“También esto pasará”. Milena Busquets.
Anagrama. 2015. 176 páginas.
Milena Busquets (Barcelona, 1973), cuya anterior novela
“He conocido a alguien”, publicada en 2008, pasó prácticamente desapercibida,
está logrando un enorme éxito de crítica y ventas con su segunda y reciente
narración “También esto pasará”, muy elogiada en la última Feria de Frankfurt,
donde varias editoriales compraron sus derechos para traducirla a un buen
número de idiomas. El libro nació como consecuencia del vacío y el angustioso
sentimiento de pérdida que dejó en su autora la muerte de su madre, la conocida
editora barcelonesa Esther Tusquets.
Aunque “También esto pasará” sea en gran medida un libro
autobiográfico y, como ha indicado su propia autora, se trate en esencia de una
carta –y un homenaje– dirigida a su propia madre muerta, Milena Busquets se
desdobla en Blanca, a quien convierte en la narradora del relato en primera
persona, como un recurso literario que le permite distanciarse de la historia
contada e introducir en ella determinadas dosis de ficción novelesca. El libro
comienza y termina en el cementerio de Cadaqués, población costera catalana en
la que transcurre la acción a lo largo de las primeras vacaciones estivales
vividas por Blanca en ausencia de su progenitora. Blanca es una mujer de
cuarenta años, dos veces separada y madre de dos hijos de dos padres
diferentes, que vive la vida con un espíritu libre y abierto que en algunos
momentos puede parecer que roza la frivolidad, tal como, en una virulenta
discusión entre ambas, le reprocha una de sus amigas. Blanca no renuncia al
sexo en situaciones comprometidas y busca con mucha frecuencia la seducción y
el juego con los hombres, en lo que puede entenderse como una necesidad
incontenible de sentirse querida.
En las situaciones vividas y rememoradas por la narradora
hay un indudable eco de aquella “gauche divine” de la Barcelona y el Cadaqués
de los años setenta del pasado siglo XX, cuando una burguesía políticamente
izquierdista se lanzó a vivir nuevas experiencias con el sexo y las drogas
teniendo, eso sí, las espaldas bien cubiertas por su desahogada situación
económica y social. Blanca –que no puede renunciar al servicio doméstico al que
está acostumbrada– y algunos de sus amigos son en cierto modo una nueva versión
continuista en muchos aspectos, pero en franca decadencia en otros, de aquella
lejana izquierda divina barcelonesa. Aunque, como la propia narradora revela, “todos
tenemos paraísos perdidos en los que nunca hemos estado”.
En el aspecto literario, el libro está escrito en una
prosa a la vez directa y elegante, que combina a la perfección los diálogos
chispeantes e irónicos con hermosas descripciones de Cadaqués y sus alrededores
campestres y marineros. El resultado es una novela que transpira verosimilitud
y autenticidad, en la que la autora parece desnudar sus intimidades y sus
contradicciones con transparencia y falta de pudor. Una declaración de amor a
una madre de una hija que ha quedado huérfana de su protección y que busca infructuosa
y desesperadamente rellenar el vacío que la muerte de aquella le ha dejado.
También esto pasará” toma su título de un cuento sobre
un poderoso emperador que convocó a los sabios de su corte para pedirles una
frase que sirviese para todas las situaciones posibles. Tras tres meses de
deliberaciones, los sabios eligieron “también esto pasará” como la expresión
comodín que se les había solicitado. Su madre, que le contaba a Blanca este
cuento cuando murió su padre, añadía que “el dolor y la pena pasarán, como
pasan la euforia y la felicidad”. Ahora es la madre la que ha muerto y la pena
que su desaparición ha provocado en la cuarentona Blanca también pasará antes o
después. Para contarnos su estado de desazón y tristeza, despliega todo su
eficaz y brillante repertorio con el que también consigue seducir al lector.
Carlos
Bravo Suárez
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