“Accidente nocturno”. Patrick Modiano.
Anagrama. 2014. 144 páginas.
Aunque hasta esa fecha había publicado en esta sección
unas cuantas reseñas de libros suyos, no había vuelto a leer nada de Modiano
desde que el año pasado le fuera concedido el Premio Nobel de Literatura. Con
motivo de ese importante galardón, se publicaron en nuestro país algunas
novelas del escritor francés todavía no traducidas hasta ahora al español. Una
de ellas fue “Accidente nocturno”, editada en Francia en 2003.
“Accidente nocturno” contiene la mayor parte de los
ingredientes del universo literario de Modiano. El suceso que da título al relato,
y a partir del cual se construye, es descrito por el propio narrador
protagonista al inicio del libro: “Entrada la noche, en un día ya lejano en que
estaba a punto de cumplir la mayoría de edad, cruzaba la plaza de Les Pyramides
en dirección a la plaza de La Concorde cuando salió un coche de entre las
sombras. Primero pensé que me había rozado; luego noté un dolor agudo del
tobillo a la rodilla. Había caído desplomado a la acera. Pero conseguí
levantarme. El coche dio un bandazo y chocó contra uno de los arcos de los
soportales de la plaza con ruido de cristales rotos. Se abrió la puerta y salió
tambaleándose una mujer”. El joven es atendido en un hospital y luego enviado a
su casa con un sobre con dinero que le entrega, junto a un documento firmado,
un enigmático personaje que acompañaba a la conductora.
A partir de ese momento, el joven narrador inicia la búsqueda
infructuosa de esa mujer que conducía un Fiat de color verde agua. En su mente
se mezclan recuerdos confusos de ese accidente reciente con otros momentos
anteriores de su vida. Como un detective que investiga hacia fuera y hacía el
interior de su propio pasado, el joven va recorriendo los barrios parisinos, convirtiendo
otra vez a la capital francesa, entre real y fantasmagórica, en protagonista de
esta novela que puede calificarse de completamente modianesca. Con precisión
topográfica se citan calles, plazas y bulevares de la capital francesa, siguiendo
el peregrinaje del narrador, que todavía lleva su zapato mocasín roto y sus
heridas sin curar del accidente a cuestas. El joven deambula por París, desamparado
y triste, recordando relaciones pasadas asociadas al presente y con el peso de
un padre que, en permanente huida y envuelto en turbios negocios siempre
fracasados, lo abandonó hace años en una soledad doliente y aparentemente incurable.
Siempre me ha gustado Modiano, su prosa elegante y
evocadora, su mundo obsesivo y reiterado, sus novelas casi iguales pero siempre
diferentes, su deambular perdido y confuso por la memoria incierta, su
tristeza, su ambigüedad, su nostalgia indefinida. Y esta novela, para algunos
tal vez menor entre su extensa obra, expresa con belleza melancólica y difusa
ese mundo suyo, tan personal, tan incomparable y único.
Aunque ya antes del Nobel, Anagrama y otras editoriales habían
ido publicando muchas de sus novelas anteriores, la concesión del premio ha
incrementado esa labor de difusión de la parte de su obra todavía inédita en
nuestro país hasta la fecha. Y esperemos que, además de recuperar novelas pasadas,
sigamos también recibiendo nuevas narraciones del escritor francés, para que
sus lectores devotos podamos continuar adentrándonos con voracidad en sus
envolventes y obsesivas creaciones literarias.
Carlos
Bravo Suárez
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