Organizada
conjuntamente por la Asociación La Redolada de A Fueva y la Asociación Cultural
Castillo de Troncedo, el pasado sábado se celebró una nueva edición de La Ruta
Senderista de primeros de mayo que se viene realizando anualmente desde el año
2006 en la comarca sobrarbense de La Fueva. Tras recorrer todo el perímetro del
municipio fuevano en sucesivas excursiones, el año 2018 se inició un nuevo
formato con itinerarios radiales que siguen antiguas rutas comerciales de la
zona con final en Tierrantona. Las dos primeras excursiones tuvieron su inicio
en Navarri y Gerbe respectivamente. Tras dos años de parón por la pandemia, el
pasado sábado se reanudó este encuentro comarcal con la participación de una
cincuentena de personas y un recorrido senderista desde Arro hasta Tierrantona,
con posterior comida popular en las piscinas de esta localidad.
Aunque
muchos de los participantes, entre los que había familias con niños, se dieron
cita en Tierrantona a las 9 horas para ultimar los preparativos previos de la
jornada, la excursión andando comenzó en Arro a las 9.30 horas. En esta pequeña
población, perteneciente al municipio de Aínsa-Sobrarbe, destaca la Casa Lanao,
edificio torreado situado a las afueras de la localidad y declarado Bien de
Interés Cultural. Desde Arro iniciamos el recorrido por una pista de tierra que
nos llevó hasta el río de la Nata, o Lanata. Su crecido caudal tras las últimas
lluvias hizo que tuviéramos que cruzarlo en varios viajes montados en un
todoterreno de apoyo o, en algunos pocos casos, con los pies descalzos. Al otro
lado del río, nos hicimos la foto de grupo y continuamos por un tramo de pista
entre bosque de pinos hasta llegar al barranco conocido como Las Natiellas de
Arro.
Durante
un rato, continuamos por el cauce del barranco, sorteando sin dificultad su
escaso caudal que fluye entre un terreno de margas o terreros. Sobre las 11
horas hicimos una parada para desayunar y luego vimos varios pequeños puentes
de troncos de “chinebro” que se han colocado para que los ciclistas puedan
salvar algunas zonas arenosas desgastadas. En este punto, iniciamos un tramo de
subida por un bonito sendero por bosque que nos llevó a la zona conocida como
Cuellospins. Desembocamos en una pista y llegamos a Aluján, pequeña localidad
en la que destaca la impresionante Casa Mur. Gracias a la amabilidad de sus
propietarios, pudimos ver parte de su interior y subir hasta lo alto de una de
sus torres.
Desde
Aluján llegamos en pocos minutos a Tierrantona donde, tras tomar un vermut, nos
dirigimos a las piscinas municipales. Allí, en un bien acondicionado merendero,
asamos carne y longaniza y disfrutamos de una agradable comida culminada con
café y postre obsequio de los organizadores. La ruta había sido de poco más de
diez kilómetros en los que invertimos unas cuatro horas con las largas paradas,
que en algunos casos contaron con las explicaciones pertinentes. En conjunto,
fue una estupenda jornada de excursionismo y convivencia.
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