El pasado año reseñamos en
esta sección ”El orden del día”, novela con la que Éric Vuillard (Lyon, 1968)
obtuvo el Premio Goncourt en Francia y logró un gran éxito literario en toda
Europa. No ha tardado mucho el escritor francés en editar un nuevo libro que
sigue en gran medida las pautas de su exitosa narración anterior. De nuevo
estamos ante una novela breve, de menos de doscientas páginas, inspirada en
unos hechos de gran trascendencia histórica. Si antes fue el ascenso de Hitler
al poder y la anexión germana de Austria, ahora se trata de contar el estallido
de la Revolución Francesa y la toma de La Bastilla el 14 de julio de 1789. “14
de julio” también ha sido publicada en España por Tusquets y cuenta nuevamente
con la traducción de Javier Albiñana.
La novela arranca con el recorte de salarios de la
fábrica parisina de manufacturas Reveillon, que le sirve al autor para mostrar
el descontento y las estrecheces que sufría buena parte del pueblo llano en un
momento en que una gran hambruna azotaba Francia. París contaba entonces con
seiscientos mil habitantes, de los que ochenta mil carecían de trabajo y
recursos. En las protestas del 28 de abril de 1789, una multitud hambrienta y
desesperada logra entrar en la mansión de los Réveillon, que es violentamente
saqueada. La revuelta es reprimida con inusitada crueldad por gendarmes y
soldados que ocasionan una tremenda matanza. Se pone luego el foco en el
contraste entre el lujo y la buena vida en la corte palaciega de Versalles y
las penalidades sufridas por la mayor parte de la población. También en la
desastrosa situación económica del país, al borde de la bancarrota, con una
deuda disparada y un sangrante aumento de los impuestos que abrasan al pueblo
llano y a los pequeños comerciantes mientras los príncipes y la realeza no se
privaban de nada.
Pero
el grueso del relato narra con detalle los hechos sucedidos el 14 de julio de
1789 que culminaron con la toma de La Bastilla, fortaleza que constituía todo
un símbolo del poder real y del antiguo régimen. Vuillard intenta poner algunos
nombres y oficios, registrados en archivos de la época, a esa masa ingente y
popular, por lo general anónima en los libros de historia, que se levantó ese
día contra la injusticia y el poder reinantes y desbordó la ya escasa y minada
capacidad de resistencia y contención de un régimen decadente que, aunque
todavía aparentaba fortaleza, hacía tiempo que había comenzado a agonizar. “Dicen
que aquel día se juntaron cerca de doscientas mil personas en torno al
monstruo, lo que representa la mitad de la ciudad, sin contar a los recién
nacidos, los ancianos y los enfermos; es decir, que está todo el mundo. Debe de
ser un gentío fabuloso, una especie de totalidad. Lo nunca visto. La totalidad
se nos escapa siempre. Pero allí, aquella mañana, aquel 14 de julio, hay
hombres, mujeres, obreros, pequeños comerciantes, artesanos, incluso burgueses,
estudiantes, pobres; y no faltarán numerosos rufianes de París, atraídos por el
desorden y por la increíble ocasión, pero también, como todo el mundo, por algo
más difícil de expresar, más imposible de perderse, más gozoso”. Se puede señalar
como hecho curioso que de algunos de estos personajes se dice que hablan
“patois”, una variedad lingüística que posiblemente tuviera muchos parecidos
con el actual “patués”, todavía usado por algunos habitantes del valle de
Benasque.
El
propio autor definió la intención del libro en su presentación en Madrid: “No
estamos ante una novela histórica sino ante el relato de los protagonistas de
ese día que quedaron en el anonimato. Para mí, la literatura es un viaje hacia
la realidad y lo que he querido reflejar es la realidad de esos días y, en especial,
el del día 14 de julio”. A diferencia de “El orden del día”, donde hay algunos
personajes concretos, aquí el protagonista es absolutamente colectivo. Una masa
de gente que, sin partidos políticos ni organizaciones que la dirijan,
protagoniza uno de los hechos históricos de mayor transcendencia política y
social para las generaciones futuras.
No
cabe duda de que Éric Vuillard ha intentado utilizar el mismo esquema narrativo
que tanto éxito le proporcionó en su novela anterior. Por otro lado, en los
sucesos históricos de ambos relatos se pueden encontrar tal vez algunos
paralelismos con situaciones del presente y quién sabe si del futuro inmediato.
En cualquier caso, siempre es bueno conocer mejor nuestra historia y aprender algo
de ella. La lectura de estas narraciones breves y fluidas, pero en absoluto
carentes de la precisión y el rigor necesarios, hacen sin duda más ameno y fácil
ese aprendizaje.
“14 de julio”. Éric Vuillard. Tusquets
Editores. 2018. 192 páginas.
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