“Te
quiero porque me das de comer”. David Llorente. Alrevés Editorial. 2014. 317
páginas.
Aunque utilizamos con
bastante frecuencia el adjetivo “diferente” para referirnos a algunas lecturas
nuevas, ningún libro de los que he leído últimamente se ajusta tanto a ese
calificativo como “Te quiero porque me das de comer”, la novela de David
Llorente publicada el pasado año por Alrevés Editorial.
David
Llorente (Madrid, 1973) es un novelista y dramaturgo afincado en Praga, donde
trabaja como profesor de Lengua y Literatura españolas desde el año 2002. Sus
dos primeras novelas, “Kira” (1998) y “El bufón” (2000), obtuvieron los premios
Francisco Umbral y Ramón J. Sender respectivamente. En su tercera narración,
“Ofrezco morir en Praga” (2008), cuenta su experiencia en la capital checa. “De la mano del hermano muerto” (2011) fue
editada en formato bilingüe en español y checo. En la República Checa ha
publicado un buen número de obras de teatro; algunas de las cuales han sido
recopiladas en el libro “Los árboles dormidos” (2009). “Te quiero porque me das
de comer” es su quinta novela y ha sido considerada por algunas publicaciones
como una de las más destacadas del pasado 2014.
“Te quiero porque me das de comer” tiene una
estructura muy original e innovadora. Aunque hay una trama principal –las
muertes producidas por un psicópata asesino en serie– son muchas las tramas
secundarias y muchos los personajes que desfilan por las páginas del libro.
Está éste distribuido en capítulos cortos, constituido cada uno de ellos por un
único párrafo sin un solo punto y aparte. En esos largos párrafos se van
aportando, sin solución de continuidad, informaciones diversas y diferentes sucesos
ocurridos a los personajes. En cuanto se acostumbra, el lector va sabiendo
discriminar sin más problemas las diferentes aportaciones textuales que
confluyen en cada uno de los capítulos-párrafo, con la lograda pretensión de
producir un efecto de simultaneidad narrativa en el espacio y el tiempo del
relato.
“Te quiero porque me das de comer” transcurre
íntegramente en el barrio madrileño de Carabanchel en dos periodos distintos
separados por un intervalo de diez años, en los inicios de las décadas de los
noventa y de los dos mil. Un Carabanchel degradado, azotado por los yonquis y
la delincuencia juvenil, con curas pederastas, prostitutas de calle y bar de
barrio, camellos y macarras de mafias locales, maltratadores, suicidas,
ludópatas, perros asesinos, el microcosmos de un instituto de enseñanza
secundaria donde ocurre de todo entre alumnos y profesores y, excepcionalmente,
una joven que toca el piano y dos chicos que quieren ser escritores y uno de
ellos incluso gana el premio Francisco Umbral de Novela Corta. Y, como
personajes con algo más de protagonismo y continuidad, el psicópata asesino de
doble vida y el comisario que no da salida al caso y se enamora locamente de un
joven actor de teatro.
No es fácil reseñar en pocas líneas un libro tan
diferente y con tal cantidad de personajes y situaciones, intentando además no desvelar
por anticipado al posible lector futuro la identidad del llamado Asesino de la
Moneda. Sí puedo decir que resulta una lectura apasionante y adictiva y que, al
menos a este lector, le ha recordado por momentos, y salvando las distancias,
al enjambre de personajes cuyas apariciones se suceden de aquella “Colmena” de
Camilo José Cela, aunque el Madrid de la postguerra se sustituya aquí por un
Carabanchel degradado y sórdido hasta el extremo.
Carlos Bravo
Suárez
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