Canción de tumba. Julián
Herbert. Literatura Mondadori. 2011. 206 páginas.
Canción de tumba ganó el prestigioso Premio Jaén de Novela del pasado
año. Su autor es el mejicano Julián Herbert (Acapulco, 1971), hasta ahora poco
conocido en España, a pesar de haber publicado en su país otra novela -Un
mundo infiel-, una colección de cuentos, un ensayo y varios libros de
poesía.
En
Canción de tumba, Herbert novela en
primera persona, y no sabemos con cuánta dosis de autobiografía, la compleja
relación que a lo largo de su vida ha mantenido con su madre, una mujer
ingresada en un hospital mejicano porque padece una leucemia que la tiene al
borde de la muerte. Las largas horas junto al lecho de la madre enferma llevan
al narrador a realizar un heterodoxo ejercicio literario en el que mezcla recuerdos de su infancia, un repaso de
su relación con las mujeres y sus gustos sexuales, su afición a varias drogas,
y algunas sugerentes reflexiones sobre la situación social y política de su
país, un México corrupto y violento que a veces tiene un tratamiento casi
surrealista de reminiscencias buñuelescas.
Desde
la infancia, la vida del narrador ha estado marcada por la profesión de su madre.
Guadalupe Chávez –también conocida como Marisela Acosta, entre otras
identidades falsas–, que ejerció la
prostitución durante buena parte de su vida. Quien narra la historia del libro es,
por tanto, en el sentido literal de la expresión y sin eufemismos edulcorantes,
un auténtico hijo de puta.
La
novela puede caer tal vez en algunos momentos en un excesivo verbalismo
retórico poco productivo narrativamente, pero esta misma inclinación
esteticista la dota de una mayor modernidad en su hibridación de géneros literarios,
su enfoque misceláneo y su notable musicalidad poética. Hay también, por otro
lado aunque en la misma línea, una considerable presencia en el texto de un
lenguaje coloquial mejicano, que recoge el habla de la calle y puede resultar en
ocasiones algo difícil para el lector español.
Canción de tumba es una narración original ya desde su título, con
esa antítesis implícita respecto a una posible “canción de cuna” referida a una
infancia feliz. La del escritor consistió sin embargo, debido a la itinerante
profesión de su madre, en un continuo ir y venir por la vasta geografía
mejicana. No a todo el mundo gustará este libro que mezcla elementos muy
diversos con una intención literariamente innovadora, y que se aleja en muchos
aspectos de las corrientes narrativas más convencionales y ortodoxas.
Carlos Bravo Suárez
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