Coincidiendo
con el 125 aniversario del nacimiento de María Moliner (Paniza, Zaragoza, 1900
– Madrid, 1981), el escritor hispano-argentino Andrés Neuman ha publicado
“Hasta que empieza a brillar”, una novela sobre la vida de la autora del famoso
“Diccionario de uso del español”, más conocido como el María Moliner. Andrés
Neuman (1977) nació en Buenos Aires. Hijo de músicos argentinos exiliados
(padre de origen judío y madre franco-española), con catorce años se trasladó
con su familia a Granada, donde estudió Filología, trabajó como profesor universitario
y vive en la actualidad, compartiendo las nacionalidades argentina y española. Brillante
y prolífico escritor y traductor, ha publicado poesía, ensayos, cuentos y
novelas, entre las que destaca “El viajero del siglo”, ganadora de los premios
Alfaguara y de la Crítica en 2009. Ahora, acaba de publicar “Hasta que empieza
a brillar”, novela en la que ha estado trabajando casi diez años.
Por
utilizar una etiqueta al uso, podríamos decir que “Hasta que empieza a brillar”,
título tomado de un poema de Emily Dickinson (“A veces escribo una palabra y me
quedó mirándola hasta que empieza a brillar”), es una biografía novelada de
María Moliner. Andrés Neuman ha rastreado toda la documentación generada sobre
la lingüista aragonesa y ha completado, con imaginación y verosimilitud, su
retrato biográfico desde su infancia hasta su muerte. Desde su nacimiento en
Paniza, donde su padre ejercía como médico rural, hasta su fallecimiento en
Madrid, con su mente ausente y habiendo perdido por completo, qué terrible
paradoja, la expresión de la palabra. Aunque la confección de su extraordinario
diccionario fue la ingente contribución de María Moliner a la lengua y la
cultura españolas, toda su vida constituye materia novelesca y biográfica de
interés en el libro de Andrés Neuman.
Desde
Paniza, la familia Moliner se trasladó a Madrid. Allí nació Matilde, la tercera
hija del matrimonio y también estudiante brillante e intelectual destacada, que
se unió a sus hermanos Enrique y María. El padre se enroló en un viaje a Buenos
Aires como médico de barco y acabó abandonando para siempre a su familia y
formando otra en Argentina. Esto obligó a la madre y sus tres hijos a volver a
Zaragoza y aceleró la maduración de María, que contribuyó en lo que pudo al
sustento familiar, trabajando para pagarse sus estudios. Tras el bachillerato,
tuvo que cursar Historia, pues la Universidad de Zaragoza no ofertaba
Filología. Terminó la carrera antes de cumplir los 22 años con Premio
Extraordinario al mejor expediente. Trabajó en el archivo de Simancas y después
en Murcia y Valencia. Se casó con Fernando Ramón, catedrático de Física en la
Universidad de Murcia, con quien tuvo cuatro hijos. Durante la Segunda
República dirigió la biblioteca de la Universidad de Valencia, llevó a cabo un
destacado trabajo en la creación de una red de bibliotecas escolares y rurales y
participó en la Junta de Adquisición de Libros e Intercambio Internacional para
dar a conocer al mundo los libros que se editaban en España. Tras la guerra
civil, María fue represaliada, descendiendo en el escalafón laboral del cuerpo
de archiveros y su marido fue apartado de su cátedra universitaria.
Dos
temas constituyen el eje central de la novela: la confección del “Diccionario
de uso del español” y el rechazo a la propuesta de su ingreso en la Real
Academia de la Lengua Española. Con cincuenta años y su carrera profesional
estancada, María Moliner, presa de “la melancolía de las energías
desaprovechadas”, comenzó un trabajo ímprobo, titánico y casi quijotesco, desde
su casa madrileña, ubicada precisamente el número 1 de la calle Don Quijote.
Mientras desempeñaba un rutinario trabajo en una biblioteca de una escuela de
ingenieros, robando horas al sueño, María llenaba el comedor de su casa de
fichas escritas a mano, hasta culminar un diccionario de 80.000 palabras. A esa
desmesurada empresa individual dedicó más de 15 años, hasta que en 1966 y 1967,
tras rectificaciones y añadidos producto de su afán perfeccionista, la
editorial Gredos publicó los dos tomos del diccionario que, en un rasgo de
justicia y reconocimiento, se hizo popular con el nombre de su autora. El
diccionario es en buena medida una enmienda al de la RAE, que María veía como
tautológico, insuficiente e impreciso. Neuman intercala algunas entradas de
palabras en su novela y sugiere la idea de que tal vez pueda rastrearse un
cierto vínculo biográfico de la autora en la elaboración de su diccionario.
En
1972, María Moliner es nominada para ingresar en la RAE. Defienden su
candidatura pesos pesados como Dámaso Alonso, Laín Entralgo o Rafael Lapesa.
Sin embargo, la propuesta fue rechazada en favor de Emilio Alarcos Llorach,
brillante filólogo pero con la juventud suficiente para entrar en la RAE en
posteriores candidaturas. Uno de los mayores detractores de la admisión de la
aragonesa fue Camilo J. Cela. María Moliner hubiera sido la primera mujer en
entrar en la RAE, pocos años después lo fue su amiga Carmen Conde. Neuman
ficciona una jugosa conversación entre María Moliner y Dámaso Alonso a
propósito de este asunto.
“Hasta
que empieza a brillar” es una magnífica novela y un merecido homenaje a María
Moliner en el 125 aniversario de su nacimiento.
“Hasta
que empieza a brillar”. Andrés Neuman. Alfaguara. 2025. 296 páginas