“De
repente llaman a la puerta”. Etgar Keret. Siruela. 2013. 208 páginas.
A finales del pasado mes de noviembre, escribí en esta
misma sección una reseña de “Los siete años de abundancia”, el último libro de
Etgar Keret (Ramat Gan, Israel, 1967) publicado en España. Decía al inicio de
aquellas líneas que el escritor israelí es un personaje muy conocido en su país,
tanto por su faceta literaria como por su condición de director y guionista de
cine. Profesor en la universidad de Tel Aviv, Keret ha publicado una novela y
cuatro libros de cuentos, y han sido estas colecciones de relatos las que,
traducidas a más de treinta idiomas, le han proporcionado también gran fama
internacional. En 2010 fue nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las
Letras por el Ministerio de Cultura de Francia.
Si “Los siete años de abundancia” contenía treinta y
cinco historias breves de tipo personal y familiar que abarcaban los siete
primeros años de paternidad del escritor, “De repente llaman a la puerta” es
una colección de treinta y ocho relatos, la mayoría breves aunque algunos no
tanto, que se inscriben dentro de la más pura ficción literaria. Una ficción
que muchos sitúan dentro de una clara tradición e influencia kafkianas, en el
sentido primero y más literal de este adjetivo. Algunos críticos van más allá y
explican los cuentos literarios de Etgar Keret como una singular mezcla entre
la desbordante y disparatada imaginación de Franz Kafka y la ironía a veces
hilarante de Woody Allen. Una sugerente miscelánea que navega casi siempre entre
el disparate y el absurdo.
El
primer cuento de “De repente llaman a la puerta” es el que da título al libro. Sucesivamente,
un inmigrante judío llegado desde Suecia, un encuestador marroquí y un
repartidor de pizzas llaman a la puerta de la casa del escritor y apuntan a este
con sus armas para que les cuente un cuento sin más dilación. El judío sueco
argumenta que, en una semana de estancia desde que llegó, ya se ha dado cuenta
de cómo funcionan las cosas en su nuevo país: mientras que en Suecia cuando se
quiere algo se pide educadamente y, por lo general, te lo dan, en Israel sólo
se entiende el lenguaje de la fuerza. El escritor acaba haciendo caso a sus
raptores, aunque argumenta que no puede contar el cuento si le apuntan con un
arma y siguen llamando a su puerta, dos acciones que en Israel parecen ir
unidas. Incluso se permite la ironía de decir que a Amos Oz y David Grossman,
las dos vacas sagradas de la literatura israelí actual, nunca les podría
ocurrir algo parecido. Sólo este primer cuento y el último (“¿Qué animal eres?”),
en el que una reportera alemana va a filmarlo mientras escribe en su casa,
tienen como supuesto protagonista al propio autor. Por los demás, desfilan
personajes de todo tipo que viven las situaciones más inverosímiles, retorcidas
y absurdas, aunque en el fondo casi todos sus extraños personajes destilen abundancia
de amor, soledad o compasión. Algunos cuentos, como “Pez dorado” –al que parece
hacer alusión la portada de la edición española de Siruela– y el más extenso
“Fiesta sorpresa”, son verdaderas joyas del relato breve fantástico.
Después
de leer las divertidas vivencias personales de “Los siete años de abundancia”,
la lectura de “De repente llaman a la puerta” ha supuesto para este lector una
gratísima sorpresa. El libro confirma un ingenio y una imaginación desbordantes,
que hacen de Etgar Keret un escritor singular y una “rara avis” en el panorama literario actual.
Carlos Bravo Suárez
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