Primer tramo de subida
Con el Comodoto enfrente
El Robiñera a la vista
Parada a desayunar
El macizo de Cotiella a lo lejos.
Piedras y rocas
La Tres Sorores, las Tres Marías y el collado de Añisclo en medio.
Las tres Sorores
El glaciar de Monte Perdido
Cerca de la cresta
Empezando la cresta
El Vignemale
Los lagos de La Munia desde la cresta
El valle de Barrosa
La cima a la vista
En la cima
Bajada de vuelta
La cara oeste del Robiñera
En los lagos de La Munia
El lago grande o de abajo de La Munia
Treinta y cuatro personas
participamos el pasado domingo en la ascensión al pico Robiñera, organizada por
el Centro Excursionista Ribagorza de Graus. Fue un magnífico día de sol que nos
permitió disfrutar de espléndidas vistas del Pirineo desde la cima de esta
montaña, una excepcional atalaya situada a 3.001 m. de altitud.
A las 6.30 horas salimos de Graus en autobús en dirección a Aínsa. En la capital sobrarbense nos repartimos en varias furgonetas 4x4 para dirigirnos a Bielsa y Parzán. A la salida de esta población, tomamos una estrecha carretera de 3 km hasta la localidad de Chisagüés y, finalmente, 7 km de pista hasta el aparcamiento o campa de Petramula (1.915 m.), desde donde, a las 8.45 horas, comenzamos nuestra excursión andando. El sendero se inicia con fuerte subida junto al barranco del Clot, por una zona herbácea pero ya carente de bosque. Tras una ligera bajada, paramos a desayunar en un cruce de caminos un poco más abajo del collado de las Puertas y los lagos de La Munia. Desechamos el sendero que sube a los ibones y continuamos a nuestra derecha iniciando otra empinada subida cada vez más pedregosa y pelada. Llegamos después a un escarpe rocoso con un considerable abismo por su izquierda. Hay que pasar este punto con atención y prudencia para acceder a la cresta final del Robiñera. Se trata de una cresta algo larga, con algunas subidas y bajadas y bastante aérea, en cuyo extremo norte se encuentra la cima de la montaña.
La cima del Robiñera es amplia y ofrece unas vistas excepcionales en todas las direcciones. Debajo mismo, y ya visibles desde algún punto de la cresta, los dos lagos de La Munia, entre los cercanos picos de Peña Blanca y Chinipro. Por el otro lado, el valle de Barrosa en su integridad. Enfrente, la cara norte de Las Tres Sorores (Cilindro, Monte Perdido y Añisclo) con el glaciar de Monte Perdido perfectamente visible. Siguiendo la cadena hacia el este, el collado de Añisclo y las Tres Marías. Un poco más allá, el macizo de Cotiella y la Punta Suelza. También, Posets y los Eriste y, cerrando el horizonte, el Perdiguero y otros picos fronterizos de esa zona del valle de Benasque. El Aneto queda oculto por el macizo de Posets o de Llardana. Completando el círculo, y ya más alejado, el imponente Vignemale y su glaciar.
Tras un buen rato en la cima, desanduvimos el camino andado. Primero por la cresta y luego en fuerte bajada, hasta volver al punto en el que habíamos parado a desayunar, un poco más abajo del collado de las Puertas. En corta subida, ascendimos a los lagos de La Munia o de La Larri (2.520 m.), donde unos cuantos nos dimos un rápido baño en sus frías aguas. Tras comer y disfrutar de la belleza del paisaje, iniciamos el último descenso. En torno a las 17 horas, llegamos al aparcamiento de Petramula donde nos esperaban ya las furgonetas.
Según el GPS, habíamos recorrido 10,7 km, con un desnivel de 1.235 m. Invertimos ocho horas en la excursión, de las cuales cinco fueron en movimiento y tres en paradas. La jornada había sido un éxito en todos los aspectos. Cumpliendo con la costumbre anual del CER, habíamos ascendido un tresmil. Esta vez el pico Robiñera, también llamado, aunque menos, pico Louseras o Loseras. El primer nombre parece hacer referencia a su color herrumbroso. El segundo, a la abundancia de losas en las laderas de este magnífico mirador pirenaico.
A las 6.30 horas salimos de Graus en autobús en dirección a Aínsa. En la capital sobrarbense nos repartimos en varias furgonetas 4x4 para dirigirnos a Bielsa y Parzán. A la salida de esta población, tomamos una estrecha carretera de 3 km hasta la localidad de Chisagüés y, finalmente, 7 km de pista hasta el aparcamiento o campa de Petramula (1.915 m.), desde donde, a las 8.45 horas, comenzamos nuestra excursión andando. El sendero se inicia con fuerte subida junto al barranco del Clot, por una zona herbácea pero ya carente de bosque. Tras una ligera bajada, paramos a desayunar en un cruce de caminos un poco más abajo del collado de las Puertas y los lagos de La Munia. Desechamos el sendero que sube a los ibones y continuamos a nuestra derecha iniciando otra empinada subida cada vez más pedregosa y pelada. Llegamos después a un escarpe rocoso con un considerable abismo por su izquierda. Hay que pasar este punto con atención y prudencia para acceder a la cresta final del Robiñera. Se trata de una cresta algo larga, con algunas subidas y bajadas y bastante aérea, en cuyo extremo norte se encuentra la cima de la montaña.
La cima del Robiñera es amplia y ofrece unas vistas excepcionales en todas las direcciones. Debajo mismo, y ya visibles desde algún punto de la cresta, los dos lagos de La Munia, entre los cercanos picos de Peña Blanca y Chinipro. Por el otro lado, el valle de Barrosa en su integridad. Enfrente, la cara norte de Las Tres Sorores (Cilindro, Monte Perdido y Añisclo) con el glaciar de Monte Perdido perfectamente visible. Siguiendo la cadena hacia el este, el collado de Añisclo y las Tres Marías. Un poco más allá, el macizo de Cotiella y la Punta Suelza. También, Posets y los Eriste y, cerrando el horizonte, el Perdiguero y otros picos fronterizos de esa zona del valle de Benasque. El Aneto queda oculto por el macizo de Posets o de Llardana. Completando el círculo, y ya más alejado, el imponente Vignemale y su glaciar.
Tras un buen rato en la cima, desanduvimos el camino andado. Primero por la cresta y luego en fuerte bajada, hasta volver al punto en el que habíamos parado a desayunar, un poco más abajo del collado de las Puertas. En corta subida, ascendimos a los lagos de La Munia o de La Larri (2.520 m.), donde unos cuantos nos dimos un rápido baño en sus frías aguas. Tras comer y disfrutar de la belleza del paisaje, iniciamos el último descenso. En torno a las 17 horas, llegamos al aparcamiento de Petramula donde nos esperaban ya las furgonetas.
Según el GPS, habíamos recorrido 10,7 km, con un desnivel de 1.235 m. Invertimos ocho horas en la excursión, de las cuales cinco fueron en movimiento y tres en paradas. La jornada había sido un éxito en todos los aspectos. Cumpliendo con la costumbre anual del CER, habíamos ascendido un tresmil. Esta vez el pico Robiñera, también llamado, aunque menos, pico Louseras o Loseras. El primer nombre parece hacer referencia a su color herrumbroso. El segundo, a la abundancia de losas en las laderas de este magnífico mirador pirenaico.
Artículo publicado en Diario del Alto Aragón
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