace poco tiempo, se añade a estos itinerarios un nuevo atractivo al que acceder por sendero señalizado: el dolmen de Ramastué.  

Voy a describir aquí mi última excursión por algunos de estos pueblos del Solano y el citado dolmen, realizada a finales del pasado mes de noviembre, cuando los colores del otoño estaban dejando paso a estampas más invernales y poco antes de que la primera nevada de la temporada, en el puente festivo de la Constitución, tiñera de blanco el valle. Fue un recorrido circular con inicio y fin en la localidad de Castejón de Sos. Comenzamos a andar en la Avenida El Ral, arteria principal, a la vez que carretera, que atraviesa la población de oeste a este. A nuestra izquierda, y en dirección al norte, buscamos la calle Valle de Sositania, por la que enseguida salimos del pueblo accediendo a una ancha pista de tierra. Seguimos hacia el norte, dejando a nuestra derecha otra pista que va a Arasán y que será por la que regresaremos. Nosotros nos dirigimos a la pequeña localidad de Sos y, en el primer tramo de nuestro recorrido, coincidimos con el Camino del Ocho, muy popular y concurrido por los paseantes del lugar. Pasamos junto al cementerio y, entre algunas bordas y prados en los que pastaban plácidamente algunas vacas, desembocamos en un sendero más estrecho y sombrío que, flanqueado por paredes de piedras, discurre entre bosque de avellanos, fresnos y quejigos, Con tramos empedrados, vamos ascendiendo por camino más abierto hasta llegar a Sos, cuyo topónimo procede probablemente del latín SUSUM-SURSUM y de su variante SUS, que significa “arriba”.

Lo primero que encontramos de Sos es su iglesia dedicada a San Andrés, con ábside románico y bella portada fechada en 1658. El escueto caserío está un poco más abajo, con algunas llamativas portadas, casas modernas y la vieja fuente lavadero. En el cerro colindante al de la iglesia hay una pequeña capilla abierta, dedicada a Santa Lucía, y una mesa de madera con dos bancos. Desde aquí, se contemplan extraordinarias vistas de la llanura por la que discurre el río Ésera antes de encajonarse en el congosto de Ventamillo. Castejón de Sos se extiende casi al final de la explanada que cierran por el sur los macizos del Turbón y de Baciero y, por el oeste, la sierra de Chía. Desde Sos podríamos ir a Eresué, donde destaca la magnífica iglesia románica dedicada a San Juan Bautista. Sin embargo, entre árboles, seguimos nuestro sendero hacia el este, en dirección a Liri, y, en poco tiempo, llegamos a un cruce de caminos. Con intención de regresar a él, tomamos el de la izquierda para visitar la pequeña ermita de San Marcos y el dolmen de Ramastué.

Tomado el desvío, tras una corta subida, giramos a la derecha, pasamos por unas piedras con forma de dolmen, pero no catalogadas como tal, y llegamos a la ermita o capilla de San Marcos. El pequeño oratorio, con estructura abierta, está rodeado de árboles y conforma un rincón de gran encanto y magníficas vistas al sur. Desde aquí nos dirigimos al dolmen de Ramastué por una trocha poco marcada, que desemboca en un gran prado del que hay que buscar la salida para conectar con el camino, ya señalizado, que procedente de Ramastué conduce al dolmen. La vuelta la hicimos por ese camino hasta la confluencia con el que lleva de Ramastué a la ermita de San Marcos. Aunque la mejor manera de llegar al dolmen es por sendero señalizado, partiendo desde la entrada al propio pueblo de Ramastué, del que el monumento megalítico dista, en descenso entre prados dedicados al cultivo de forraje, unos ochocientos metros.

Aunque conocido por los vecinos de la zona, el dolmen no había sido estudiado ni catalogado hasta que, a finales de 2018, fue declarado Bien de Interés Cultural. Situado a unos 1335 m. de altitud, el dolmen se halla en el extremo noroccidental de un amplio y verde prado. Hasta hace poco se encontraba algo oculto por estar rodeado de varios árboles. Algunos de ellos fueron cortados y solo han quedado tres próximos y los restos del tronco de otro, que sirve en parte de apoyo a una de las piedras que componen el dolmen. Se trata de una estructura megalítica de pequeño tamaño compuesto por cuatro ortostatos o piedras de granito: dos en paralelo y una de fondo para cerrar una pequeña cámara funeraria y otra, más grande, colocada sobre las otras tres a manera de cubierta. La cámara funeraria es rectangular, alargada y estrecha, y tiene la abertura orientada hacia el suroeste y el cierre posterior, al noreste.  A pesar de que los árboles próximos y la hierba del prado no permiten asegurarlo por completo, no parece que exista ningún círculo de piedras ni túmulo funerario junto al dolmen.  

La palabra “dolmen” procede etimológicamente del bretón y los términos “dol” y “men” significan respectivamente “mesa” y “piedra”. Los dólmenes son sepulcros megalíticos prehistóricos utilizados para inhumaciones colectivas que se construyeron principalmente en la vertiente atlántica europea durante el final del Neolítico y el Calcolítico o Edad del Cobre, entre dos y tres mil años antes de Cristo. Este nuevo dolmen de Ramastué viene a sumarse a otros de Ribagorza ya conocidos: el más próximo de Seira, los de Cornudella de Baliera y Soperún, en el término de Arén, los del Mas de Abad, cerca de Benabarre, y los descubiertos recientemente, pero aún no señalizados, de la zona del Montsec. Su distribución suele coincidir con el itinerario de caminos tradicionales, cabañeras para el ganado o pasos importantes y estratégicos. Esto hace pensar que estas construcciones tal vez tuvieran relación con la vida pastoril y que, además de su carácter funerario, sirvieran también como posible delimitación de territorios.

Tras disfrutar un buen rato de la soledad y belleza del paraje en que se levanta el dolmen, retrocedimos hacia la ermita de San Marcos y al camino que lleva de Sos a Liri. Una pronunciada, aunque corta, bajada nos conduce al barranco de Ramastué, que cruzamos fácilmente saltando entre varias piedras. Es éste otro rincón encantador para disfrutar: varias pequeñas cascadas de agua cantarina cayendo entre las piedras y, en ese día otoñal, un suelo  alfombrado de hojas crujientes a nuestras pisadas. Iniciamos una subida y en poco rato llegamos a Liri, Lliri en el habla de zona. Un pueblo acogedor dispuesto sobre una ladera, con el barranco del mismo nombre, famoso por sus cascadas, dividiendo el caserío en dos mitades. En la parte alta se encuentra la imponente iglesia de San Martín, con posibles orígenes románicos y aires de fortaleza. En el albergue de la localidad, reabierto recientemente, hicimos una parada para comer algo y reponer fuerzas.

A la salida de Liri tomamos un sendero a la derecha que permite atajar alguna curva de la carretera, aunque finalmente hay que seguir un tramo de esta para, tras pasar por la capilla de Santa Bárbara, llegar a Arasán, un pequeño pueblo calle con algunas casas de interés, un curioso lavadero enmarcado bajo una bóveda y, al final de su escaso caserío, la iglesia parroquial de la Asunción, que alberga una interesante talla de madera de un Cristo de los Milagros. Desde Arasán, podríamos continuar más hacia el este para dirigirnos a Urmella, donde destaca el hoy bastante arruinado, y en su momento importante, monasterio medieval de los santos Justo y Pastor. Pero nosotros, tras una rápida visita a Arasán, volvimos a la carretera y tomamos un sendero señalizado que, en unos cuarenta minutos, nos llevó a Castejón de Sos. El inicio es un poco incómodo por lo pedregoso y porque suele servir de cauce al agua de una acequia. Se cruza el barranco del Pedral y, después de un bello tramo umbrío, flanqueado de fresnos, bojes y algún cerezo silvestre, nos topamos con una borda, llamada del Baile, y enseguida tomamos un sendero a la izquierda. Luego se cruza la carretera y, en  pocos minutos, se llega a Castejón de Sos, donde terminamos nuestro recorrido. Una distancia total de unos catorce kilómetros, con algo más de quinientos metros de desnivel acumulado, en el que invertimos casi seis horas, andando relajadamente y con un buen número de paradas, para disfrutar sin prisas de los muchos atractivos de esta interesante ruta por los pueblos del Solano.

(Artículo publicado en el número 129 de la Revista Guayente, enero 2025)

Fotos: 1 - Dolmen de Ramastué, 2 - Barranco de Ramastué, 3 - Ermita de San Marcos de Ramastué, 4 - Camino de Sos a Liri, 5 - Vista desde Sos de la llanura aluvial con el río Ésera y Castejón de Sos al fondo, 6 - Iglesia de San Andrés en Sos, 7 - Paisaje otoñal al llegar a Liri, 8 - Sos, 9 - Sendero de Castejón de Sos a Sos , 10 - Iglesia de Liri, 11 - Arasán