“Los siete años de abundancia”. Etgar Keret. Siruela. 2014. 160 páginas.
Etgar
Keret (Ramat Gan, Israel, 1967) es uno de los escritores israelíes actuales más
conocidos internacionalmente. Autor de una novela y cuatro libros de relatos,
Keret es también guionista, director de cine y profesor en la Universidad de
Tel Aviv, ciudad en la que actualmente reside. Enormemente popular en Israel y
traducido a numerosos idiomas, hasta hace poco apenas era conocido en nuestro
país. Aunque las editoriales Siruela y Sexto Piso ya habían publicado aquí
algunas de sus obras anteriores, son sus dos últimos libros de relatos, “De
repente llaman a la puerta” (Siruela, 2013) y “Los siete años de abundancia” (Sexto
Piso, 2013 y Siruela 2014), los que están propiciando que Etgar Keret sea también
cada vez más conocido entre los lectores españoles.
“Los
siete años de abundancia” es un libro que contiene treinta y cinco historias muy
cortas que habían sido publicadas previamente en diversos medios de
comunicación israelíes. Se trata de breves crónicas de tipo personal y familiar
que abarcan los siete primeros años de paternidad del escritor. El primer relato
coincide exactamente con el nacimiento de su hijo Lev en un hospital de Tel
Aviv, justamente en un día en que se ha producido un atentado terrorista suicida
en la ciudad. Al ver al conocido escritor en el hospital, los periodistas creen
que figura entre los heridos en el atentado, pero sufren una decepción y
pierden todo interés por él cuando conocen el verdadero motivo de su presencia
en el lugar. Esta primera crónica ya da una idea de las características de la
literatura de Keret, en la que convergen, en tono tragicómico, sus vivencias
personales cotidianas y la realidad política y social de su país.
Con
un estilo fresco y directo, de frases cortas y sintaxis fluida, se suceden los
episodios de raíz autobiográfica en los que predominan la ironía y el sentido
del humor, principales señas de identidad del escritor judío. El crecimiento
del pequeño Lev es uno de los ejes de la narración, aunque también el padre
moribundo y la enérgica esposa tienen un papel protagonista en muchos relatos
del libro. En algunos de ellos encontramos a otros miembros de la familia del
escritor: una hermana ultraortodoxa judía que tiene once hijos, o un hermano
mayor intelectualmente brillante, pacifista y defensor de la legalización de la
marihuana al que Keret admira desde niño. Ambos hermanos, situados vitalmente en
polos opuestos, son una muestra de la pluralidad variopinta y compleja de la actual
sociedad israelí.
También
la condición de judío y su particular idiosincrasia, sus miedos y obsesiones,
la convivencia cotidiana con el terrorismo, la violencia y la guerra o el peso
de la historia reciente tienen una importante presencia en el libro.
Particularmente emotiva es la relación del escritor con Polonia ─donde es una
figura muy conocida─ y su visita al antiguo gueto de Varsovia, al que su madre
logró sobrevivir de niña durante la Segunda Guerra Mundial. La vida viajera del
autor, que asiste a numerosos encuentros de escritores y lecturas de sus libros
en diferentes países del mundo, es otro de los temas recurrentes en sus relatos.
Algunos de los momentos más divertidos de los mismos suceden en los aviones y
los taxis, tan frecuentados por el autor para desplazarse por la ciudad.
Leyendo
“Los siete años de abundancia”, se pasa un rato verdaderamente agradable y se
descubre a un escritor diferente, ameno y muy entretenido, que a partir de sus experiencias
cotidianas construye sugerentes historias breves que se ingieren como suaves y deliciosas
píldoras. Bien elaboradas por un autor de quien su mujer dice, en uno de los
relatos del libro, que “nuestra vida es una cosa, y tú siempre la reinventas
para que sea otra cosa más interesante”. Hacer literatura de su propia vida es
lo que logra con maestría y deleite su marido.
Carlos Bravo Suárez
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