“Hermanos
de sangre”. Ernst Haffner. Seix Barral. 2014. 248 páginas.
Hace un par de años, en
2013, el editor alemán Peter Graff recuperó una novela olvidada que narra las
peripecias de un grupo de jóvenes y adolescentes que logran sobrevivir a duras
penas en las calles y plazas berlinesas, en medio de la tremenda crisis social
y económica que azotaba a la Alemania de entreguerras. Se trataba de un duro
relato publicado en 1932 con el título de “Juventud en la carretera de Berlín”.
El libro fue prohibido por los nazis tras su ascenso al poder, y de su autor,
Ernst Haffner, se perdió la pista para siempre. Sólo sabemos que fue periodista
y asistente social, que vivió en Berlín entre 1925 y 1933 y que posiblemente
conoció de primera mano la cruda realidad de la que trata su única novela
conocida. Al parecer, Goebbels lo llamó tras la publicación del libro y de
Haffner nada más se supo. Seix Barral, tras el éxito obtenido en Alemania,
editó la novela el pasado año en nuestro país con el título de “Hermanos de
sangre” y el subtítulo de “Una novela berlinesa”, en una magnífica traducción
del alemán del destacado escritor Fernando Aramburu.
“Hermanos de sangre” es un
descenso a los bajos fondos berlineses, donde muchos jóvenes, algunos casi niños,
hambrientos y desarraigados, buscan alimento y cobijo, habiendo de recurrir con
frecuencia a las formas más elementales de supervivencia. Procedentes de
familias desestructuradas, con padres que murieron en muchos casos en la
Primera Guerra Mundial, huidos de orfanatos y correccionales de los que entran
y salen sin parar, deambulan sin trabajo ni ocupación por las calles berlinesas
practicando pequeños hurtos, prostituyendo por necesidad sus cuerpos jóvenes y
librándose del frío en atestados cafés, bibliotecas públicas, cines de sesión
continua o inmundas pensiones de mala muerte. Pocos son quienes los ayudan y la
policía berlinesa los persigue con saña, así que la solidaridad y el apoyo mutuo
entre ellos los lleva a constituir pequeñas bandas con estrictas normas de
pertenencia, que practican con crueldad la venganza con quienes se enfrenten a
ellos o los traicionan. La denominada “Hermanos de sangre” es la banda que
protagoniza esta novela y le da título. Una banda que, aunque siempre tiene a
la policía pisándole los talones, va aumentando el grado de su actividad delictiva
hasta convertirse en unos expertos carteristas.
Con una prosa seca y
cortante, el libro se inscribe dentro de un duro realismo social que desnuda
las miserias de las sociedades empobrecidas y la salvaje lucha por la vida que
se establece para sobrevivir en tiempos de aguda crisis económica. Hay momentos
espeluznantes y tremendos en el libro, como cuando uno de los jóvenes viaja de
Colonia a Berlín abrazado a un eje del tren a escasos centímetros del suelo, o
cuando los propios jóvenes castigan físicamente con obligada crueldad a quien
ha intentado engañar a uno de sus miembros.
Se destacan también las dificultades de estos jóvenes para salir de la
espiral de delincuencia en la que acaban fatalmente atrapados. Así lo
experimentan dos de ellos que intentan alejarse de la banda y montar un pequeño
negocio de calzado que les permita sobrevivir honradamente al margen de la
delincuencia. A pesar de la ayuda y comprensión que reciben por parte de la
dueña de la pensión en que se hospedan –uno de los pocos personajes buenos del
libro–, su pasado reciente, la policía implacable y las leyes despiadadas que
no entienden de cambios ni de arrepentimientos van a sembrar de obstáculos y
hacer difíciles sus buenos propósitos.
La recuperación de “Hermanos
de sangre” es una buena noticia literaria. La novela constituye un verdadero documento
de cómo la crisis económica golpeó con dureza a los más desfavorecidos en las
populosas calles del Berlín de los años 30 del pasado siglo. Un perfecto caldo
de cultivo para que el nazismo lograra apoderarse en poco tiempo de los
designios de esa sociedad cada vez más empobrecida, cruel y ansiosa de algún
tipo de venganza.
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