domingo, 30 de junio de 2019

EL ANDORRANO


Anoche terminé de leer “El andorrano”, la novela del periodista Joaquín Abad (Almería, 1952) editada por la minoritaria Cibeles, que ya va –creo– por la séptima edición y ha sido un fenómeno literario de enorme éxito en Amazon. Al parecer, se trata ya del libro más vendido nunca en Andorra. Desde el principado, algunas familias intentaron sin éxito secuestrar la edición de la novela, cosa que posiblemente haya contribuido aún más a su difusión posterior.

El escándalo y el interés del libro vienen motivados por el tema que trata. En un artículo de 2015, embrión de la novela, el propio Abad lo explica perfectamente en este párrafo que transcribo: “Con la guerra civil española y luego con la Segunda Guerra Mundial le tocó (a Andorra, se entiende) la lotería. A los pastores les llegaban peticiones de familias que huían de la guerra en España y marchaban a Francia con todos sus alhajas, ahorros, cubiertos de plata, en la maleta. Por supuesto, los pastores se ofrecieron de guías para llevarlos al otro lado de la frontera, a salvo de sus perseguidores. Durante la Segunda Guerra Mundial cientos de judíos, también con sus riquezas en la maleta, oro, brillantes, etc., solicitaban los servicios de los guías andorranos para llegar a España donde se les prometía refugio frente al dominio nazi. Algunos de esos guías se hicieron ricos. Riquísimos. Las grandes fortunas actuales de Andorra son nietos de esos pastores, de esos guías, que en muchos casos se quedaron con las riquezas de los judíos que les contrataban. Todos los años, tras el deshielo, aparece algún que otro cadáver en los pasos de montaña. Cadáveres con las muñecas atadas con alambres abandonados a su suerte hace setenta años... Sus descendientes, sí, descendientes de auténticos criminales, son los que ahora lideran la banca andorrana, así como las grandes empresas concesionarias de lujosas marcas de vehículos, instalaciones hoteleras, etc.”.

Como ven el asunto no es moco de pavo. El principal personaje de la novela, con el que empieza la historia, es un pastor almeriense que en 1938 huye de su pueblo tras apuñalar al alcalde que estaba violando a su sobrina. Ayudado por un camionero, consigue huir de los milicianos que lo persiguen y, tras varias peripecias, llegar hasta Andorra, donde comenzará a trabajar como guía y pasador de la frontera con los pastores autóctonos que ayudan primero a los que huyen de Franco  durante la Guerra Civil y poco después de los que, en sentido inverso, escapan de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Aunque con algunos escrúpulos al principio, Antón, que así es conocido el personaje, se suma a la práctica habitual de despeñar, atar con alambres y dejar morir de frío a los huidos supuestamente ricos y principalmente judíos, para robarles sus pertenencias. Después de la guerra mundial, algunos de esos pastores son inmensamente ricos y comienzan a montar diversos negocios en Andorra, desde bancos y hoteles hasta los embriones de los actuales supermercados, que todavía regentan hoy sus descendientes.

Las investigaciones de un periodista almeriense, alter ego del autor, y el interés de los descendientes de una familia de joyeros judíos parisinos desaparecidos en la Segunda Guerra Mundial, además de la frecuente aparición en los deshielos de cadáveres con las manos atadas con alambre, hacen volver a la palestra aquellos hechos del pasado que todos querían mantener en el olvido. Aunque se trata de una novela, no sé si los nombres de los personajes son reales, pero al parecer estos pueden ser identificados con cierta facilidad por los habitantes del principado. De ahí el enorme escándalo provocado en la pequeña y cerrada sociedad andorrana. Por otro lado, sí aparecen algunos nombres reales y reconocibles en el relato, como los de Jordi Pujol y su familia, habituales visitantes de Andorra adonde llevan, como otros políticos convergentes, el abundante dinero procedente de las comisiones políticas cobradas durante largo tiempo en Cataluña. Un asunto sobre el que, como se dice en la novela, la prensa catalana teledirigida desde el poder siempre hizo la vista gorda y nunca quiso indagar.

La novela transcurre en dos planos temporales: el periodo que va de 1938 a 1945, en que ocurren los hechos, y el de los años 80, en que se desarrolla la investigación. Sólo una crítica destacable puede hacerse al libro, el que desde el punto de vista de la sintaxis y la ortografía deja mucho que desear, pues son muy abundantes las faltas de concordancia y la ausencia de tildes prescriptivas. Ya se ha publicado una segunda parte de la novela a la que al parecer seguirá una tercera hasta componer una trilogía. Pero la verdaderamente impactante ha sido esta primera, sobre la que acabo de escribir de corrido este largo rollo que espero que alguno de vosotros consiga leer hasta el final.

“El andorrano”. Joaquín Abad. Cibeles. 2018. 218 páginas

El autor

Joaquín Abad es periodista y director del periódico mil21. Columnista en multitud de medios de comunicación, fue director del diario La Crónica de Almería durante 17 años desde 1982, donde salvó la vida tras varios atentados de la mafia local que ordenó su muerte, un relato recogido en ‘Descubriendo a Juan Asensio’.
Trabajó también en las redacciones de Arriba, El Alcázar, Diario de Avisos, Personas o la agencia Pyresa. Uno de sus trabajos más reconocidos fue como director del mítico semanario de sucesos El Caso, así como de una treintena de publicaciones digitales, un mercado que Abad domina a la perfección, ya que es, asimismo, CEO de la compañía Cibeles Group, LLC.


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