El
grupo excursionista grausino Tardes al Sol realizó la semana pasada una bonita
excursión circular desde la localidad ribagorzana de Campo hasta el pequeño
pueblo de Biescas de Bardají, con paradas en las ruinas del castillo de Sin,
las escondidas pozas del barranco de Biescas y un enebro o chinebro milenario
próximo al camino.
Los
trece participantes en la actividad salimos de Graus en nuestros vehículos para
dirigirnos a Campo. Desde la carretera, donde aparcamos, atravesamos el casco
antiguo de esta población en dirección al este. Tras pasar por la plaza mayor y
su iglesia de la Asunción, a la salida del pueblo, junto a la ermita de San
Sebastián y en un pequeño parque, tomamos un camino a la izquierda que se
dirige a las ruinas del castillo de Sin. Es el PR-HU122, señalizado con marcas
blancas y amarillas. Desde Campo al castillo hay poco más de dos kilómetros que
recorrimos en una media hora. Primero por terreno abierto y luego por un pinar
que nos proporcionó una agradable y deseada sombra, seguimos un desvío a la
derecha y llegamos a las ruinas de esta antigua fortaleza que parece datar de
finales del siglo IX. Desde este punto hay unas magníficas vistas del Turbón,
Cotiella, Cervín y la sierra Ferrera.
Tras
una parada, retornamos al cruce y seguimos hacia la localidad de Biescas de
Bardají, que enseguida divisamos con el Turbón al fondo. A lo largo del camino
se levantan varios majestuosos robles centenarios. Al llegar a una fuente,
encontramos un cruce de caminos. El de la derecha, como se lee en un indicador
de madera, lleva a las pozas. Nosotros decidimos seguir el sendero de la
izquierda y hacer primero una visita a Biescas. En pocos minutos, llegamos a
esta pequeña localidad perteneciente al municipio de Valle de Bardají, que
alberga escasamente una decena de casas. A las afueras se encuentra la iglesia
de San Saturnino, restaurada hace unos años y de estilo románico lombardo.
Desde
la iglesia, y sin desandar nuestro camino, volvimos hasta el cruce de la fuente
y las pozas, hacia las que ahora ya nos dirigimos. Las pozas del barranco de
Biescas, que en algunos mapas se denomina barranco de Cervín, son un lugar
sorprendente, de considerable belleza y gran frescura. En un paraje de frondosa
vegetación, por un capricho geológico, se han ido formando en el cauce del río
unas pequeñas presas naturales que componen una sucesión de pozas, de no
excesiva profundidad, pero propicias para un baño refrescante. El camino
desciende por la margen derecha del río hasta un punto en que se corta porque
la madera de una pequeña pasarela se ha podrido e impide el paso. Nosotros
cruzamos el barranco y subimos a la carretera para descender un poco más delante
de nuevo al barranco y continuar por el camino señalizado en dirección a Campo.
Al alcanzar
un pequeño collado, un sendero a la derecha nos acerca hasta un enebro o
chinebro milenario que merece la pena ver. Es un impresionante ejemplar, cuyo
tronco tiene unos tres metros de diámetro y que, según los entendidos, ronda
los dos mil años de antigüedad. Desde aquí, retornamos al sendero y por un
camino de margas volvimos a Campo. Habíamos recorrido una distancia de 9 km,
con 256 m. de desnivel acumulado. En casi cuatro horas, pero con numerosas y
largas paradas en los muchos lugares de interés del camino.
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón)
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